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MANUEL LÓPEZ-CALDERÓN
Martes, 28 de abril 2009, 19:41
Durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, los balnearios de Solares y de Liérganes, vivieron una época esplendorosa, lo mismo que ocurrió en el resto de centros termales de la entonces provincia de Santander. La abundancia en el caudal de agua del manantial de Solares, motivó la construcción del balneario en 1898 y su temprana comercialización como aguas de mesa. Los excedentes del acuífero, se utilizaban para lavar el mineral de hierro que se extraía de la mina Pepita, situada en el mismo pueblo.
El incremento del turismo higiénico-medicinal de las aguas termales, unido a la prospera actividad de los cotos mineros de la bahía de Santander, propició la creación de las comunicaciones por ferrocarril en esta zona densamente poblada, con la capital de la provincia.
La llegada del ferrocarril, coincide con el final de las explotaciones mineras de Solares y de las del monte Vizmaya, cuyas venas de hierro, ya se habían aprovechado en los tiempos de funcionamiento de las fábricas de cañones, de Liérganes y de La Cavada.
La estación de Solares, tuvo en sus primeros años, un importante tráfico minero. Desde las minas de Santa María hasta la estación de Solares, existió un ferrocarril de 1300 metros de recorrido, que arrastraba el mineral de hierro mediante tracción de sangre, es decir, tirado por caballerías. A esta estación, llegaba también, el hierro lavado que provenía de las minas de Entrambasaguas.
Antecedente
El antecedente de este ferrocarril, fue el ferrocarril Santander-Solares, con 18,2 kilómetros de longitud y que fue inaugurado el 3 de marzo de 1892, el cual, se construyó con ancho de vía ibérico y se mantuvo funcionando con este ancho, hasta el 19 de junio de 1896.
El 7 de julio de 1894, se crea la Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao; en ella, se funden tres compañías ferroviarias: una de vía ancha, el ferrocarril de Santander a Solares, y dos de vía estrecha, el Ferrocarril del Cadagua y el de Zalla a Solares.
La primera medida adoptada por la Compañía de los Ferrocarriles del Santander-Bilbao, consistió en proceder al estrechamiento de los 18 kilómetros de la vía de ancho ibérico, entre Santander y Solares. Fue una sorprendente operación, que se realizó la noche del 19 al 20 de junio de 1896, con el fin de igualarlos a la vía métrica del resto de la línea.
El 21 de julio de 1897, se comunican sin solución de continuidad, los 119 kilómetros existentes entre Santander y la estación de La Concordia en Bilbao. La construcción del ramal se efectuó, mediante emisión de deuda.
Es en Orejo, donde se produce la bifurcación de la línea general, que discurre por un trayecto suave, atravesando las estaciones de Solares, Ceceñas y La Cavada. El trazado es sencillo y sin grandes obras de fábrica.
Son en total casi 10 kilómetros, de un hermoso recorrido paisajístico, al pie de suaves montañas con prados y cabañas, siguiendo el curso del rio Miera. El ferrocarril cruza este río por La Cavada, hasta llegar a la estación terminal de Liérganes, en la que existía un placa giratoria, que permitía invertir manualmente el sentido de las locomotoras y ponerlas en la cabeza de la composición, para iniciar el regreso a la capital.
El material móvil, en su inmensa mayoría, fue de construcción británica. Las locomotoras-tender, escocesas de la casa 'Dubs', de rodaje 2-2-0 T , llevaban en sus tanques laterales, placas con el nombre de diversas estaciones de la línea Santander-Bilbao. Fueron empleadas preferentemente para los servicios de viajeros, remolcando a los trenes ligeros de cercanías. Estas estilizadas máquinas, causaron admiración por la elegancia de su diseño, a todos los que las conocieron.
Los primeros coches de viajeros de madera, eran de 'bogies' y de procedencia británica, 'Bristol Wagon', con estribo corrido y departamentos accesibles desde el exterior. Muchos recuerdan el frío que se pasaba y el equilibrio que hacía el interventor, cuando 'picaba' los billetes desde la pasarela del estribo corrido.
Temporadas veraniegas
Los ingresos del tráfico de este ramal, han sido prácticamente siempre, los derivados del trasporte de viajeros. Era en las largas temporadas veraniegas, cuando un numeroso público de clase acomodada, acudía a los tratamientos minero-medicinales. Alrededor de los suntuosos y refinados balnearios y hoteles, se fue creando un foco de reunión social. El año de su inauguración, el balneario de Liérganes fue utilizado por 1.000 bañistas.
En el ocaso de la tracción de vapor y en un intento de modernización, se emplearon automotores diesel-eléctricos 'Brissonneau et Lotz' , que fueron adquiridos de ocasión en Francia. Estos coches, resultaban más cómodos para el viajero y menos costosos en su mantenimiento, para la compañía.
En los años sesenta, debido a la competencia del trasporte por carretera y a lo anticuado de las infraestructuras del material móvil y de las instalaciones de la línea, la compañía llega a una situación de quiebra.
Fue en el año 1958, el último año en el que los accionistas recibieron dividendos; el ejercicio de 1961 se cierra con déficit.
La empresa cesó la explotación del Ferrocarril Santander-Bilbao y sus ramales, el día 1 de agosto de 1962, pasando a ser gestionada por el Estado.
En 1965 se crea FEVE, quien se hace cargo de la explotación de la línea Santander-Bilbao y de su ramal Orejo-Liérganes. FEVE acomete la electrificación, inaugurándola en 1981, circulando las unidades por catenaria con una tensión de 1.500 voltios.
En los últimos años y gracias a las mejoras en la señalización, las unidades eléctricas de pasajeros que circulan a Liérganes por la línea de FEVE, han experimentado un incremento progresivo en el número de viajeros, gracias a la puntualidad y comodidad del servicio prestado.
Indudablemente, un viaje en tren desde Santander a Liérganes, es hoy en día, un viaje muy agradable.
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