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Robert Guza, del Oceanográfico Scripps (California), y Giovanni Coco, junto al Gran Tanque / Alberto Aja
La playa artificial de Santander atrae a los mejores científicos en el estudio de oleajes
Cantabria

La playa artificial de Santander atrae a los mejores científicos en el estudio de oleajes

El proyecto Ánimo del Instituto de Hidráulica analizará las peligrosas corrientes de resaca a una escala que no se había utilizado nunca

Álvaro San Miguel

Lunes, 21 de abril 2014, 12:17

Los técnicos calibran a marchas forzadas los sensores que medirán la altura y la fuerza del oleaje sobre la playa artificial. En el cuarto de control, a diez metros sobre el agua, instalan las pantallas de plasma que permitirán seguir el experimento en directo. Faltan un par de horas para que el Gran Tanque empiece a producir las primeras olas de uno de los ensayos más innovadores que se han realizado en el Instituto de Hidráulica (IH) de la Universidad de Cantabria.

Giovanni Coco, investigador principal del proyecto Ánimo, no puede disimular la emoción: «Si esto funciona vamos a cambiar la manera de hacer este tipo de ensayos en todo el mundo», asegura. Junto a él, inmerso en los modelos numéricos de su portátil, uno de los mayores expertos mundiales en hidrodinámica, Robert Guza, del Instituto Oceanográfico Scripps (California), espera a que las gigantescas palas del Gran Tanque empiecen a rugir. Es el primero de una larga lista de científicos que visitarán este mes el IH para asistir en directo a unas pruebas que nunca se habían realizado a semejante escala.

El proyecto Ánimo intentará responder, básicamente, dos cuestiones: por qué hay tanta corriente de resaca en algunas playas y por qué el oleaje es tan particular en los arenales encajados entre salientes rocosos. Existen muchas teorías para explicar ambos fenómenos. Hasta ahora, esas ideas se habían puesto a prueba en pequeños laboratorios de ingeniería hidráulica, pero la escala era tan reducida que los resultados no se podían trasladar con garantías a la realidad. Pero la playa artificial de 320 metros cuadrados que se ha construido en el Gran Tanque permitirá probar las teorías a la escala necesaria para garantizar la calidad de los resultados.

«La tecnología que tenemos ahora es la más moderna que existe, y eso nos permite trabajar con las condiciones de generación más idóneas», precisa Pedro Lomónaco, responsable del laboratorio. «Y el tamaño es fundamental. No hay muchos tanques en el mundo que permitan hacer unos ensayos como estos». La tecnología de adquisición de datos también es puntera. Por todo el laboratorio hay repartidos más de 60 sensores que miden la fuerza y el tamaño de las olas, las corrientes, el ritmo... Y todo ello sincronizado con las imágenes en tiempo real que recogen las cámaras repartidas por toda la nave. «Son cosas que, tecnológicamente, hasta hace poco no se podían hacer».

La idea era que, además, la playa artificial tuviese arena, pero los 100.000 euros concedidos por el Ministerio de Economía a través del Plan Nacional de I+D no llegaban para pagar 80 camiones de arena limpia que se necesitaban para hacer un auténtico arenal. «Pero no era un parámetro fundamental», aclara rápidamente Lomónaco.

Resacas asesinas

El eco de los feroces temporales que han asolado desde febrero las costas del Cantábrico todavía se escucha en algunas playas. La mar ha vuelto a demostrar que es una bestia indomable y, a veces, traicionera. «No estoy seguro de la estadística aquí en España puntualiza Giovanni Coco, pero en Florida, por ejemplo, hay 20 o 30 personas que mueren cada año (por la corriente de resaca). Y lo mismo pasa en Nueva Zelanda y en Australia. Hay muchísimo interés por entender por qué se forman estas corrientes y cuáles son sus características. Queremos prever este fenómeno porque es muy peligroso. Un nadador que haya ganado la final olímpica no puede nadar en contra de un tipo de corriente como la que hemos visto antes», dice señalando al Gran Tanque, que acaba de parar de lanzar olas y corrientes contra la playa artificial.

El IH espera obtener resultados que puedan mejorar la seguridad en las playas, lo que podría tener una gran repercusión en el turismo costero. «En países como Nueva Zelanda, Francia, Inglaterra u Holanda se está poniendo muchísimo esfuerzo para intentar predecir las corrientes de resaca. Nosotros no solo queremos predecirlo, también queremos entender cómo funcionan», explica Giovanni Coco. «Vamos a hacer algunas medidas que sabemos que todos quieren y que nos van a dar información sobre la fuerza de las corrientes. Eso lo vamos a relacionar con las olas que estamos produciendo artificialmente, con lo que veremos cuándo y en qué casos playas que parecen tranquilas se vuelven peligrosas».

Olas extrañas

La otra parte del experimento consiste en estudiar el curioso oleaje que se produce en las playas encajadas entre salientes rocosos. De hecho, la playa artificial del Gran Tanque se ha cerrado lateralmente con muros de mampostería para imitar las condiciones de arenales como el de Usgo (Miengo), donde el agua llega a la orilla en forma de chorro y se abre hacia ambos lados en forma de abanico. Un curioso fenómeno que se da en muchas playas del mundo, pero que no está del todo explicado. «Tenemos la impresión de que en estos casos las olas se quedan atrapadas dentro de las playas o de algunos puertos, provocando oscilaciones que pueden causar daños. Hemos visto que existen, pero todavía no las entendemos bien», reconoce Giovanni Coco. A su espalda, a un ritmo hipnótico, esas olas extrañas besan la orilla de la playa artificial.

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