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Ángel Agudo, de cartero a la cúspide de Correos
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Ángel Agudo, de cartero a la cúspide de Correos

Leal y apasionado, pasó de luchar por la democracia en la clandestinidad a ser el objetivo de una ofensiva judicial

CONSUELO DE LA PEÑA

Lunes, 23 de enero 2017, 08:19

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El mismo año del golpe militar en Chile, cuando en España la izquierda todavía vivía en la clandestinidad pensando en Sartre y en la revolución proletaria, un joven de clase media de Torrelavega perdía la inocencia y recibía su bautismo en la actividad política muy lejos de su tierra, en las aulas de la Facultad de Económicas de La Coruña. Aquellos muros fueron testigos del origen del compromiso de Ángel Agudo San Emeterio (Torrelavega, 1953) en la lucha por la democracia, un deber que no abandonaría ya jamás, aunque sus cuentas con la justicia años después le hicieron dudar en más de una ocasión de la calidad del sistema.

Ya entonces demostró que era un hombre aguerrido, una virtud que le ha ayudado a soportar mal que bien los dos procesos (GFB y 'caso Racing') impulsados por los populares que le colocaron ante la justicia y desgastaron política y personalmente hasta su exoneración definitiva.

Tenía sólo 20 años cuando comenzó a militar en el PCE, la organización más potente en aquellos momentos en la universidad, y a repartir clandestinamente el periódico 'Mundo Obrero' en la universidad. En el ámbito académico coincidió con otros combatientes comunistas que posteriormente abrazaron la socialdemocracia y terminaron en el PSOE, como él. El actual alcalde de Vigo, Abel Caballero, y Emilio Pérez Touriño, que fue presidente de la Xunta de Galicia entre 2005 y 2009, eran profesores cuando el estudiante del Besaya comenzó sus escarceos en el PCE. En las primeras elecciones democráticas de junio de 1977, aquel joven de barba y bigote poblado, muy al estilo de la época, recorrió buena parte de la geografía gallega en el Citroën dos caballos confiscado a Touriño para repartir propaganda y llevar la cartelería a los lugares más recónditos.

Tal fue el acoplamiento en la Facultad de Económicas que, cuando terminó la carrera ese mismo año, a punto estuvo de quedarse en ella como profesor. Se lo propuso el catedrático Juan Ramón Quintás Seoane, el mismo que en 2002 fue nombrado máximo responsable de la Confederación Española de las Cajas de Ahorros (CECA), porque en el camino de Agudo siempre hubo un padrino que le amparó. Pero no pudo ser, no porque no tuviera vocación, sino porque tenía pendiente el servicio militar.

Este requiebro en el camino propició una de sus mayores paradojas vitales. El universitario regresó a su ciudad natal y mientras esperaba el momento de vestir el uniforme encontró trabajo como cartero rural en Correos en la propia Torrelavega, donde vivía con sus padres. Treinta y cuatro años después presidió la sociedad estatal.

Al terminar la milicia entró en el gabinete técnico de Comisiones Obreras, donde permaneció una década, y se convirtió en el economista de los sindicatos, hasta llegar a ser el responsable de Acción Sindical. Fue una época dura porque le tocó lidiar con el proceso de reconversión industrial en los astilleros, en la gama blanca, en Sniace... Allí se fajó en el arte de la negociación y el debate, que manejó como nadie a lo largo de su trayectoria política. «En el sindicato le llamábamos 'gatito lindo', como al dibujo de la serie televisiva que se emitía por entonces, porque era una persona muy dúctil», recuerda en tono críptico un compañero de aquellas lides. En paralelo, entre 1986 y 1997 lideró el PCE de Cantabria e Izquierda Unida, siendo cabeza de lista desde las primeras elecciones autonómicas, para recalar finalmente en el PSOE, un «viaje natural», dijo entonces, que le valió la acusación de traidor desde las filas más radicales de la izquierda, y que no realizó solo. Porque su trayectoria política ha estado íntimamente ligada al político castreño, ya fallecido, Martín Berriolope. Ambos abandonaron IU junto a otro histórico, Emilio Carrera, un acuerdo de integración que se produjo en 1999 como consecuencia de las posiciones políticas de Julio Anguita. Era la época de la famosa pinza de IU y el PP a los socialistas, una política que Agudo consideraba «nefasta» para la izquierda de España y para las fuerzas progresistas. «Eran dos estilos. Berriolope era muy inteligente y muy rápido en política y Agudo era más reflexivo, más sereno en los análisis políticos y bastante prudente a la hora de tomar decisiones», les dibuja un socialista histórico.

Ya en el PSOE, Agudo fue siempre el «hombre estudioso de los números», apunta otro honorable del partido. Tanto que en los sucesivos Gobiernos en coalición con el PRC, entre 2003 y 2011, el economista de Torrelavega fue sin discusión el responsable de las cuentas, el titular de Economía y Hacienda, y se convirtió en el consejero áulico de Dolores Gorostiaga, entonces secretaria general del partido. «Ella me propuso, ella me nombró y a ella le debo la posibilidad de disfrutar de los que han sido los mejores años de mi vida desde el punto de vista político y personal», reconoce sin ambages.

Curiosamente, el advenimiento del PP al Gobierno autonómico en 2011 devolvió a Agudo a los viejos tiempos de la cartería, pero por elevación, porque el todavía presidente Rodríguez Zapatero, en los coletazos de su mandato, le buscó un buen puesto en la capital del Reino, y recolocó al economista al frente de la Sociedad Estatal de Correos de España. Fue flor de un día, porque el cargo brilló en su tarjetero tan solo siete meses, los que tardó el PP de Rajoy en darle el relevo.

De vuelta a casa, protagonizó uno de los sucesos más discutidos en la familia socialista, al ser elegido presidente del partido en el Congreso que celebró el PSOE de Cantabria en marzo de 2012. «Aquel nombramiento causó muchísimas ampollas, nadie lo entendió porque no era razonable que habiendo figuras honorables, históricas y alcaldes con buena imagen dentro del partido, como Miguel Ángel González Vega, exalcalde de Val de San Vicente, se eligiera a un casi recién llegado», defiende un dirigente.

Su lealtad al partido está fuera de duda, hasta los más críticos se la reconocen, y también su gran capacidad de gestión política y administrativa. Como también admiten que «no ha sido manifiestamente ambicioso en las cosas» y que «realizó magníficos trabajos económicamente hablando». Pero, aunque tímidamente, también sostienen que «es un hombre arriesgado cuando tiene capacidad de gobierno y poco dado a revisar o discutir los proyectos en el partido. Suya fue la idea del Ecoparque del Besaya y la compra de terrenos de Azsa, el asunto estrella del momento, y nos lo tuvimos que tragar con patatas sin sal».

Su pasión por la política y su capacidad dialéctica es un valor indiscutible que le reconocen hasta sus adversarios. «Entiende muy bien la política y cuáles son sus límites. Es apasionado y aguerrido en sus argumentos pero nunca faltón», lo elogia Cristina Mazas, exconsejera del PP y profesora también de la Universidad de Cantabria.

Los procesos de GFB y el 'caso Racing' lo dejaron exhausto anímicamente. Perdió kilos, se hundió, pero «ha sido muy discreto y no ha ido llorando por las esquinas», comenta un compañero. Agudo tenía una red que le ayudó a pasar el calvario judicial. Se apoyó en su esposa Carmen Toyos, médico y funcionaria del Gobierno de Cantabria, y en sus hijos, Pablo y Carmen. Y durante años compartió extensas charlas con otro imputado, el exdirector del ICAF Luis Egusquiza, que «ha sufrido un daño a su reputación profesional incalculable». Volvió a la Universidad, a los libros y a nadar para mantenerse a flote.

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