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MARIÑA ÁLVAREZ
Sábado, 4 de diciembre 2010, 10:22
Carlos López se ha ido a vivir a la institución de sus desvelos. La de ayer ha sido su segunda noche ante las mismas puertas de la Jefatura Provincial de Tráfico en Santander, metido en su coche y aparcado en zona azul -si hay alguien dentro no multan-. El vaho de los cristales no deja lugar a dudas: ese coche está habitado. Los vecinos miran. Pero nadie se interesa. Ni siquiera los propios funcionarios. Ante la ausencia de, al menos, un reproche por su actitud, el propio Carlos avisó de su cruzada a un abogado de Tráfico, «y me dice que le parece muy bien, que es un sitio público».
Es su manera de mostrar la catástrofe en la que se ha convertido su vida desde que un 'error' -la propia Dirección General de Tráfico revocó el expediente abierto en su día contra Carlos- le dejó sin puntos en el carné y provocó su caída en picado. Perdió su trabajo, se quedó sin dinero y la guinda llegó el jueves, cuando su pareja le dejó y tuvo que marcharse del piso que compartían. Con su 'aparcada' pretende que Tráfico le devuelva su vida: «Que me busquen un empleo igual al que tenía antes, para que pueda ir para adelante».
Al final de su lucha conTráfico, el organismo le dio la razón y después de ocho meses (los puntos los tenía agotados desde febrero) le reconoció su derecho a conducir. Pero la victoria no le ha devuelto todo lo que había perdido desde mayo. Así que ha enviado a la DGT otros escritos en los que pide que se le indemnice con los 13.000 euros que había invertido en una vivienda que perdió y los 3.000 euros mensuales que dejó de ganar al quedarse sin su trabajo.
Suma los daños morales por haber sido detenido en Santillana del Mar «sin motivo y en plena calle, por un supuesto delito que es conducir sin permiso de conducir, del que fui declarado inocente». Total: 60.000 euros.
Como no hubo respuesta, y dado que le siguen llegando multas atrasadas con recargo del 20% por no pagarlas, también reclama que su indemnización crezca el mismo 20% por la demora. Lo hace todo solo, porque no tiene dinero para pagar un abogado y tampoco le conceden uno de oficio, «porque se basan en mi última declaración de la renta, y yo antes ganaba mucho».
López sabe que no le van a dar nada. Y tampoco le importa. Sólo quiere «un trabajo». Hasta que no se lo den no piensa mover el coche de las puertas de la Jefatura Provincial de Tráfico. «Aquí me quedo hasta que aguante».
Rechaza que le comparen con un 'sin techo', «no quiero limosnas ni caridad», dice digno, tapado con una manta que le cubre hasta la barbilla en el asiento del conductor. Su primera noche (la del jueves) la pasó en vela, tiritando de frío, porque estas noches los termómetros bajan en la capital hasta los tres grados. Apenas pone la calefacción del coche para no gastar gasolina, que la necesita por si le sale algún trabajo.
En las ventanas tiene pegados carteles en los que ofrece sus servicios de fontanero las 24 horas, un oficio que antes de perder el carné le dejaba un sueldo considerable, «de 800 ó 900 euros a la semana, trabajaba para compañías de seguros y hacía tres o cuatro servicios diarios. Sin carné dejaron de contratarme. Ahora, como mucho, puedo ganar 57 euros cada tres semanas por un servicio, y si sale».
Usa el cuarto de baño de la cafetería situada en la Plaza de Numancia, donde a veces se toma un café. Y come panecillos que compra en el súper. Pero es diabético y no se pincha la insulina que necesita tres veces al día, porque explica que no puede tener el medicamento en el coche. De seguir así, «puedo quedarme ciego o quedarme en el sitio, depende de los nervios...». Asegura que le importa poco, «lo mejor es que me dé un jamacuco».
El inicio de su sinvivir
A este catalán de 40 años que vive en Cantabria desde 2008, todo comenzó a irle mal el pasado mes de mayo, cuando en un control de la Guardia Civil acabó detenido por conducir con el carné retirado desde febrero, cuando perdió todos los puntos por cuatro multas de exceso de velocidad emitidas en Cataluña y País Vasco que nunca le fueron notificadas porque no le llegaron a su domicilio en Cantabria.
A finales de julio fue absuelto de su presunto delito por el Juzgado de lo Penal nº3 de Santander, precisamente por la falta de notificación. Al coche se ha ido con lo puesto y su carpeta de documentos, todos con su sello, su firma, registros de entrada, sus originales y copias, para que nadie dude de su historia.
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