Danilo di Luca, arrepentido por su dopaje, correrá gratis

Hace tiempo que el ciclismo es una cuestión de fe. De resultados y victorias que deben pasar luego por la máquina de la verdad, por los tests antidopaje. Para ser segundo tras Menchov en el Giro 2009, Danilo di Luca recurrió a la CERA, una versión de la EPO. Le pillaron. Le sancionaron con dos años de suspensión. El corredor se metió en el confesionario y colaboró con la justicia. Hubo redención: la pena quedó rebajada a nueve meses y siete días. Ahora, con 35 años, ha encontrado hueco en un equipo del Pro Tour que aún cree en él: el Katusha ruso. «Me siento un hombre nuevo. Voy a correr gratis», proclama. Y pide una oportunidad para el arrepentido: «Puedo ganar sin hacer trampa». Pide fe.

Ciclismo religioso. La resurrección de Di Luca comenzó en un vagón de tren. Un joven cura, Marco Pozza, compartía asiento con el abogado del corredor. De chaval, Pozza había sido ciclista. Hablaron. De bicis, de ciclismo, de Di Luca y de fe. El sacerdote propuso al letrado que Di Luca se sincerara en una charla ante 500 estudiantes. Y así fue: confesó haber recurrido al dopaje durante toda su larga carrera deportiva. «Hace diez años todo el mundo se dopaba. Al menos, eso pienso, aunque no tengo ninguna prueba. Entonces, habría sido imposible ganar sin trampa. Ahora, las cosas han cambiado».

Ayer, otra vez ante medio millar de estudiantes, Di Luca firmó su contrato con el equipo Katusha, la formación de Joaquín Rodríguez. Llevará la túnica rusa. Andrei Tcmil, exciclista y presidente del Katusha, le ha acogido en su seno: «En la vida, dura como es, debemos ser capaces de ayudar a las personas. Danilo dice que es un hombre nuevo. Y yo le creo. Sólo le puse una condición, que sea a coste cero. Ayudará a Joaquín en el Giro y tendrá la oportunidad de demostrar su valor en la Vuelta a España. Tiene talento».