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ÁLVARO SAN MIGUEL
Domingo, 2 de diciembre 2012, 23:47
Los 32 chicos de 12 y 13 años que estudian primero de la ESO en el instituto Santa Cruz (Castañeda) han dejado aparcados los libros de papel y llevan la mochila más ligera que nunca. Sin embargo, en su interior cargan toda la información del mundo. Desde septiembre forman parte del proyecto I-Dea, una iniciativa de la Fundación Albéniz que se está poniendo a prueba en cuatro centros de toda España, y que pretende estudiar la utilidad de las tabletas digitales en el aula.
«La 'tablet' sustituye a los libros, pero no queremos que sustituya a los cuadernos íntegramente. Podríamos tener todo dentro, pero queremos que sea algo más: una plataforma interactiva, no un simple libro», explica el director del centro, Ricardo Gómez. Para ello cuentan con la plataforma I-Dea, que ofrece recursos digitales de todo tipo. Los alumnos pueden conectarse a Internet, acceder a la plataforma y, por ejemplo, descargar un vídeo explicativo sobre el cuerpo humano, bajar los deberes diseñados por su profesor para completar una lección, consultar diccionarios y enciclopedias, aprender cómo se pronuncia una palabra en cualquier idioma y hacer una visita virtual a cualquier museo del mundo. Todo en una pantalla digital de 10,1 pulgadas y un peso de 565 gramos. ¿El futuro?. «Más bien el presente», asegura el director.
«Ahora podemos trabajar con materiales que antes eran impensables. Podemos buscar rápidamente la información y utilizar mucho material visual. Antes sólo teníamos una ilustración en un libro», señala Belén Díez, profesora de Lengua. La cuestión es si aprenden más y mejor con la pantalla digital que con un libro adaptado a su edad. «Siempre entenderán mejor un tema con el apoyo de la imagen, pero si necesitas que se aprendan los planetas del sistema solar, hay que recurrir al método de toda la vida y memorizar», precisa la profesora.
El reto es aprovechar las nuevas tecnologías para adaptar las lecciones al ritmo y las capacidades de cada alumno. «Con la 'tablet' necesitan que los guiemos más que con los libros tradicionales porque la información no está tan seleccionada para una edad determinada. En Internet hay fuentes de todo tipo, pero tenemos que enseñarles a buscar la mejor información para ellos», explica Belén Díez, que como el resto del equipo cuenta con el soporte y la formación de la Fundación Albéniz y el Centro de Formación del Profesorado de Torrelavega. «Me gustan las posibilidades que abre la tecnología en el aula y me encanta que tengan un ordenador para ellos solos porque cada uno tiene un ritmo y cada uno busca de una manera. Es un avance importantísimo para dirigirnos hacia otro modelo de enseñanza que no sea tan memorístico».
La Consejería de Educación también ha puesto de su parte para que la iniciativa salga adelante. Ha permitido dividir a los 32 chicos en dos clases para que los profesores puedan hacer un seguimiento más individualizado, instalará pizarras digitales en las dos aulas y ha mejorado el acceso a Internet, aunque la parte técnica sigue siendo un problema.
Conectividad
«Somos un centro de una zona rural y la conectividad no es la misma que en Santander», lamenta el director del centro. La conexión requiere una inversión, pero para las familias, la tableta es una ventaja económica. El precio de los libros en papel de un curso completo estaría, según los cálculos del director del centro, en torno a los 250 euros. ¿Y en digital? «No lo sabemos exactamente porque ahora tenemos las tabletas y los recursos gratis -lo paga la Fundación Albéniz-, pero estimamos que hay plataformas que cobran entre 30 o 40 euros por todos los libros de un curso académico». Una cuestión importante ahora que las ayudas para material han sufrido un recorte del 87%.
De momento, las familias sólo esperan que esta experiencia no perjudique la formación de sus hijos. Los chicos también son exigentes. «Si este año funciona bien prefiero seguir con la tablet, y si no, volver a los libros», dice Sara. Su compañero Alex prefiere combinar lo tradicional y lo innovador. «Para estudiar me gustan más los libros, pero para hacer los deberes prefiero la 'tablet'». Y para Mohamed está claro que hay que seguir con la tableta. «Es más fácil hacer los ejercicios con ella», asegura.
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