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Valdecilla ya funciona con las dos UCIcovid de los pabellones y no descarta tener que ampliar. Alberto Aja

2022, tercer año de lucha contra el covid

Predicciones ·

Cuatro profesionales que han seguido de cerca la evolución de la crisis sanitaria tratan de anticipar cómo se comportará la pandemia, su efecto sobre los hospitales, el papel de las vacunas y el estado de ánimo de la población

José Ahumada

Santander

Domingo, 2 de enero 2022, 07:27

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Cantabria recibe el nuevo año con el virus circulando con más intensidad que nunca. Las restricciones establecidas por Sanidad no logran frenar los contagios, tan numerosos que es ya imposible seguirles la pista, y se aguarda a que sea el propio covid el que marque el fin de este nuevo ciclo: hay confianza en que la variante Ómicron repita aquí el comportamiento que ha tenido en otras latitudes, donde las infecciones han caído tan rápido como subieron. Todo indica que esta mutación produce menos casos graves, pero tal cantidad de positivos acaba pasando factura a los hospitales que, de momento, aguantan el envite, pero pueden quedar desbordados si la situación se prolonga mucho más.

¿Qué pasará en 2022? Los expertos que han estado al pie del cañón durante toda la crisis intentan vislumbrar cómo será este tercer año de pandemia en cuatro aspectos distintos: el comportamiento de la enfermedad, el funcionamiento del sistema asistencial, el papel de la vacunación y el estado de ánimo de la ciudadanía.

La enfermedad

«El objetivo es encontrar de manera ágil a las personas con riesgo elevado de ser graves»

«Tanto la Atención Primaria como los laboratorios, la recogida de muestras y el rastreo de los casos están ahora mismo saturados», reconoce el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann. «Esa necesidad que hemos creado en la gente de tener un diagnóstico es ahora difícil de atender».

«Desde que tenemos Ómicron, a medida que se va confirmando que suele producir una clínica leve, vamos a un escenario más parecido a una onda de gripe, y recomendamos que, con síntomas leves, la gente se autogestione su enfermedad. Diagnosticar solo por tener los números no es un fin en sí. Quien tenga sintomatología leve debe quedarse en casa, en la cama; si hay fiebre, que tome un antitérmico, y solamente si desarrolla una disnea, una falta de aire importante, o sufre una fiebre alta persistente, ha de ponerse en contacto con su médico y su centro de salud para ser atendido. Estamos en una fase complicada, porque estamos intentando diagnosticar y seguir todo, y estas puertas están atascadas y vamos a intentar desatascarlas. Ahora mismo el objetivo es encontrar de manera ágil a las personas con elevado riesgo de ser graves».

«Estamos desbocados en transmisión comunitaria. Ómicron está cambiando el paradigma: sabemos que es muy contagioso, y también sabemos que la vacuna no protege contra la infección, pero sí contra una clínica grave. Cuanto más vacunado se está, más probabilidad de que sea leve, aunque te puedas infectar -subraya Wallmann-. En este nuevo año seguiremos con la vacunación: todo parece indicar que la pauta completa no son dos dosis, sino tres, y vemos que cuanto más se mezcla, mejor: un mix de vacunas te hace más inmunocompetente que si recibes un solo producto».

¿Tienen sentido las restricciones en una situación como la actual? «A la vista de la contagiosidad, las medidas no farmacológicas han perdido, en cierto modo, su efectividad. Si se hiciese de manera estricta, un confinamiento, funcionaría, pero si no hay tanto impacto en hospitalización ni mortalidad son medidas que no están justificadas. Seguimos intentando encontrar un equilibrio, un conjunto de medidas proporcionales a la amenaza que representa, y hacer que la exponencialidad sea menos vertical; lo que se pretende es que no se produzcan todos los contagios a la vez».

«Ómicron es quizás la primera variante endémica que va a conseguir esquivar la inmunidad generada por las vacunas, provocando una avalancha de casos. La sexta ola nos va a pasar por encima, va a dejar muchas personas contagiadas y va a funcionar como una inmunización natural. Eso, con respecto a próximas ondas que vengan, es beneficioso, pero, obviamente, tenemos la preocupación de que un número anormalmente grande de casos produzca muchas hospitalizaciones y muertes en un tiempo muy reducido, y eso es lo que intentamos evitar».

«Los expertos pronostican que esta no será la última variante. Va a haber otras ondas con otras variantes: cuento con ello».

Los hospitales

«Vamos a tener bastante presión durante las próximas semanas»

A corto plazo, Rafael Tejido, director gerente del Hospital Valdecilla, espera un aumento de los ingresos, pero ve difícil echar la vista mucho más allá. «Por los datos que tenemos de otros países, sí da la impresión de que la sexta ola se comporta más o menos igual: lo esperable es que tengamos un enero complicado de hospitalizaciones, sobre todo las dos primeras semanas, y luego esperamos que baje. A partir de ahí, la incertidumbre es total».

«Lo que ha ocurrido con Ómicron ha provocado una gran incertidumbre: no sabemos hasta qué punto vamos a poder acabar con la pandemia, si vamos a alcanzar la inmunidad de rebaño, si aparecerá otra variante con escape vacunal... La buena noticia es que las vacunas resultan efectivas para eliminar la gravedad, y que están apareciendo tratamiento antivirales, que empezarán a llegar en enero y que van a permitir que los daños que produce la enfermedad sean mucho menores», añade Tejido.

«El año ha terminado con un aumento progresivo de casos, y eso va a generar más presión hospitalaria. Advertimos una descompensación entre lo que diagnosticamos y lo que ingresamos, que en esta ola está entre 2% y el 4%, cuando en otras anteriores hemos llegado al 10%, pero al diagnosticar muchos más, también vamos a acabar teniendo más pacientes ingresados. Estamos en una situación intermedia entre lo que fue la ola de verano, con muchos casos y pocos ingresos, y lo que sucedió en las anteriores: vamos a tener bastante presión durante las próximas semanas».

«Hay una cosa que diferencia esta ola de las anteriores, y es que tenemos a más del 80% de la población vacunada, y eso ha protegido frente a la enfermedad grave, con menos ingresos y críticos. Aunque, una vez que los pacientes ingresan, el comportamiento de la enfermedad es similar a lo que hemos visto durante toda la pandemia», explica el gerente de Valdecilla. «Aún tenemos que confirmar si la enfermedad se cura antes. Sí parece que se comporta con menos gravedad y que la estancia media es más corta en Cuidados Intensivos y en hospitalización, fundamentalmente porque la mayor parte de la población está vacunada. Entre quienes no lo están, la enfermedad es exactamente igual que en las olas anteriores, con más gravedad y más estancia».

«Ómicron nos ha descolocado a todos. Sabíamos que era muchísimo más transmisible y que íbamos a tener más contagios, pero sorprende que teniendo una población tan vacunada hayamos llegado a esta situación: en un mes y medio la incidencia ha pasado de cincuenta a más de mil».

La vacuna

«¿Una cuarta dosis? No lo sé, no tengo bola de cristal»

«Seguimos manejándonos con la incertidumbre: hay vacunas que necesitan una sola dosis y son para toda la vida; otras precisan dos, tres... otras, una cada año, como la gripe. Con la vacuna del covid se han seguido haciendo los ensayos en paralelo a la vacunación, porque no ha habido tiempo, y se empezó a ver que, pasados los meses, bajaba la protección. Lo deseable sería que tres dosis fueran suficientes. ¿Hará falta una cuarta? No lo sé, no tengo bola de cristal».

Celia Gómez, gerente del Servicio Cántabro de Salud, dice que el trabajo se centra ahora en agilizar la administración de la tercera dosis. «Llegados al punto del 85% de inmunizados, teóricamente al menos estamos ya en una inmunidad de rebaño. El problema es que ahora necesitamos tres dosis. La orientación que nos dan desde Salud Pública y desde el propio Ministerio es agilizar en lo posible esa vacunación, y completar el grupo de cinco a once años, con el que nos vamos a poner en un 90% de inmunizados».

¿Qué va a pasar en 2022? «Puede que mezcle cómo me lo imagino y cómo lo deseo: cuando escuchamos las cosas que dicen los expertos nos agarramos a las que más nos gustan. Lo que nos están diciendo es que Ómicron producen infecciones leves y va a ser un virus manejable, con menos impacto en el sistema sanitario: todas las medidas que hemos puesto en marcha tienen que ver sobre todo con evitar el colapso de los servicios. El problema con esta ola, como con la anterior, es el tremendo colapso de la Atención Primaria y las Urgencias: el virus oculta ahora muchas cosas, y no permite atender con prioridad y rapidez otros casos, porque hace como una barrera».

«Hay una gran incertidumbre. Desconocemos si seguiremos padeciendo variantes de este tipo. Pensábamos que lo habíamos visto todo y que ya nada nos podía asombrar, y de repente nos encontramos con más de mil positivos diarios. Más allá del impacto en los hospitales, que prácticamente no tiene, los centros de Primaria, Urgencias y los SUAP están al límite, a punto de reventar», reconoce Celia Gómez.

Los ciudadanos

«Frustración es el término que mejor define el estado de ánimo de la gente»

«Por deformación profesional, pregunto a las personas de mi entorno cómo se sienten ante la situación sanitaria. Pues bien, frustración, este es el término que mejor define el estado de ánimo de todas las personas que he consultado», indica Juan Carlos Zubieta, catedrático de la Universidad de Cantabria y responsable de su Taller de Sociología.

«Los seres humanos necesitamos seguridades y proyectos. Vivir en la incertidumbre es muy difícil. La sociedad del riesgo, la era de incertidumbre es esta; y, además, la globalización también se manifiesta en la extensión del virus: la variante del virus que surge a miles de kilómetros está a las puertas de nuestra casa a los dos días. Ya no podemos pensar en la salvación de los miembros de mi tribu, hay que pensar en la salvación de todos. En el mismo sentido, las respuestas, las medidas, deben ser globales; ante esta situación los nacionalismos resultan incomprensibles».

El sociólogo advierte de que, «como han explicado las Ciencias Sociales, la frustración provoca rabia y reacciones agresivas. El estado de malestar social se percibe en diversos ámbitos: hay más enfados en el seno de las familias, y aumentan las críticas contra los responsables de las instituciones: contra el Gobierno, contra los responsables del sistema sanitario, contra los jueces».

A pesar de todo, Zubieta cree que hay razones para el optimismo ante lo que está por venir. «Aunque nos cueste, debemos huir del pesimismo y pensar en todo lo que hemos logrado: en poquísimo tiempo se han producido varias vacunas, en un año se ha vacunado a la mayoría de la población española, los ciudadanos se han comportado de forma ejemplar, los sanitarios y otros grupos han dado un ejemplo magnífico de profesionalidad y entrega, el sistema sanitario y, en general las instituciones han respondido ante el reto. Claro que hay bastantes aspectos que pueden criticarse, claro que hay que mejorar, pero el balance general debe llevarnos al optimismo».

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