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Álvaro Pombo: «Me siento altamente reconocido, aceptado y admirado mucho más de lo que merezco. Pero, sobre todo, me siento agradecido»

El Rey entrega el Premio Cervantes en una emotiva ceremonia al escritor santanderino, cuyo discurso, que versó sobre la fragilidad, ha sido leído por el profesor y amigo Mario Crespo

Miércoles, 23 de abril 2025, 11:46

El novelista, poeta y académico santanderino de 85 años Álvaro Pombo (1939) se convierte hoy en el tercer hombre de letras de Cantabria en recibir el Premio Cervantes, tras la estela de los poetas Gerardo Diego (ex aequo con Jorge Luis Borges en 1979) y José Hierro (1998).

Ataviado con su inseparable y característico gorro marinero, en silla de ruedas, con la mirada curiosa de quien se sabe protagonista de una fiesta de postín, Álvaro Pombo observaba el ir y venir protocolario. Como protocolaria era su corbata negra por el luto papal que ha puesto la nota sobria a la entrega del Premio Cervantes 2024.

Tras los acordes del himno nacional y la apertura de la sesión por parte del rey Felipe IV, el ministro de Cultura Ernesto Urtasun, realizó la primera intervención. «La literatura se escribe con nombres propios y la tinta de la memoria», dijo recordando a Mario Vargas Llosa, galardonado con este premio hace tres décadas (1994). «Una estirpe que recibe hoy a un nuevo miembro» cuyo nombre tiene estructura de dodecasílabo: Álvaro Pombo y García de los Ríos, «un verso único, suelto y excepcional en las letras españolas contemporáneas».

Urtasun calificó al cántabro como «el autor excéntrico, en el sentido literal, que regresa al centro, si es que existe más allá de la utopía, como él mismo se pregunta. El exclaustrado al que este claustro reclama».

«La quietud -dijo- es el envés de su narrativa sin pausas, bulliciosa, que es ante todo diálogo, conversación y rico ejercicio de retórica, en cuyos ecos resuena la experiencia del tiempo. Es muy difícil desgajar esa prosa del lugar donde se origina, la familia, un río que fluye por debajo de sus tramas».

Pombo, «el más singular de nuestros escritores», defendió, «cuenta el mundo para comprenderlo y ese es el entendimiento que le ofrece al lector, su pacto. Por eso sus novelas son tan valiosas, porque hay una condensación de vida que las hace únicas en nuestra tradición literaria».

«Gracias por sus libros, por su compromiso con la creación y el pensamiento y gracias por enseñarnos entre broma y broma que la realidad es la maestra de la vida», dijo Urtasun en un discurso cuajado de alabanzas en las que se filtraba la mirada de un lector de Pombo.

«El más alto honor»

El rey Felipe le hizo entrega de la medalla y el Premio, y fue encargado de girar la silla para colocar al autor de frente a las múltiples cámaras que retrataron el momento. Un Pombo sonriente, agradeció con un gesto de su mano el reconocimiento, mientras observaba con detalle la medalla recién otorgada.

A continuación, otro cántabro, Mario Crespo, escritor e historiador, fue el encargado de leer el discurso de Álvaro Pombo «para celebrar la fiesta con gran humor cervantino». No podía faltar ese humor, tratándose de uno de los registros inseparables del carácter del santanderino.

'Una fenomenología de la fragilidad', se tituló la divertida y breve alocución pombiana en la que se alabó al padre de la novela. Comenzó con un «Dios bendiga a Cervantes para que Dios y el propio Cervantes nos bendigan en las múltiples fragilidades y tarumbancias de nuestro descabalado siglo XX y XXI».

Así, Crespo leyó sus palabras centradas en 'El licenciado Vidriera', que a su juicio, es obra «ejemplar» de 'el manco de Lepanto' y aborda «la fragilidad» en el autor de 'El Quijote'.

«Este es el más alto honor que me ha entregado España y el mundo -expuso- Me siento agradecido y creo que todo buen regalo desciende del padre de las luces». El autor de 'Santander, 1936' (2023) o 'El héroe de las mansardas de Mansard' (1983), a sus 85 años verá reconocida su trayectoria con el máximo galardón de las letras en español, dotado con 125.000 euros.

«Una narrativa de la fragilidad puede ser inquebrantable», destacó, haciendo una radiografía de la actualidad en la que, lamentó, «Ahora nadie se bate en duelo por su honor, por el honor de España ni por el del tato. Nos hemos convertido entre influencers y mercachifles».

«Miguel de Cervantes fue un hombre profundo y pobre a decir de Ortega y Gasset, es posible que para alcanzar la grandeza, tengamos que llegar a la profundidad y la pobreza; ahí se hará fuerte lo débil y los héroes seguirán recorriendo el camino de su palabra incesante».

El aplauso unánime, largo y entusiasta de los asistentes, para un Pombo, de nuevo sonriente, dio paso a las palabras de cierre de Felipe VI.

El autor de la verdad y la bondad

«Hacemos entrega del máximo galardón de las letras en lengua castellana». Presidir este acto es un motivo de alegría para los reyes, según dijo el monarca porque es la fiesta de la creación literaria, el recuerdo de Miguel de Cervantes y la entrega del premio que lleva su nombre. «Tres aspectos que se resumen en uno solo: el lenguaje».

«Nos dice Pombo que el lenguaje, la gran creación humana, se sirve de los escritores para expandirse y ampliar nuestra manera de llegar al mundo, cada palabra nos permite iluminar una parte de la realidad y se pierde, perdemos la realidad que iluminaba. Cada escritor tiene una misión de claridad», enunció Felipe VI.

Destacó del autor que «mantiene un vínculo lingüístico» con Cantabria, «evoluciona estéticamente hacia la dura belleza del páramo», educado en una familia «acostumbrada a contar historias», ha defendido «la importancia del humor y el valor de venerar las cosas serias y reírse de todo lo demás, incluyendo de uno mismo».

A juicio del Rey, dos aspectos de su obra le confieren un perfil singular. Por un lado, la bondad, lo que «resulta sorprendente, porque diríase que la maldad en el ámbito literario ofrece más posibilidades». «Pombo no es ingenuo -matizó el Rey-, no piensa que todo el mundo sea bueno, sino que sería deseable que lo fuera. Ha pintado la maldad como un fracaso, insistiendo en la vulgaridad del mal. Lo bueno le parece lo brillante, lo inaudito, la gran creación. Parece contracorriente ese interés por los personajes buenos, por la santidad», que ha plasmado en obras como 'Luzmila' o 'El metro de platino irisado'. Un contraste que también se da en su poesía, «donde aparece la negrura pero acaba triunfando la luz», como en 'Protocolos para la rehabilitación del firmamento'.

El segundo tema central en su obra es la verdad, donde también Cervantes sirve de precedente a Pombo, «a quien el tiempo ha dotado de un aspecto quijotesco», dijo Felipe VI. Como prueba «de su capacidad de integrar contradicciones», el monarca mencionó cómo la huella de experiencias muy distintas hace que sus novelas sean impredecibles. «No sabemos si en la página siguiente va a citar a Heidegger o a su gato», dijo el monarca, haciendo reír al escritor cántabro.

En los tiempos que vivimos, los valores citados, claridad, verdad, bondad, son como faros que deben guiarnos, en estos días inciertos y para muchos aciagos.

Con la claridad del buen maestro, Pombo nos habla de ellas en su obra, por este motivo, este premio Cervantes es además de merecido, beneficioso para la sociedad en su conjunto. Por eso a nuestra enhorabuena, la de tantos lectores, le añadimos un gigantesco gracias.

La interpretación del 'Gaudeamus igitur' dio por finalizado el acto, tras el cual los monarcas se acercaron a Pombo, le estrecharon cariñosamente la mano y abrieron la comitiva hacia el exterior del claustro, para el tradicional recorrido, cuya imagen engrosa ya la historia de la Universidad de Alcalá de Henares, de la galería de premiados con máximo galardón de las letras en español, y, cómo no, de la literatura cántabra.

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