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Cantabria lucirá este verano un total de once Banderas Azules en las playas de cinco municipios, una más que en 2024, ya que este año el arenal de Helgueras, en Noja, ha obtenido también esta distinción. Precisamente, este municipio de la zona oriental de la región contará con tres Banderas Azules, al revalidar las de las playas de Ris y Tregandín, las mismas que tiene Castro Urdiales en sus arenales de Brazomar, Oriñón y Ostende.
Los municipios de Suances y Arnuero contarán con dos distintivos cada uno. El primero lo hará en las playas de El Sable de Tagle y Los Locos, y el segundo las lucirá en La Arena y El Sable de Quejo. Por último, San Vicente de la Barquera ha revalidado su bandera en la playa de Merón. Además, este año, la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC), que promueve este programa, ha otorgado al municipio de Arnuero una «mención especial de accesibilidad y atención a personas en situación de discapacidad».
La Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC) y la Fundación para la Educación Medioambiental (FEE, por sus siglas en inglés), promotoras de esta iniciativa, han desvelado este miércoles el listado de las Banderas Azules que ondearán esta temporada, y España vuelve a ser el país con mayor número de distinciones de este tipo, con 642 playas destacadas.
A nivel nacional, España ha obtenido un total de 749 Banderas Azules este verano, dos más que en 2024, porque, además de las 642 en arenales mencionados, también se ha distinguido a 101 puertos deportivos y seis embarcaciones turísticas. El programa Bandera Azul, que promueve el uso racional de los recursos en las instalaciones y actividades náuticas, está presente en 52 países de los cinco continentes y en más de 5.000 lugares.
Los organismos que conceden las Banderas Azules a las playas siguen criterios de sostenibilidad y consideran «imperativo» que los arenales en los que ondee esta distinción prohíban la presencia de perros durante la temporada de baño «para proteger la salud de las personas, de las mascotas y del ecosistema», puntalizando que quedan exentos los perros guía.
ADEAC y FEE insisten en que este criterio debe cumplirse, en primer lugar, «por la salud de las personas, ya que, según estudios de la Organización Mundial de la Salud, existen riesgos microbiológicos para la salud humana asociados a la presencia de excrementos de perros en las playas, sobre todo para niños».
Un segundo motivo que alegan es «la propia salud de los perros, sobre todo en verano, debido a las altas temperaturas que se alcanzan en los arenales».
El calor, añaden, puede causarles «deshidratación, afección a las almohadillas de las patas, intoxicación por la alta concentración de sodio del agua de mar o intoxicación por algunas algas». Además, añaden, hay que tener en cuenta «la protección del ecosistema de la playa, sobre todo si hay dunas». En ellas, «especies vegetales y animales, especialmente aves (algunas en peligro de extinción y fundamentales para la conservación del ecosistema), necesitan estar protegidas». Pero «cada vez son más las personas que quieren llevar sus perros a la playa y se genera una presión enorme sobre la avifauna que depende de este medio para alimentarse, descansar o criar».
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