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Nacho González Ucelay
Santander
Martes, 27 de octubre 2020, 19:30
Un mal despertar. Así define Luciano José Simón el nacimiento de un suceso que mantuvo en vilo a toda Cantabria mediado el mes de ... julio de 2018, cuando, tras un roce familiar, el hombre se atrincheró en su vivienda de la escarpada Liébana y se lió a tiros con la Guardia Civil para echarse luego al monte dejando atrás a un agente herido y a varias decenas persiguiéndole durante 19 horas de reloj. «Fue como el apocalipsis», recuerda nítidamente Luciano, por todo esto conocido como el 'rambo' de Turieno.
Acusado de un delito de homicidio en grado de tentativa, de otro de atentado a agentes de la autoridad y de uno más de tenencia ilícita de armas –por los que la Fiscalía solicita para él una condena de trece años de cárcel– y actualmente en prisión provisional comunicada y sin fianza, Luciano José Simón compareció ayer en la Audiencia Provincial para dar su versión de lo ocurrido en esos tres angustiosos días –17, 18 y 19 de julio de 2018– en los que se desarrollaron todos los acontecimientos.
Lo hizo respondiendo solamente a las preguntas de su defensa, que luego de naufragar en su intento de suspender el juicio alegando diversas circunstancias, todas rechazadas por la jueza, intentó demostrar que su cliente nunca disparó con intención de matar a alguien.
En su declaración, sin desperdicio periodístico, desde luego, Luciano reveló que el fin de semana anterior salió y consumió alcohol y drogas en abundancia. «Bebí mucho whisky y tomé heroína, cocaína, trankimazines... y unas pastillas de un tratamiento que me tomo por mi cuenta», explicó el encausado, que se declaró consumidor de narcóticos «desde hace más de 40 años». Luego, ya adentrado en el relato, llegó a confesar a la jueza que él «ya fumaba porros con Franco». En la época, se entiende.
Situándose ya en los hechos, Luciano contó que el día 17, martes, «estaba en la cama tranquilamente cuando mi hermana me llamó para que fuera a comer y como no quería que me molestara coloqué una mesita de noche contra la puerta».
En su posterior declaración, la hermana relató que, en efecto, le llamó para que fuera a comer y que, preocupada por Luciano, que le había dicho que se había tomado un montón de pastillas y no respondía a sus llamadas, optó por avisar a otro hermano para que le ayudara a entrar en la habitación.
La mujer, que dijo sentirse «culpable de todo lo que ha pasado» pues cree que su preocupación por el estado de salud de Luciano fue el detonante de los sucesos que se produjeron después, explicó a la sala que ella y su hermano decidieron romper el cristal de la puerta del dormitorio del acusado.
«Me alteré con ellos», dijo Luciano. «Tuve un mal despertar», matizó el hombre, que tras encararse con ellos navaja en mano se volvió a la cama.
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Al rato, continuó el procesado, «me llamaron desde la puerta y me encontré con dos guardias civiles. Les dije que se marcharan, les eché, cerré y subí al desván. Sólo era consciente de la mala hostia de la que me habían puesto», añadió en su relato Luciano, que, acto seguido, sacó una escopeta, abrió una ventana, asomó los cañones y disparó según aseguró sin un objetivo.
«Disparé contra la fachada de enfrente», matizó el encausado, que sabía dónde se encontraban los agentes «pero desde mi posición no los veía».
Después de ese primer incidente «me tomé unas pastillas y me quedé dormido hasta que sentí un tinglado dentro de la casa», dijo Luciano avanzando en su declaración hasta el momento en que un equipo de agentes pertenecientes a la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia de la Guardia Civil irrumpió en su domicilio.
«Yo sabía que iban a venir a buscarme, así que hice un tapón en la escalera con algunos baúles, arcones y todo lo que pillé por ahí y me caí tronzado en la cama». Poco después, recuerda, se produjo un estruendo en la casa. «Hubo tiros por todos los lados. Aquello fue como el apocalipsis», describió muy gráfico Luciano, para entonces a tientas en casa porque los agentes habían cortado la luz del pueblo.
El acusado, que dijo que durante la balacera «entraban ráfagas de tiros por la ventana que pegaban en la pared y rebotaban» – «tuve un despertar un poco violento», afirmó– negó saber que durante el intercambio de disparos hubiera herido a un agente. «En ningún momento oí quejarse a nadie», apuntó Luciano, próximo a relatar su huida y su posterior captura.
A las cinco de la madrugada del miércoles, tras diez horas de enorme tensión en la vivienda, «me asomé a la ventana, vi que estaban (los guardias civiles) fumando y bebiendo, que aquello parecía más bien una romería, y aproveché para descolgarme por una ventana y tirar para el monte», contó Luciano, que tras permanecer 19 horas fugado, a eso de las doce y media de la noche, fue capturado cuando intentaba regresar a su casa.
«Me senté en un poyo a esperar que se hiciera de día y entonces vi venir corriendo a un guardia civil, así que corrí hacia el pajar y me metí debajo del coche, que es de donde luego me sacaron arrastras», explicó el procesado, que no ahorró en los detalles relacionados con su arresto. «Me metieron y me sacaron del garaje tres veces para hacerse fotos conmigo», dijo haciendo arquear las cejas a la audiencia. «Sí, sí. Se hicieron fotos conmigo y luego las colgaron en internet, que las he visto yo», concretó Luciano, que decidió regresar a su domicilio al verse abrumado por la situación. Es decir, «al ver el tinglado que había allí. Guardias civiles en los tejados, un helicóptero... Decidí volver antes de que mandaran el Ejército», concluyó el procesado.
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