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Volver a casa, el error de Luciano

Luciano Simón estuvo escondido en un monte cercano a su casa y regresó a ella a medianoche, cuando vio que no había guardias civiles. Era una trampa. Sabían que en algún momento volvería y le tendieron una emboscada

Jueves, 19 de julio 2018

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Después de diez horas de enfrentamiento armado con la Guardia Civil y otras 19 huido tras haber logrado burlar el cerco policial, el hombre que se atrincheró en la noche del martes en su vivienda de Turieno (Camaleño) ha sido detenido. Los cerca de cien efectivos que formaban parte del dispositivo de búsqueda han logrado dar con él esta madrugada, exactamente a las 00.35 horas. Luciano José Simón, de 58 años y vecino de Liébana, bajó del monte y se encaminó a su casa pensando que allí no quedaba nadie. Agentes agazapados le apresaron en las inmediaciones de la vivienda. Fue trasladado a los calabozos del cuartel de San Vicente de la Barquera, donde ha pasado la noche hasta que a las 13.05 horas de este jueves ha salido para prestar declaración en las dependencias de la Guardia Civil, acompañado por un abogado de oficio. Allí también ha sido sometido a un reconocimiento médico. Dicen que está «muy tranquilo». Se espera que mañana, viernes, pase a disposición judicial.

Aunque huyó sobre las seis de la madrugada de ayer fuertemente armado, fue localizado sin rastro de las escopetas que se había llevado de la casa 18 horas antes, cuando emprendió una fuga que mantuvo en vilo a toda una comarca, bajo las alertas de que un individuo «extremandamente peligroso» andaba suelto. Cayó sin remedio en la trampa que habían diseñado los miembros del Grupo de Acción Rápida (GAR) con base en La Rioja que se desplazaron hasta la zona para contribuir con el operativo. Parte de este equipo permenecía escondido en las inmediaciones de la vivienda, seguro de que Luciano estaba cerca, tenía controlada la casa y regresaría más temprano que tarde al lugar en el que la noche anterior había abierto fuego en más de 20 ocasiones contra la Benemérita. Se había fugado con lo puesto. En algún momento necesitaría comer o cambiarse de ropa. Y así fue. Lo vieron bajar por un camino situado entre los montes de La Viorna y Arabedes. Iba «agotado, aturdido», ha contado esta mañana el delegado del Gobierno, Pablo Zuloaga. No opuso ninguna resistencia y apenas intercambió palabras con los guardias civiles. Hoy, el instituto armado ha distribuido un vídeo en el que se percibe ese estado de agotamiento descrito por Zuloaga. Con el cuerpo curvado, el gesto adormilado y la cabeza gacha, fue introducido casi en volandas en la patrulla que puso fin a su 'épica' evasión.

Fue 'cazado' con gran discreción. De hecho, a la media hora, la tranquilidad en Turieno era total otra vez. Aunque permanecía el cordón policial alrededor de la casa, apenas había rastro del centenar de efectivos de cinco provincias distintas que durante casi 30 horas habían participado en el dispositivo.

Luciano Simón se encuentra en estos momentos bajo custodia policial en el cuartel de la Guardia Civil de San Vicente de la Barquera, donde fue trasladado instantes después de su detención.

Pablo Zuloaga mostró tras conocer la noticia su agradecimiento a los agentes por el «esfuerzo y trabajo realizado». Además, valoró la «comprensión de la ciudadanía» que en todo momento ha colaborado con el dispositivo y ha seguido las recomendaciones de evitar el monte en la medida de la posible. «Es el momento de felicitarnos por la rápida intervención», ha concluido.

Las incógnitas de la fuga de Luciano Simón

¿Qué hizo en esas 18 horas? ¿Dónde estuvo? ¿Dónde están sus escopetas? La fuga de Simón deja todavía muchas preguntas sin respuesta. Se van afinando detalles, como el lugar de la casa por el que se sospecha que se escapó en medio de una osuridad absoluta. «Por un ventano de 40x40 de la primera planta, y después se descolgó por unos cables», ha dicho Zuloaga. Lo hizo a pesar del potente cordón policial que había alrededor de la vivienda, circunstancia que generó bastante polémica, más a raíz del tuit -lo borró enseguida- del presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que calificó el atrincheramiento y posterior fuga de «chapuza total», un comentario muy criticado por partidos de la oposición. ¿Hubo algún error? «Corresponde a la Guardia Civil analizar ahora toda la operación; se está trabajando todavía en las diligencias; han de analizar el procedimiento seguido en cada momento», ha dicho Zuloaga, que no ha querido entrar a valorar las críticas de Revilla ni hablar de posibles responsabilidades, «ahora es momento de insistir en que la detención ha sido un éxito de la Guardia Civil: hoy Liébana está segura».

Sobre el inusitado tiroteo que escucharon espeluznados tantos testigos en medio de la negra noche (contaron más de 150 disparos), el delegado del Gobierno justificó que los tiros tenían un motivo de peso: la evacuación del agente herido por uno de los disparos de Luciano Simón. Ese guardia civil, miembro de la Usecic, había conseguido asaltar la casa con sus compañeros. Los agentes estaban en la planta baja y Luciano se atrincheró en el piso superior, desde donde seguía disparando por dentro y hacia fuera. Hubo disparos de escopeta, de metralleta, de pistola, algunos de ráfaga y otros de forma intermitente. ¿Quién disparaba? «Muchos de los disparos los realizaron los guardias civiles para cubrir la evacuación del herido, para asegurar la protección de su vida» en el momento de sacarlo de la casa, ha detallado.

Otro de los datos que sí ya está claro es que nadie se lo encontró por el monte. No consta «ningún aviso cierto» para poder saber por dónde andaba exactamente durante todas las horas en las que estuvo en paradero desconocido. «Ahora hay que estudiar el itinerario que llevaba al bajar a su casa» para encontrar las escopetas y conocer el minuto a minuto de su huida.

En cuanto los guardias le arrestaron anoche, Luciano les dijo que iba «a buscar algo» dentro de su casa y que luego pretendía volver al bosque. No explicó qué era ese 'algo' que propició que su increíble fuga llegara a su fin.

A la una de la tarde salió de los calabozos de San Vicente, esposado y sujetado por los brazos por dos agentes. La capucha de la sudadera tapaba la cabellera que le han dado el apodo de 'El Rizos'. Los escasos metros que que tuvo que recorrer hasta la entrada principal del cuartel los recorrió otra vez con la cabeza gacha y el paso bamboleante.

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