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Agentes de la Guardia Civil ante la casa en la que se refugió el hombre.

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Agentes de la Guardia Civil ante la casa en la que se refugió el hombre. Sane

Atrincherarse, una reacción repetida

En Cantabria ya hubo otros casos de encierros, disparos o intentos de agresión a los agentes que trataban de detenerlos

Pilar Chato

Santander

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Jueves, 19 de julio 2018, 07:20

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Atrincherado y tiroteo. La búsqueda de estas dos palabras juntas en las hemerotecas regionales saca a la luz al menos otros tres casos en los últimos diez años en la región. Si esa revisión se limita a tiroteo la lista se multiplica, pero esa sería una larga crónica de sucesos. La opción de Luciano Simón de refugiarse tras las paredes de su casa y tras ráfagas de disparos son la línea central de otros incidentes.

En diciembre del año 2007 resultaban heridos varios guardias civiles en un incidente en el que dos hombres y un menor se personaron en la vivienda de un vecino de Cicero, le retuvieron en contra de su voluntad, le agredieron con un arma blanca y le exigieron dinero al tiempo que revolvían en la vivienda. El aviso de un vecino alertó a la Guardia Civil, que desplazó hasta el lugar a cinco patrullas y logró detener a uno de los asaltantes y al menor, pero el arresto del tercero se complicó.

Varios agentes heridos

Le encontraron en un cobertizo tratando de escapar por una ventana pero se «atrincheró» al verse rodeado por los agentes. Su reacción fue lanzarles palos, barras de hierro, cuchillos, un hacha y hasta una bombona de butano. Hubo varios heridos. Finalmente fue detenido.

En un caso más reciente –en septiembre del año 2016– un hombre se atrincheró en una cabaña en Santoña y amenazó con explotar una bombona después de que la policía acudiera por el aviso de un vecino que oyó los gritos de auxilio de una mujer. Al llegar, los agentes se encontraron a la mujer y, justo fuera de la cabaña, estaba el presunto agresor «con un cuchillo en la mano» y profiriendo amenazas de muerte contra la mujer y los agentes para que no se le acercaran. Según constaba en el informe policial, mientras gritaba a los efectivos amenazaba con explotar la bombona diciendo: «¡Morimos todos!». Los policías intentaron que bajara el nivel de agresividad, sin conseguirlo. En esos momentos de tensión, el agresor se fugó hacia el monte Buciero, siendo perseguido de inmediato por los agentes. Durante la batida, miembros del dispositivo recibieron un aviso de que había bajado de nuevo a la caseta, por lo que volvieron hacia el lugar. En el registro del interior del edificio lo encontraron escondido. Tras un forcejeo con el hombre –que portaba una arma blanca– consiguieron reducirlo y detenerlo.

Disparos y fuga

Y queda otro. En octubre del año pasado, un hombre disparó en dos clubes de alterne de la recta de Heras y luego se atrincheró en casa de su exmujer, en Sarón. J. L. –conocido en la localidad como 'El Rizos'–, primero disparó al techo del Club Acrópolis tras una discusión con un hombre. La disputa continuó bien regada en alcohol (según cuentan los testigos), en otro de los establecimientos de la zona, el Borgia. El periplo de este sujeto continuó más adelante, en Sarón, donde subió al domicilio de su exmujer, que también había sido su piso, y se encerró allí.

Pocos minutos después, afuera, la Guardia Civil ya había cortado la calle al tráfico para evitar riesgos. Los disparos continuaron al principio aunque luego la lucha dejó paso a la dialéctica. La conversación entre el hombre armado y el operativo continuó por más de dos horas. Finalmente J. L. decidió entregarse.

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