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Emérito Astuy, Sergio Peón, Isabel Fombellida, Francisco Agudo y Daniel Fidalgo comparten mesa junto a la bahía de Santander Javier Cotera
Un debate informal

Los directores de hotel piden medidas reales para la desestacionalización y una promoción efectiva

El Diario Montañés reúne en torno a una mesa a cinco responsables de alojamientos para hablar de turismo | A los pisos turísticos les achacan el descontrol, piden igualdad de trato y una regulación que no debe dejarse en manos de los ayuntamientos

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 5 de octubre 2025, 07:44

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No es sencillo sentarles juntos a la mesa. No porque no se lleven bien. Todo lo contrario. Se conocen desde hace años y, aunque a cada uno le toca mirar por lo suyo, hay mucho que les une. También afecto. Se nota. Lo complicado es cuadrar agendas y charlar con un café de por medio con un periodista escuchando. Cinco directores de hotel. Entre todos, unas ochocientas habitaciones. Tres responsables de establecimientos en Santander y otros dos de distintos puntos de la región (Isla y Liébana, costa e interior). Una buena representación del sector que trabaja sobre el terreno con la idea de analizar para El Diario cómo están las cosas. Francisco Agudo (Santemar), Sergio Peón (Bahía) y Daniel Fidalgo (Silken Río/Coliseum) desde la capital. Isabel Fombellida (Infantado, en Ojedo) y Emérito Astuy (Astuy) vienen de sus municipios. Los cinco coinciden en casi todo. Conclusiones. Que los pisos turísticos han cambiado el escenario y, en general, no para bien. Que el único que de verdad hace algo por la manida desestacionalización es el tiempo (no la política). O que los esfuerzos deben centrarse –que no se hace– entre noviembre y abril.

La idea no es convertir este texto en una retahíla de frases (que las habrá). Es mejor quedarse con las ideas compartidas durante casi una hora de conversación. Agudo (Torrelavega, 1964) lanza el debate.

–Julio este año ha sido un pelín más bajo que el año pasado, pero hablamos de porcentajes muy pequeños, y agosto, una subida de un 0,5%. Lo que llama la atención es que nosotros hemos llegado a tener ocupaciones en agosto del 95, 96 o 97% y nos estamos quedando en el 91, igual que el año pasado. Es decir, qué ha cambiado en este sector en los dos últimos años es lo que tenemos que ver. Si nos hemos estabilizado en unas cifras buenas pero algo más bajas de las que llegamos a tener y se habla de masificación, ¿dónde está toda esa gente?

Todos coinciden. Buen verano (tal vez en julio se puede subir algo más), pero con cifras estabilizadas en los últimos años. Como si los hoteles hubieran tocado techo en este periodo mientras la sensación –y la realidad– es que viene más gente. Ahí surgen dos asuntos: pisos turísticos y masificación.

«Al final –sigue el director del Santemar–, el verano va del Carmen a la Asunción. Aquí cuando hablamos de masificación, parece que es que todo el verano estamos llenos y no es cierto». Un mes. «Es que es el mes de toda la vida». Para Astuy (Santoña, 1971) «un sábado 15 de agosto tiene que estar todo lleno». «Y te tiene que costar aparcar y te tiene que costar encontrar un sitio para comer, y las habitaciones te van a cobrar 200 euros». Y, si no, coinciden «tendríamos un problema».

O sea, que sí que hay más gente y que hay que prestar atención al riesgo de pasarse el límite (se habla de sistemas de aforos, por ejemplo), pero que el pico máximo no dura más de un mes. No se puede, entienden, hablar de masificación entonces.

–Hay que garantizar la calidad, y filtrarla vía precio, vía servicio y atención al cliente. Pero no podemos llenar la ciudad de malos clientes. Tenemos que dar un buen servicio si queremos seguir creciendo. Pero masificación no creo que exista.

«Con la regulación de los pisos turísticos se están pasando la pelota unos a otros. Son unos cobardes. No se atreven a abrir el melón»

Emérito Astuy

Astuy

«Alargar la temporada entre abril y octubre no se ha conseguido porque se haya hecho algo. Sólo porque está cambiando el tiempo»

Sergio Peón

Hotel Bahía

«Tenemos que dar un buen servicio para seguir creciendo. No hay masificación, pero no se puede llenar la ciudad de malos clientes»

Daniel Fidalgo

Silken-Coliseum/Río

«Si la ocupación es similar y dicen que hay masificación. ¿Qué ha cambiado? ¿Dónde duermen? ¿Miramos cuánto trabajan los supermercados?»

Francisco Agudo

Santemar

«A veces al cliente que viene de Madrid le gustaría encontrar esto como hace años. Aparcar en la puerta y que en Potes fuéramos en albarcas»

Isabel Fombellida

Infantado

Lo dice Fidalgo (Navia, Asturias, 1988), que también recuerda el problema que tienen para encontrar personal cualificado para dar buen servicio. La conversación, es inevitable, se va a los pisos turísticos. Por resumir, lo que piden es igualdad de trato. Jugar con las mismas cartas.

–Fidalgo: Yo no estoy en contra de las viviendas turísticas. Estoy en contra de las ilegales. Creo que tenemos que jugar todos en igualdad de condiciones. Llega el señor Marlaska: registro de viajeros, diciembre de 2024. Tenemos que recopilar 36 datos cuando antes eran diez. Las inversiones que tuvimos que hacer, formaciones, sistemas informáticos... O la seguridad: control de plagas, legionela, prevención de incendios... ¿Dónde está todo eso en los pisos? Tenemos que jugar en igualdad de condiciones.

–Astuy: Y así pueden cobrar más barato, es evidente. ¿Está dada de alta la limpiadora o limpia la prima, la amiga o la sobrina? ¿Tienen algún convenio? Estamos jugando el mismo partido pero con distintas reglas.

Todos asienten.

Fombellida (Burgos, 1980) indica entonces –como vecina, más que como directora de hotel– el problema de convivencia que se genera a veces al compartir bloque con los alquileres vacacionales. Ahí afloran otras ideas. Que estas «incomodidades», dicen, son las que generan el malestar y la sensación de masificación, que sería interesante saber lo que trabajan los supermercados en verano, que los protagonistas de escenas negativas como las del Puntal o los 'acampados' en pleno Sardinero no son clientes suyos...

Se intercalan debates, como el del problema que para los servicios públicos (basura, aguas, policía...) supone un crecimiento tan grande de las poblaciones en las franjas de verano, las necesidades de aparcamientos (se habla del Sardinero, por ejemplo) o que el aumento brutal de alojamientos vacacionales ha distorsionado los datos. No son reales.

–Ya no sabemos realmente la gente que viene. ¿Dónde duermen?

Creen que es necesario regular, pero también que no se hace o se hace mal. «Se echan la pelota unos a otros. Puedes ponerlo bien claro: son unos cobardes. No se atreven a abrir el melón», denuncia Astuy, que aplaude que en su ayuntamiento (Arnuero) sí se pongan límites concretos (una plaza de aparcamiento por habitación). Porque lo de dejar la normativa en manos de los ayuntamientos –como hace el decreto del Gobierno regional– no les convence. «Otro error. Habrá valientes, pero en los municipios será aún más difícil porque los que tienen que tomar decisiones están más cercanos al vecino, tienen más implicaciones personales, familiares, de amistad...».

Peón (Torrelavega, 1967) amplía el debate. «En julio y en agosto hay muchísima gente y clientes para todos. Pero fuera de ese mes, donde más notamos lo de los pisos turísticos es en los fines de semana de primavera y de otoño». Eso enlaza con la desestacionalización. Y el director del Bahía es el que habla más claro en este asunto: «Alargar la temporada entre abril y octubre no se ha conseguido porque se haya hecho algo. Sólo porque el tiempo está cambiando». Exclusivamente por el tiempo.

«Programaciones de congresos, como siempre. De abril a octubre. Culturales. De abril a octubre. Deportivas. De abril a octubre. De conciertos. De abril a octubre. Como siempre». Lo dice Peón y todos están de acuerdo en la idea, aunque en los discursos institucionales la desestacionalización esté presente como un mantra repetido.

–Hay cuatro meses al año en los que es inviable. Noviembre, diciembre, enero y febrero.

–Y marzo, si ese año no cae la Semana Santa.

Insisten: haber conseguido ampliar la temporada entre abril y octubre se debe exclusivamente al tiempo, un factor que es absolutamente determinante para Cantabria y que tiene toda la pinta de serlo aún más en el futuro. Pero en la parte más cruda del año, nada. «Teniendo en cuenta que en invierno hay muchos alojamientos cerrados, además. En Liébana, la gran mayoría cierra enero y febrero, y el cliente se enfada. Pero es que no hay», explica Fombellida.

Precios y tasas

¿Subidas de precios? Sí, admiten. Pero «moderadas», por debajo de lo que han subido sus gastos. «Da la sensación de que el precio –apunta Peón– lo ponemos sólo nosotros. Yo no puedo poner un precio que tú no quieras pagar. El precio lo pone el cliente, el mercado».

¿Y cobrar una tasa turística? En contra. «Otra idea para recaudar. Además te engañan, porque dicen que es para revertirlo al turismo. Si eso fuera así, vale. Pero es mentira», responde Astuy. Si revertiera, tal vez. Pero no lo creen, aunque la gente no dejaría de venir por pagarla. «¿Y para qué? ¿Para limitar que venga gente? ¿Para que no se masifique? Que sean un poco más imaginativos, más audaces. Pongo una tasa y ya digo que he hecho algo por la masificación», ironiza.

Se acaba el tiempo. Quedan muchos asuntos. «Y luego –dice Peón antes de despedirse– tenemos un problema más. Vamos a tener normas, ¿pero quién las va a hacer cumplir?».

Para la próxima.

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