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Santander. En el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, sobre las 12.30 horas todo se apagó. Fueron unos instantes los de oscuridad porque, a ... los pocos minutos, comenzaron a funcionar sus propios generadores. La luz en los pasillos trasladaba normalidad, pero el ambiente estaba enrarecido. En el servicio de Urgencias era donde más nervios se percibían. «Durante quince minutos se iba y venía», comentaban al salir del área Rosana Muñoz y su hija. El coordinador de Urgencias, Gonzalo Pérez Rojí, explicó que «hubo apagón, pero a los pocos minutos todo volvió a funcionar con normalidad. Me consta que en la UCI no ha parado nada». Lo que no sabía, en ese instante, era lo que estaba por venir. Y como él, el resto de sanitarios, trabajadores y pacientes de Valdecilla.
En la entrada de Urgencias del hospital se notaba la incertidumbre. Y la preocupación. Especialmente por las personas que se acercaban en busca de botellas de oxígeno para los familiares convalecientes en casa. Llegaban nerviosos, pidiendo el material y preguntando cuánto le iba a durar el suministro a cada paciente. «A 2 litros de presión dura 8 horas, pero a 3 litros 5 horas», comentaban los sanitarios del servicio. «¡Hay una tabla con los tiempos!», se escuchaba desde el interior de Urgencias. Son ejemplos de pacientes electrodependientes para los que las botellas de oxígeno podían ser decisivas. Al respecto, el consejero de Salud, César Pascual, explicó en una comparecencia a los medios de comunicación que para atender estas incidencias se puso en marcha «una red de crisis» del 061. Desde este gabinete se trató de identificar y contactar con el conjunto de cántabros electrodependientes para comprobar sus necesidades. «Son pocos y estaban controlados», aclaró Pascual. Normalmente sus dispositivos «cuentan con una pequeña batería que ya valora la posibilidad de vivir un corte de luz en sus domicilios», pero el riesgo de su situación era alto, por lo que, se dejó abierta la posibilidad de realizar recogidas y traslados a hospitales como alternativa en caso de urgencia. El elemento determinante era el tiempo sin luz, ya que de ello dependería la capacidad de los generadores y las baterías.
En la entrada de Urgencias, las ambulancias se acumulaban intermitentemente. Y los técnicos del transporte sanitario tenían una preocupación común: si iban a estar disponibles los cargadores eléctricos de los vehículos. Floren Ceballos, conductor de ambulancias, contaba que en su caso, si se agotaba la autonomía de la ambulancia, «no sé si la podremos volver a cargar». Y es que, la energía que se utiliza en el hospital, procedente de sus propios generadores alternativos, se optimiza al máximo: un ordenador por planta y reducción de los servicios no clínicos –como el de cafetería–.Asimismo, se suspendieron las citas no urgentes y las cirugías por la tarde (peonadas). Por lo que la electricidad en el parking, donde se encuentran los cargadores de ambulancias, no se sabía si estarían operativos.
El grupo electrógeno propio de Valdecilla funciona con combustible. El apagón pilló las reservas prácticamente llenas, pero además desde la Consejería y el hospital confirmaron que se iban a volver a rellenar durante el mediodía. Por lo que, mientras hubiera combustible, la electricidad estaría garantizada. Las intervenciones urgentes se iban a mantener y las previstas para ayer y que fueron suspendidas, se reprogramarán. Tan solo tres operaciones se siguieron realizando durante el apagón con electricidad de los generadores, el resto de pacientes ya había salido de quirófano.
Después de las llamadas de personas encerradas en ascensores y problemas de salud, los avisos más numerosos de Emergencias del Gobierno de Cantabria (112) fueron de personas mayores o con discapacidad en residencias. Así lo aseguró Mónica Escobedo, directora general de Seguridad y Proteccion Ciudadana del 112 de Cantabria. Además, informó sobre la petición, en una de las reuniones mantenidas con miembros del Ejecutivo Central, de generadores alternativos para los distintos centros de dependencia de Cantabria. El Gobierno solicitó a la Unidad Militar de Emergencias (UME) estos depósitos de energía: «Movilizamos incluso a la UME para ver si nos lo podían hacer llegar», declaró en una comparecencia a medios de comunicación. Donde, además, insistió en que las llamadas que recibió el servicio de Emergencias de los centros de dependencia eran de «necesidades puntuales».
A medida que pasaban las horas, se empezaba a notar algo más de normalidad entre los trabajadores. El ambiente entre los pacientes, no tanto. Iván Amarelle estaba de viaje con su novia en Cantabria. Por un pequeño percance sin gravedad, acabaron en Urgencias. A las 13.00 horas, llevaban «más de una hora esperando» y, al no ser nada grave, «no sé si nos iremos sin un diagnóstico». Una decisión que adoptaron también otras personas que se acercaron con incidencias menos urgentes, conscientes de la excepcionalidad de la situación. En el caso de las personas que acudían a sus tratamientos habituales, como los de diálisis, en el turno de mañana recibieron el ciclo completo, que duró cuatro horas, mientras que quedaba la duda de si a los de la tarde se les administrarían tres horas para optimizar la energía del generador.
No obstante, con la vuelta de la electricidad la Dirección de Enfermería confirmó que el tratamiento se completaría en todos los casos. Las tensas horas del apagón también se notaron en el procedimiento de las personas que se encontraban en reanimación (REA), recuperándose de anestesia general o local, ya que permanecieron más tiempo del habitual en observación para asegurar que su traslado a planta se podía hacer de forma segura y en ascensor.
El maratón de donación de plasma previsto ayer, lunes, se tuvo que suspender nada más empezar como consecuencia del apagón. Mucho tiempo de preparación con el objetivo de volver a llenar las reservas del Banco de Sangre y Tejidos de Cantabria. Se había trasladado hasta el Ayuntamiento de Santander –donde se iba a celebrar la donación masiva– las máquinas de aféresis necesarias y se habían concentrado muchas citas de donantes. Se esperaba poder extraer entre 8 y 10 citas. Sin embargo, a mediodía, con la luz, las expectativas y la previsión cayeron. La actividad de donación se paralizó, por lo que se decidió parar el maratón. El problema no quedaba ahí. La principal preocupación de sus impulsores, el Banco de Sangre y Tejidos, era cómo se iban a mantener las reservas que se encuentran almacenadas en el Hospital de Liencres. A pesar de conocer la existencia de generadores, perderlas supondría un grave varapalo para toda la Comunidad. El director del Banco de Sangre, José Luis Arroyo, estaba frente al Consistorio, pero tenía un ojo en el centro hospitalario de Piélagos.
Todos los hospitales de Cantabria (Valdecilla, Sierrallana, Liencres...) e «instalaciones vitales» (Idival, por ejemplo) han contado con electricidad gracias a sus grupos electrógenos. «Se repostaron todos los depósitos», aseguró el consejero. Eso sí, con un alto control en la actividad que se desarrollaba. Las cirugías programadas por las tardes se suspendieron en todos los centros. Aunque «la situación estaba controlada, se trata de evitar sobrecargar la demanda de electricidad y poder mantener la actividad de urgencia». Además, los centros de salud más grandes también funcionaron a través de sus propios generadores, mientras que los consultorios rurales más pequeños sufrieron mayores problemas y cerraron.
Por su parte, el Hospital Santa Clotilde también mantuvo la actividad asistencial gracias a la energía generada por sus grupos electrógenos. «La actividad en los quirófanos se vio interrumpida, una vez finalizadas las cirugías que se encontraban en marcha, mientras que se mantuvo la normalidad en las áreas de hospitalización y Urgencias, con las restricciones obligadas por las limitaciones en el suministro», indicó el centro. Asimismo, el Hospital Mompia también desarrolló la labor asistencial sin mayores incidencias. Igualmente, con la suspensión de cirugías programadas que hoy, martes, se retomarán.
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