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Los Jardines de Piquío serán azules. Así lo han decidido los 854 vecinos de Santander que han participado en la consulta ciudadana que organizó el ... Ayuntamiento con motivo de las obras de rehabilitación de este emblemático espacio de la ciudad. Había dos alternativas, o el llamativo azul de los últimos 27 años o el histórico negro que se eligió en 1925. Y los santanderinos han votado «mayoritariamente» por la primera opción para el nuevo pavimento, con el 62,76% de los votos.
El concejal de Fomento, Agustín Navarro, ha dado a conocer los resultados de la votación este viernes, que ha estado abierta en la segunda planta del Casino de El Sardinero entre los días 19 y 27 de abril. Una vez chequeados los resultados con el listado del padrón, con el fin de identificar los votantes empadronados, el resultado es el siguiente: han participado 854 personas de las que 536 han elegido el azul (62,76%) y 318, el negro (37,24%).
«El color del pavimento de Piquío ha sido objeto de debate para los santanderinos a lo largo de la historia, por eso hemos querido tener en cuenta sus preferencias para incorporarlas al proyecto que tenemos en marcha», explicó Navarro, que reiteró que el resultado de la obra «será fiel a su identidad», por lo que los vecinos se sentirán «orgullosos» de la actuación que está llevando a cabo el Ayuntamiento, que cuenta con una inversión de 1,3 millones de euros. A juicio del concejal, esta renovación de los Jardines es una actuación «muy solicitada y consensuada con los vecinos y el sector turístico de la zona, que permitirá rehabilitar y mejorar el espacio manteniendo «escrupulosamente el diseño original en todos los aspectos».
En la segunda mitad del siglo XIX, cuando el promontorio de Piquío comenzó a ser una zona de esparcimiento, sus caminos eran de gravilla. En Santander, las principales calles adoquinadas del centro no se cubrieron de asfalto hasta 1897 y el alquitranado llegó a Piquío en 1920. El alquitrán o brea, llamado popularmente 'pichi' en la ciudad, es una sustancia natural, viscosa y de color negro obtenida a partir de materia vegetal y mineral.
Así, en el proyecto de ordenación de 1932, Ramiro de Mesones –el arquitecto municipal– decidió dar continuidad al color negro del pavimento optando por el asfalto fundido. De bajo coste y fácil aplicación, este material se adaptó muy bien al sinuoso trazado de los caminos que diseñó, con numerosos entrantes para ubicar bancos y parterres. Inicialmente negro muy oscuro, el asfalto clareó con el tiempo hasta adquirir un tono grisáceo. Este pavimento cumplió su función hasta que a finales de los años 80 comenzaron a formarse burbujas en la superficie y, en 1998, el Ayuntamiento realizó una intervención global para corregir los desniveles del suelo. Se optó por una pasta niveladora de color azul, prevista como solución temporal previa a una capa final de pintura negra que nunca llegó a aplicarse. Este cambio de color, aunque bien recibido por algunos, dividió a los santanderinos.
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