Multitudinaria despedida a los dos jóvenes de Laredo que fallecieron en el puerto
Cientos de amigos y vecinos se dieron cita en la iglesia de Santa María para arropar a las familias de Rubén y Dámaso
Abel Verano
Lunes, 13 de febrero 2017, 14:56
Cientos de amigos y vecinos de Laredo, y de otros municipios de la comarca del Asón, se dieron cita este lunes en la iglesia de Santa María de la Asunción para arropar a los familiares de Rubén y Dámaso, los dos jóvenes de 17 y 18 años que perdieron la vida el pasado domingo de madrugada al precipitarse al fondo del mar, en la zona del puerto pejino, el coche con el que aprendían a conducir junto a su amigo Mario, que logró salvar su vida.
Lágrimas, abrazos, consternación, conmoción... Los vecinos de una villa marinera que tiene unos 11.000 habitantes lamentaban una y otra vez este fatal accidente, que se ha llevado la vida de dos jóvenes. Dos amantes del deporte, como aseguraba el pasado domingo uno de sus profesores del instituto. Dos chavales "alegres, divertidos, responsables, equilibrados". En definitiva, dos jóvenes que tenían toda la vida por delante.
Horas antes de la celebración de los dos funerales, el Ayuntamiento de Laredo remitió un comunicado a los medios en el que informaba de que el alcalde Juan Ramón López Visitación, en representación de la Corporación Municipal y del pueblo de Laredo, declaraba luto oficial en el municipio durante este lunes y martes, por el fallecimiento de los jóvenes. Con tal motivo, las banderas de los edificios oficiales ondean a media asta y quedan suspendidos todos los actos oficiales durante los días que dure el luto. Asimismo, el Hospital de Laredo se sumó a la decisión del Ayuntamiento y anunció que sus banderas también lucirán a media asta durante estos dos días, en recuerdo de los fallecidos. "Todo nuestro afecto para las familias y amigos de Rubén y Dámaso", apuntaron.
Al filo de las cinco de la tarde comenzó el funeral de Rubén, un joven de 18 años que había cursado la Formación Profesional Básica del módulo de Automoción en el Instituto Fuente Fresnedo de Laredo, y que era amante del fútbol, jugando en el equipo de su pueblo de pequeño y después en el Colindres. Cientos de amigos y compañeros del instituto se dieron cita en el templo pejino para darle el último adiós. Antes que entrara el ataúd con el cuerpo de Rubén, decenas de jóvenes depositaron ramos en la iglesia. Apenas cabía un alfiler tanto dentro como en el pórtico de la iglesia. Muchos vecinos quisieron estar cerca de los familiares, arropándolos, dándoles su apoyo. Un sentimiento de tristeza invadía a todos los presentes. En ese momento tomó la palabra el párroco de Santa María, Juan Luis Cerro. "En momentos así nos damos cuenta de quiénes somos. Hoy despedimos a un joven que no ha tenido tiempo de descubrir quién era. De alguien que, con su edad, tenía tantas preguntas por resolver y tantos proyectos por hacer. Este momento de la muerte de Rubén es el más inadecuado".
Cerro aseguró que cuando uno es joven vive la vida como si el mañana no existiera, "aunque también hay que pensar que es el momento de vivir la vida". "Esta muerte no es sólo la muerte de Rubén. Algo en el corazón de cada uno de nosotros se rompe. Algo del corazón de sus familiares, sus compañeros, de aquellos con los que ha compartido su existencia".
El párroco pejino señaló, además, momentos antes de leer el Evangelio, que "esta historia nos atañe a todos como comunidad, no sólo a la familia. Ahí tenemos que estar todos. Como un pueblo que sabe abrazar, sentir como suya esta desgracia". Tras estas palabras, se desarrollaron los habituales actos litúrgicos y el funeral acabó con la interpretación de la Salve Marinera. Posteriormente, se procedió a la inhumación del cuerpo de Rubén en el cementerio pejino, situado justo detrás de la iglesia.
"El esfuerzo del deportista"
Minutos más tarde, al filo de las seis y cuarto, tuvo lugar el funeral por el otro joven fallecido, Dámaso, que era conocido en la villa por pertenecer al equipo juvenil del Laredo que milita en Primera donde jugaba de lateral y, además, ejercía como primer capitán.
"Era un chaval responsable, estudioso, muy compañero, amigo de sus amigos, bromista y nunca ponía mala cara si no jugaba de titular". Así definía a este joven, su entrenador Isidro Díaz, que lamentó lo ocurrido "porque es un palo muy grande para todos". Con una iglesia también a rebosar de vecinos y compañeros del Club Deportivo Laredo, algunos de ellos con el chandal del equipo, se celebró el funeral, con las cenizas de Dámaso, en el que hubo una clara referencia por parte del párroco pejino a los valores del deporte. "Esfuerzo, sacrificio, constancia...". El sacerdote destacó la labor que llevan a cabo a diario todos los jóvenes que militan en las categorías inferiores de fútbol. "Un esfuerzo que se lleva a cabo a cambio de nada, sólo por placer. Una lucha diaria. Corren, se animan uno a otros. Y nos toca despedir a uno de esos deportistas, que tenía tantos proyectos por delante y tantas cosas por hacer".
Tras esta emotiva intervención, continuó la eucaristía, y como en el primer funeral se interpretó la Salve Marinera, mientras amigos de Dámaso lloraban su muerte entre abrazos y palabras de aliento. Antes de dar por finalizado el acto, el párroco explicó que hizo una excepción al celebrar esta ceremonia en Santa María y no en la iglesia de San Francisco, donde se celebran los funerales cuando se incinera el cadáver.
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