
Un musical apagado
Embajadores. Santander. ·
La extrañeza no es suficiente. Su idea inicial se diluye en la ausencia de partitura. La monotonía se apodera del riesgo. Todo suena simbólicamente vacíoSecciones
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Embajadores. Santander. ·
La extrañeza no es suficiente. Su idea inicial se diluye en la ausencia de partitura. La monotonía se apodera del riesgo. Todo suena simbólicamente vacíoSin duda, es arriesgada. Pero es tan consciente de ello que acaba por volverse una historia narcotizada, ensimismada e inmersa en la perplejidad. El musical ... es un género abierto, muy propicio a genialidades y arrebatos inesperados, que permite una construcción libertaria cuando justifica su apropiación narrativa y cuando encaja en el resto de tonos, elementos y factores artísticos. Ninguna de esas dos cosas suceden en 'The end', un relato postapocalíptico, muy atractivo en su origen, que se va descomponiendo muy pronto, imposible de recuperarse en esas mas de dos horas lánguidas, cuando no monótonas.
Año 2024
País Dinamarca
Dirección Joshua Oppenheimer
Guion Rasmus Heisterberg, Oppenheimer
Reparto Tilda Swinton, Michael Shannon, George MacKay, Moses Ingram
Género Musical
La familia, supuestamente una de las últimas de la Tierra, que sobrevive en las entrañas de una mina, es una construcción simbólica que da pie a muchas metáforas. Pero el filme de Joshua Oppenheimer, prestigioso documentalista, autor de las prestigiosas 'La mirada del silencio' y 'The Act of Killing', donde recreaba la implicación de la gente 'normal' en actos tremebundos, comparte simbólicamente el sentido de la representación a la hora de retratar a esta familia soterrada que protagoniza su incursión en la ficción.
Las dos grandes preguntas que subyacen encadenadas (casi una responde a la otra) en 'The end' son: ¿Por qué adoptar la forma de musical, con canciones más bien insípidas y sin aliento ni personalidad? ¿Hubiese llegado la historia al espectador de igual modo sin esa acción que lleva a actores y actrices a cantar y pseudobailar? Las respuestas posibles confluyen en lo inane e insustancial de la apuesta y solo dan valor a un reparto interesante pero desaprovechado, con Tilda Swinton y Michael Shannon a la cabeza. Lo cierto es que, sin el trasfondo del fin del mundo, el planteamiento es similar a muchas historias que han retratado vidas sumidas en espejismos e ilusiones hipócritas, en autoengaños y apariencias y en poner velos opacos al pasado. Lo diferente es que 'The end' pierde su latido y su sentido enseguida. Oppenheimer debuta en realidad en la ficción, aunque no deja de lado cierto aire de entomólogo y de mirada experimental. Y lo que empieza en un suspiro de inquietud y turbación se torna en equívoco y en estatismo. Es un supuesto musical de zulo que parece haber enterrado las notas. El pasado y el presente, que flanquean el enredo, se diluyen en una antimelodía atascada.
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