
Como en 2002
Regreso inmediato. Solo un año necesitó el Racing para retornar a Primera tras su descenso, aunque no fue en absoluto sencillo
Estaba el Racing algo taciturno el verano de 2002. Todavía se lamía las heridas del descenso de unas semanas atrás y aunque hablaba de ascender parecía que no se lo creyera del todo. La temporada anterior había tenido tres entrenadores.El último, Gustavo Benítez, había llegado a falta de siete jornadas, sin poder evitar el descenso en su segunda etapa en Santander, pero el máximo accionista, Santiago Díaz, que había contratado a Quique Setién como director deportivo, decidió que comenzara la siguiente temporada con el reto, casi la exigencia, del ascenso inmediato.
No se fichó mal. Con Javi Guerrero, todo un superclase para la categoría, y Rodolfo Bodipo en la delantera, se dio por fin confianza a algunos canteranos y se apuntaló el equipo en varias posiciones. Con Caneda, entonces César para el fútbol y cedido por el Athletic, el lateral derecho. Con Diego Mateo el centro del campo. Pero la base del equipo, o al menos del once tipo, era la de la temporada anterior y el vestuario arrastraba demasiados vicios e inercias.
En las siete primeras jornadas el equipo solo había ganado un partido y sumaba siete puntos en otras tantas jornadas, al borde de los puestos de descenso cuando el objetivo era exactamente el contrario y el club tomó medidas drásticas. Destituyó a Benítez y ocupó su lugar el propio Setién, al que siempre le gustó más el verde que el despacho. Se encontró una dinámica viciada, prescindió progresivamente de algunas vacas sagradas, echó mano de futbolistas con menos nombre y cambió radicalmente el planteamiento e intensidad de las sesiones de La Albericia.
No le resultó sencillo. Por la resistencia encontrada, por las inercias y porque los resultados no llegaron de inmediato. Debutó el Flaco con una derrota en Ferrol que colocó al equipo, entonces sí, en puestos de descenso y acto seguido la Cultural le apeó de la Copa en León, pero el 13 de octubre un 3-1 frente al Leganés en la novena jornada comenzó a enderezar el rumbo.
Fue el principio de la recuperación, pero con mucho que remontar por delante. Se habían cedido ocho puntos respecto a los puestos de descenso y el Racing tenía por delante a prácticamente toda la Segunda División, aunque al menos había salido de los puestos de descenso.
Cinco partidos consecutivos invicto, con tres victorias y dos empates, estabilizaron la situación y los cántabros llegaron a la 13ª jornada décimos y ya a cuatro puntos del descenso.
Interrumpió la escalada una derrota contra el Badajoz, pero después otras cinco jornadas invicto (cuatro victorias y un empate) encarrilaron definitivamente el rumbo. En la jornada 20, cuando el Racing visitaba el Vicente Calderón, el Racing estaba ya en ascenso. En aquella época subían de forma automática los tres primeros, sin eliminatorias ni promociones. Ese 22 de diciembre, en el último partido del año, los colchoneros, que en su segunda temporada consecutiva en la categoría de plata sí que iban lanzados al ascenso, ganaron (2-0), pero las sensaciones habían cambiado y el Racing cerró en enero la primera vuelta con 34 puntos, en la tercera plaza y, por lo tanto, en puesto de ascenso.
A cambio, la lucha por el campeonato estaba perdida, con doce puntos cedidos ante los indios, pero eso poco importaba. El único objetivo era el regreso a Primera y poco importaba el puesto. Todo con prácticamente los mismos efectivos que abrieron el curso. El único fichaje de invierno fue el donostiarra Txiki, un joven extremo izquierdo fichado desde la modesta Cultural Leonesa, de Segunda B, que sin embargo dio un extraordinario rendimiento, haciendo sombra incluso a un Mario Regueiro que, fichado todavía en la época en Primera División, se convertiría después en uno de los puntales del Racing y habitual en la selección uruguaya.
La segunda vuelta iba a ser una competición con Xerez, Elche, Albacete y Sporting por las dos plazas de ascenso que iba a dejar el Atlético de Madrid. Estuvo también en la pugna durante muchas jornadas el Real Oviedo, pero se desinfló en la recta final.
En la segunda vuelta, ya sin altibajos, con mucha más regularidad y sin extraordinarias rachas de derrotas o victorias (aunque se llegaron a enlazar hasta cuatro victorias seguidas), el equipo sumó 37 puntos, tres más que en la primera.
El partido clave llegó el 19 de mayo con la visita del Atlético de Madrid a los Campos de Sport. Los de Luis Aragonés ya eran matemáticamente campeones y equipo de Primera División. El Racing, segundo, sumaba 68 puntos, dos más que el Recreativo de Marcelino García Toral, también en ascenso directo, y cinco más que el Xerez, cuarto. A los verdiblancos les bastaba con ganar o esperar a que el Xerez no ganara. Sucedieron ambas cosas y los cántabros certificaron su regreso inmediato a Primera División. Tuvieron, eso sí, que esperar hasta la última jornada para asegurarse el subcampeonato, pero eso, de nuevo, poco importaba.
Aquel 19 de mayo de 2002 los Campos de Sport se llenaron. No fue ya la entrada de 1993, ya sin grada de pie y con un control de accesos más estricto, pero más de 20.000 personas se citaron en El Sardinero en un día clave con muchos factores a favor. Entre ellos, que los colchoneros no se jugaban absolutamente nada. No solo se habían asegurado el ascenso semanas atrás, sino que eran ya matemáticamente campeones de Segunda, por lo que más allá de la imagen, no se jugaban nada en aquella tarde de primavera.
Para el Racing era un hito que afrontaba con responsabilidad pero sin presión. Desde el segundo puesto, de no certificar el ascenso tenía una segunda oportunidad en la última jornada y las posibilidades de quedarse fuera eran mínimas, pero escarmentado de multitud de catástrofes el club quería cerrar de facto el curso cuanto antes.
Salieron los verdiblancos con Lemmens; César Caneda, Moratón, Juanma, Sietes; Pablo Sierra, Diego Mateo, Nafti, Txiki; Javi Guerrero y Bodipo. El Atlético de Madrid, con Toni; Armando, Hibic, Amaya, Antonio López; Nagore, Movilla; Aguilera, Dani Roberto y Fernando Torres. El partido se planteó, siguiendo los más estrictos cánones de los tópicos, como una final. Se podía certificar el ascenso en casa. Transcurrió sin demasiados sobresaltos; con esa nerviosa tranquilidad de quien es consciente de que incluso un solo punto (y el marcador no se movía), podía ser suficiente. Pero cuando José Moratón remató a gol en el minuto 74 contra la portería de Toni estalló el delirio. El futuro capitán, que entonces era solo un chaval de la casa que ya había debutado, pero a quien hasta la llegada de Setién nadie, ni siquiera Nando Yosu, le había dado continuidad, llevaba una camiseta preparada bajo la oficial. 'Para ti, abuela', decía un mensaje jalonado de estelas cántabras que se escarificó en la memoria del racinguismo mientras corría y festejaba el tanto mientras su compañero Rodolfo Bodipo buscaba el abrazo, Un gol que valía un ascenso en el momento perfecto. Solo un año antes de descender, el rey en el Norte, que entonces no se llamaba así porque casi nadie conocía la recién inaugurada 'Canción de hielo y fuego', estaba de vuelta.
Sin aquella tarde y aquel curso de 2002 el Racing no se hubiera abierto el ciclo de otras once temporadas consecutivas en Primera. Quizá jamás hubiera disputado la Copa de la UEFA ni las dos semifinales de Copa. Aquellos 19 de veinte años consecutivos en la élite jamás hubieran ocurrido.
Después, tras el baño de la hinchada en la Fuente de los Delfines; tras una noche que se hizo larga y tras la alegría desbordada, el Racing se plantó de vuelta en Primera con un proyecto de cantera y Manolo Preciado como entrenador después de que Paquito –sí; el mismo Paquito del que hablamos en las páginas 2 y 3– rechazara la oferta de Setién de volver al banquillo de El Sardinero. Después llegó Piterman y, por un momento, se rompió todo. Aunque esa es ya otra historia. Divertida, con la perspectiva, y a la vez triste. Pero otra historia.
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