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Mateo Valero lleva 20 años –precisamente hace unos días celebró el aniversario– dirigiendo el mayor centro de supercomputación de España y de los primeros de ... Europa, pero no pierde la pasión al hablar de los modelos de superordenadores que han pasado por el BSC (Barcelona Supercomputing Center) con una potencia de cálculo que han permitido llevar la inteligencia artificial (IA) al público. Con aplicaciones como ChatGPT o los usos prácticos de la IA en progresos médicos, Valero siente que «nos está devolviendo con creces los favores» de sus investigaciones. «La IA permite a los investigadores soñar a lo grande», asegura ilusionado el director del BSC en una entrevista con este periódico, en medio de varias conferencias que pronunció durante el Mobile World Congress (MWC), que se celebró hace unas semanas en Barcelona. «Nosotros queremos hacer investigación que sirva para resolver problemas de la sociedad», asegura Valero al tratar de explicar la importancia de este centro pionero no solo en España, sino a nivel europeo.
Fue creado en 2005 gracias a la colaboración entre el Gobierno central, la Generalitat de Cataluña y la Universidad Politécnica de Cataluña, que dio como primer fruto el MareNostrum 1, el primer supercomputador español. La particularidad era además que decidieron instalarlo en un cubo acristalado en una capilla del centro de Barcelona, una antigua iglesia desacralizada que ha servido de lujoso hogar a aquel primer inquilino y a sus versiones mejoradas: el MareNostrum 2, 3, 4 y 5. Este último en llegar tiene tal tamaño, que los responsables del BSC se han visto obligados a instalarlo en un moderno edificio unido a la capilla original.
No solo es más grande, también mucho más potente. En concreto, 10.000 veces más rápido que el MareNostrum 1 instalado en 2005, que en ese momento era la cuarta máquina del mundo y primera de Europa en velocidad. De la versión 4 a la 5 se ha pasado de los 13.900 billones de operadores por segundo en potencia de cálculo a los 314.000 billones de operaciones por segundo, 20 veces más. «Al multiplicarse exponencialmente la capacidad de la máquina tanto en velocidad como en memoria, ha evolucionado el tipo de investigación que podemos hacer, porque los modelos pueden ser mucho más grandes», explica Valero. Investigaciones científicas, médicas, medioambientales, financieras, meteorológicas o de cualquier ámbito que se ponga por delante. El BSC ha pasado de contar con treinta personas trabajando en sus instalaciones a más de 1.200. Las investigaciones y colaboraciones entre investigadores se han multiplicado también por ello.
Al quedar libre la capilla los ingenieros han decidido poner en una parte dos computadores cuánticos y el resto usarla para los procesadores de la IA Factory. ¿Qué es la IA Factory? El BSC cuenta con una de las únicas siete fábricas de IA de Europa, y permite desarrollar proyectos –sobre todo para pequeñas y medianas empresas, y administraciones públicas– a través de sus datos para generar modelos concretos de IA que les permitan aumentar exponencialmente su productividad. «Que hagan lo mismo que hasta ahora, pero de forma muchísimo más competitiva», explica Valero.
Todo con el objetivo de ser más independientes y pioneros en la carrera de la IA. Actualmente Europa va varios pasos por detrás de EE UU y, aunque este centro es solo de investigación y no fabrica chips que puedan competir con los de Nvidia, han desarrollado un 'spin-off' que se llama OpenChip para que sean las empresas –a través de un programa diseñado por el BSC– las que puedan hacer chips de altas prestaciones.
Esta dependencia puede salir cara. Beatriz Sanz, socia global de IA y Data para la consultora EY, explica a este periódico que ChatGPT, como otros sistemas de este tipo, está en «constante evolución, dando pasos de gigante». Por ello, considera que «esto acaba de empezar» y que es una tecnología que «va a cambiar el mundo». Apuesta por tomar la evolución de la IA con una perspectiva muy histórica, porque empieza una civilización nueva ahora, por lo que Europa está por detrás de EE UU y China en esta carrera, pero es una carrera aún en sus inicios.
«El desarrollo de la IA que ha hecho China –en referencia al modelo DeepSeek– no se podría haber presentado sin lo que hizo previamente Estados Unidos, que abrió un camino», explica Sanz. Aunque considera que Europa está «un poco fuera de juego», tiene «capacidad de reacción». La regulación ha sido hasta ahora el primer punto de Europa, pero la experta de EY considera que nuestro continente tiene que dar un paso más porque «no se puede permitir no disponer de infraestructura de IA». En este sentido, un gran centro de diseño y programas de innovación como el Barcelona Computing Center es un muy buen punto de partida para situar a España a la vanguardia.
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