Fallece Gelín, 'el rey de las rabas' de Santander
El popular hostelero, jubilado desde marzo de 2019 tras cuatro décadas detrás de la barra e innumerables anécdotas, muere a los 71 años
Fue durante mucho tiempo, casi cuarenta años, uno de los grandes referentes en la preparación de un manjar tan cántabro y santanderino como su mítico ... local de la calle Vargas, 'El Rey de las Rabas'. Porque si algo sabía hacer bien Ángel Lanza Guardo era unas rabas que traspasaron fronteras y crearon una legión de adeptos. Una fama a la que no solo contribuyó la propia receta, sino también la calidad profesional y humana de un hostelero de los de toda la vida, capaz de trabajar de sol a sol y de desvivirse por ofrecer siempre a sus clientes el mejor trato. Jubilado desde marzo de 2019 tras 66 años de esfuerzo y compromiso con una forma de ser y de entender su profesión, la luz de 'Gelín', como era conocido por su parroquia, se apagó este viernes definitivamente a los 71 años de edad.
Su funeral, en el que será despedido por su esposa Rosario, sus hijos Ángel y Luis Alberto y demás familia, tendrá lugar este sábado a las 16.00 horas en la parroquia de Santa María de los Ángeles de los Padres Franciscanos, ubicada en la calle Perines de Santander. Muchos recordarán entonces su carácter afable y campechano, su meticulosidad a la hora de afrontar las tareas del día a día y su sonrisa tímida y sincera, con la que encaró siempre la atención a los miles de clientes que a lo largo de más de medio siglo disfrutaron en su local de la capital cántabra.
Empezó a trabajar en el negocio familiar a los 15 años con su padre, del que aprendió «todo lo que sé de este oficio»
La merecida fama de 'El Rey de las Rabas' sustentó siempre un misterio casi más hermético que el de la fórmula de la Coca Cola. Porque 'Gelín' no relevó nunca la receta de su plato estrella. En una entrevista ofrecida a este periódico con motivo de su jubilación, el propio Ángel Lanza lo dejó bien claro: «Yo nunca he dicho que nuestras rabas sean las mejores, pero hemos vivido de ellas ocho sueldos, ocho familias, que se dice pronto. Cuando ha venido tanta gente tantos años, por algo será». Y algo era ello, claro. Según explicó entonces, las claves de su éxito residían en «el buen género, unos precios ajustados y la atención a la gente».
Ese aspecto, el de su relación con sus clientes, es otro ejemplo de los valores que llevaron a 'Gelín' a consolidar uno de los establecimientos de referencia en materia de aperitivos y picoteo. «La mayoría de los clientes son amigos, casi de la familia», afirmó entonces. «He conocido a tres y cuatro generaciones de distintas familias. Y por aquí han venido turistas de Madrid, Valladolid, Palencia...». La calidad y sencillez de sus propuestas, en especial de las rabas, que preparaba con todo tipo de género –de peludín, de calamar, de magano y de pulpo– fue un imán para sus clientes.
Un bar con solera
La historia de 'El Rey de las Rabas' fue la de Gelín, pero empezó mucho antes de que él tuviera uso de razón. Porque el bar fue fundado por su padre, de quien decía con orgullo que «el mejor piropo que me pueden decir es que me he parecido a él», en 1952 en Peñas Redondas. 'Gelín' hijo empezó a echar una mano de niño, hasta que a los 15 años empezó a trabajar en el local. Desde ese momento y hasta su jubilación, el hostelero santanderino dedicó 14 horas diarias a atender el local y a sus clientes. En muchas ocasiones, y gracias a su fama, a un ritmo frenético. Otro de los secretos que se lleva es el de la cantidad de kilos de rabas que despachaban cada día, porque a su entender eran aspectos que debían quedar detrás de la barra, y ahí se quedaron.
Llegada la merecida jubilación –«Si lo hago es porque estoy ya muy cansado», confesó entonces a El Diario Montañés–, 'Gelín' tenía claras sus prioridades: «Ahora nada, a descansar». Sus planes incluían también aprovechar el buen tiempo para «ir a la playa y montar en bicicleta, que me gusta mucho, pero en invierno... al sofá». Un retiro que Ángel Lanza, el rey de las rabas de Santander, se ganó a pulso y del que disfrutó hasta el último momento, como hizo disfrutar a sus clientes hasta el último día detrás la barra.
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