Borrar
'El Rey de las rabas' cuelga la corona

'El Rey de las rabas' cuelga la corona

El bar Gelín cerró ayer sus puertas después de 66 años de historia e incontables raciones| «Nos vamos en todo lo alto», destaca Ángel Lanza, que se jubila tras una vida detrás de la barra, un oficio que aprendió de su padre. «El mejor piropo que me pueden decir es que me he parecido a él»

JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ

Lunes, 4 de marzo 2019

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ni siquiera el último día de trabajo antes de jubilarse desvela el secreto que ha permitido al bar Gelín preparar y servir unas rabas tan deliciosas durante tantos años. «No te lo digo, que me copian», comenta socarrón Ángel Lanza Guardo, 'Gelín' hijo, heredero del negocio -y de la tradición- que abrió su padre en 1952, primero en Peñas Redondas y después en la calle Vargas, donde 'El Rey de las rabas' ha sobrevivido a las crisis y a la intensa competencia.

«Todos los bares tienen rabas, es el producto gastronómico por excelencia de Santander, no creo que haya ningún otro sector con tanta competencia», expresa. «Yo nunca he dicho que nuestras rabas sean las mejores, pero hemos vivido de ellas ocho sueldos, ocho familias, que se dice pronto. Cuando ha venido tanta gente tantos años, por algo será», asegura. Un 'algo' que se cimenta en razones como «el buen género, unos precios ajustados y la atención a la gente. La mayoría de los clientes son amigos, casi de la familia. He conocido a tres y cuatro generaciones de distintas familias. Y por aquí han venido turistas de Madrid, Valladolid, Palencia...».

En sus inicios, el 'Gelín' era un bar de comidas. Las rabas entraron en la cocina en los años 60 y en los 70 se convirtió en el rey del género. Cuando introdujeron pescados y platos combinados en la carta, no funcionó. «Aquí la gente sólo viene a comer rabas», destaca. Así que no hace falta pronunciar su nombre cuando se piden a cocina. Basta con indicar «ponme una» -cuando se quiere ración completa-, «ponme media» -si se quieren menos unidades- o «una envuelta» si te la quieres llevar para casa.

«Yo nunca he dicho que nuestras rabas sean las mejores, pero cuando ha venido tanta gente tantos años, por algo será»

Ángel Lanza Guardo, 'Gelín' hijo | Hostelero

Son más de las cuatro de la tarde y 'Gelín' se sienta a comer. Es el primer respiro que se toma en el día. Ayer tuvo el bar abarrotado desde las doce del mediodía. Familia, amigos, clientes, de todas las edades, quisieron tomarse la última ración y despedirse de él y de todo su equipo. Saludos, abrazos, fotos de recuerdo... Fue un día de muchas emociones, el último de los 66 años y pico de historia del bar. De primero se toma unos huevos rellenos. De segundo, filetes de lomo, regados con refresco de naranja. «No he tomado una gota de alcohol, quizás sea uno los secretos para aguantar tanto tiempo al pie del cañón», indica. Más o menos unas catorce horas diarias desde los 15 años. Y se jubila con 67... ¿Y no come rabas? «Sí, pero de postre», contesta. Dice que no las toma «en ningún otro sitio». «Y menos en las bodas», añade.

Tampoco desvela 'Gelín' cuántos kilos despachan al día. Son cuestiones que quedan detrás de la barra. No le gusta presumir. Sólo lo hace de su padre, Ángel Lanza 'Gelín'. «El mejor piropo que me pueden decir es que me he parecido a él», dice mirando el retrato de su padre que realizó el pintor José Luis López Ayerdi y que está colgado al fondo del bar, en el que aparece con una corona en la cabeza. «Fue quien puso en marcha este negocio y de quien aprendí todo lo que sé del oficio», añade. Un oficio que, hasta ahora, ha ocupado toda su vida. Su padre abrió el bar cuando él tenía un año y allí se crió. En su infancia echaba una mano y a los 15 años ya se puso en la barra. «Me enganchó mucho esto», dice. Y a la hora de bajar la persiana por última vez, reconoce con pena que va a echar «mucho» de menos el que ha sido su día a día durante décadas.

A descansar

¿Qué va a hacer ahora? «Nada, descansar», contesta rápido. Segundos después, matiza su respuesta. «Con buen tiempo iré a la playa y montaré en bicicleta, que me gusta mucho. Pero en invierno, al sofá». 'Gelín' destaca que se jubilan «en todo lo alto». Habla en plural. Porque también lo hacen su mujer María del Rosario, su hermana María del Carmen -la 'jefa' en la cocina- y su cuñado Luis Alberto, los cuatro socios del local. Y al resto de empleados ya los tiene «colocados» en otros negocios de hostelería. No habrá una tercera generación en el bar porque los dos hijos de 'Gelín' y María del Rosario «tienen buenos trabajos». «Y hacen bien, que esto es muy esclavo. Si me jubilo es porque estoy ya muy cansado», subraya.

No ha pensado en el tipo de uso que le gustaría le dieran en el futuro al histórico bar. «Sólo sé que no va a ser lo mismo», matiza. Ni en el producto ni en la esencia. Porque la historia de 'El Rey de las rabas' está unida a la de la hostelería tradicional del Santander más castizo, ese que el bar 'Gelín' ha mantenido con éxito pese al paso del tiempo. Porque allí las comandas se han encargado siempre de la barra a la cocina a viva voz -con un tono imposible de imitar-, sin tablets ni móviles; porque las cuentas y facturas se han hecho en papel y se han archivado en carpetas, sin ordenador; porque el vermut se ha servido en vasos, nada de copas de balón; porque el contenido, el producto, ha primado sobre el continente...

En la despedida de esta conversación entre mesas, el veterano hostelero se pone a canturrear con su ironía característica. «Pobre de mí, pobre de mí, ya se acabaron las rabas del 'Gelín'». Los pobres somos sus clientes, que tendremos que irnos a buscar las rabas a otra parte.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios