En memoria de Nuria, nuestra hermanita

Seguramente allí arriba, donde ahora te encuentras, necesitaban una persona de tu perfil y por eso nos han privado de ti. Generosa, amable, trabajadora, buena hija, buena hermana, buena tía, buena maestra y buena amiga. Siempre con la sonrisa en la cara. Así te recordaremos.

Con tu marcha hemos podido confirmar lo que ya sabíamos, que la gente te adoraba y te seguirá adorando porque una figura como la tuya no se olvida nunca. Siempre estarás en nuestros corazones y eso será lo que nos hará felices.

Tu mundo fue el patinaje, al que has dedicado toda tu vida con un trabajo, entrega e ilusión encomiables. Primero como patinadora, luego como entrenadora y profesora donde lograste los mayores éxitos. Estos fueron el fruto de tu trabajo y el de los propios alumnos, a los que además de formar deportivamente, les inculcaste los grandes valores de la vida.

Más tarde, y como no tenías bastante, también dedicaste tiempo y trabajo a las labores técnicas y directivas formando parte de la Federación Cántabra de Patinaje como vicepresidenta y trabajando para varios clubes, organismos y comités de tu deporte. Por allí donde pasaste, siempre dejaste huella.

Tus niñas y niños, como tú decías, están ahora tremendamente tristes porque han perdido a su persona de referencia, pero con el paso del tiempo y con el trabajo de tus colaboradores y colaboradoras, lograrán la meta en el camino deportivo y humano que tú les trazaste.

Queremos aprovechar esta carta a Nuria para, en su nombre y en el nuestro, agradecer las innumerables condolencias y muestras de cariño que hemos recibido. Seguro que en el cielo estará tremendamente feliz por lo que ha conseguido, que no es otra cosa que el cariño general de todo el que la conoció en vida. Muchas gracias.

Te queremos Nuria.