El espejo en el que se mira el Racing
El Alavés ha pasado en cuatro años de jugar en Segunda B con una precaria situación económica a alcanzar la final de Copa
Sergio Herrero
Viernes, 10 de febrero 2017, 07:19
El racinguista, a base de viajes, turismo gastronómico y alguna que otra alegría, intenta hacer de su penar por el infierno de la Segunda División ... B algo un poco más llevadero. Pero el sueño, el objetivo, es volver, junto a su equipo, al fútbol de élite. Entre los mejores. Por eso, en la noche del miércoles, cuando el Deportivo Alavés alcanzó la final de la Copa del Rey tras eliminar al Celta, a los aficionados verdiblancos les tocó tragarse la envidia. Sana, pero envidia al fin y al cabo. Porque las historias del club vitoriano y del cántabro tienen mucho en común. Ojalá, el último tramo de los de Mendizorroza se repita también en los Campos de Sport. El Alavés es el espejo en el que se mira el Racing.
El declive de ambas entidades tuvo el mismo paisaje. El esperpento de sus dirigentes y las camisas floridas de Dimitri Piterman. Cuando el ucraniano fue expulsado de El Sardinero, aterrizó con sus excentricidades en la capital vasca. Era el año 2004. Y aún con el empresario al frente, el equipo logró el ascenso a Primera División. A más altura, más dura iba a ser la caída posterior. Tres técnicos después despidió a Juan Carlos Oliva tras cinco triunfos consecutivos por no acatar sus órdenes el Alavés volvió a Segunda. Y cuando Piterman se marchó, casi a patadas, de Vitoria, la deuda había aumentado en unos veinte millones de euros y el club entró en concurso de acreedores algo que también suena a desgraciadamente conocido por Santander. Una piedra que acabó con El Glorioso, ese que llegó a perder una histórica final de la Copa de la UEFA frente al Liverpool (5-4), en el pozo de la Segunda División B tras la campaña 2008-2009.
Como le está pasando al Racing en la actualidad, el paso de los babazorros por la tercera categoría del fútbol español no fue nada fácil. En plena reestructuración institucional, económica y deportiva, el Deportivo Alavés pasó cuatro campañas por los campos del fútbol modesto, en los que visitó, entre otros, a Gimnástica, Noja y Racing B. Precisamente, el último partido del ahora verdiblanco Jagoba Beobide antes alavesista en Santander se disputó en La Albericia, frente al filial racinguista. Finalmente, tras muchos sinsabores, el cuadro vasco siempre a la sombra del baloncesto en su ciudad logró el ascenso a Segunda División.
Dicen que lo difícil no es llegar sino mantenerse y el Alavés tuvo que esperar hasta los últimos minutos de esa campaña 2013-14 para sellar su permanencia en la categoría de plata. Sirvió de aprendizaje, porque, desde ahí todo fue ir hacia arriba. Cuando en 2015 el club dejó atrás la deuda del concurso de acreedores, se volvió a pensar únicamente en fútbol. Y en formar una plantilla para volver a Primera División. Dicho y hecho. La pasada campaña, el Alavés regresó a la élite, donde está cuajando una más que destacable temporada marcha en el puesto número 12 de la clasificación.
Un hito refrendado el miércoles con la clasificación para la final de la Copa del Rey, entre el delirio de la grada de Mendizorroza. Poco importa que el rival sea el poderosísimo Fútbol Club Barcelona y que pensar en el título sea cosa de osados, pero el simple hecho de echar la mirada cuatro años atrás y disfrutar el momento actual, ya es suficiente trofeo para los alavesistas. Por eso, cualquier racinguista cambiaría su situación con los ojos cerrados.
Apoyo institucional
No sólo los aficionados ven en el Alavés un ejemplo a seguir por el Racing. Desde el propio Consejo de Administración verdiblanco ven el resurgimiento blanquiazul como la muestra de cómo debe volver el racinguismo a estar entre los mejores. De hecho, gran parte de la petición de auxilio que el club cántabro ha realizado a las instituciones está basada en el apoyo institucional recibido por la entidad babazorra.
Según el informe presentado por el Racing al Gobierno de Cantabria cuando inició su petición de auxilio en Peña Herbosa, el Deportivo Alavés firmó, con el club aún en Segunda División B, un contrato de cinco años con la Diputación Foral de Álava en el que la institución aportaba 750.000 euros el primer año y 1.300.000 por cada uno de los cuatro siguientes.
Quizá, si dentro de cuatro años el Racing está celebrando la clasificación para una final de la Copa del Rey esa que ya se ha resistido en dos ocasiones para los verdiblancos, todo el sufrimiento actual haya merecido la pena. Ya se sabe que la risa va por barrios. En este caso, por estadios.
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