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«Cualquiera menos Paula», decían en el PP en los días previos a la batalla interna del PRC para designar al sucesor de Revilla como ... candidato autonómico en 2027. Alguno de los dos Marcano, padre o hijo, Guillermo Blanco, Pablo Diestro, todos ellos eran potencialmente mejores interlocutores para llegar a pactos de alto contenido entre los dos partidos, antes que la secretaria de organización del regionalismo, mucho más dura que sus compañeros con la gestión del Gobierno Buruaga. Bueno, pues el PP tendrá que debatir con Paula Fernández, construir acuerdos o salir tarifando con el PRC, antes y después de las urnas autonómicas y municipales que aguardan a dos años vista. Seguramente, ni el talante crítico de la nueva lideresa regionalista ni la desconfianza popular impedirán el trato si conviene a las dos partes.
El PP ha observado con atención la campaña de Paula Fernández en las primarias del PRC, con un discurso orientado hacia la izquierda, instalado en la añoranza de los tiempos del Gobierno en coalición con el PSOE y hasta en el elogio al buen comportamiento de Pedro Sánchez con Cantabria.
En el PRC rechazan esa percepción popular. Otra cosa es el tono crítico que, en efecto, la diputada y secretaria de organización ha empleado con la gestión del Gobierno Buruaga en temas en los que ella actúa como portavoz parlamentaria, principalmente en la sanidad.
El PRC se dice abierto a los pactos de gobierno tras los comicios de 2027, sin descartar a nadie, pero no se les escapa que, hoy por hoy, la suma PRC-PSOE no alcanza una mayoría para gobernar. Ni el CIS de José Félix Tezanos se atrevería a apostar por el retorno de sus paisanos socialistas al poder en alianza con el regionalismo. En 2023 ya no alcanzó con Revilla, en estos próximos comicios probablemente será todavía más difícil.
No, los regionalistas sólo miran al PP como socio gubernamental. Con ironía, pero también con intención, sugieren que con Paula Fernández al mando el PRC puede convertirse en la izquierda del PP. Bien, es una idea para explorar en el futuro a medio plazo: un pacto de gobierno estable entre los dos principales partidos de Cantabria que representan al 57% del electorado, según el escrutinio de las urnas de 2023. El buen trato que los alcaldes regionalistas quieren del Gobierno popular es un gran factor para el entendimiento.
En el Partido Popular no se fían mucho, aunque reconocen que los acuerdos puntuales con el PRC han sido positivos en la primera mitad de la legislatura. La presidenta del Ejecutivo y del PP, María José Sáenz de Buruaga, se planteaba antes de las primarias mantener como interlocutor en las relaciones con el PRC a Miguel Ángel Revilla, que sigue siendo el secretario general con el que ha negociado con fluidez la investidura y dos Presupuestos consecutivos de Cantabria. Naturalmente, en el PRC querrán que la nueva candidata Fernández tenga un papel destacado también en lo que tenga que ver con los pactos políticos.
En realidad, en eso quieren trabajar ahora en el aparato regionalista, en el reforzamiento de la visibilidad y el protagonismo de Paula Fernández como flamante cartel electoral de las autonómicas de 2027. Para encauzar ese objetivo es importante el congreso extraordinario del domingo próximo en Santander, que pretende ser multitudinario e ilusionante, y en el que será proclamada y aclamada la candidata.
Un nuevo formato. Ya no será solo el discurso de Revilla, único, largo y personalísimo como tantas veces en las últimas décadas, sino que Paula Fernández tendrá que tener también un papel muy destacado en este primer acto de encuentro, y en alguna medida también de examen de su carisma político, con toda la militancia.
En esa apuesta por el nuevo liderazgo de Fernández se contempla también su mayor relevancia parlamentaria, en ámbitos como las preguntas mensuales a la presidenta Buruaga o en el Debate de Orientación Política del Gobierno que suele tener lugar a finales de junio.
Revilla y Fernández tienen ahora año y medio por delante para ajustar sus relaciones y para trabajar juntos. De hecho, una bicefalia provisional en la práctica, una relación orgánica no contemplada en los estatutos que serán aprobados en el congreso de finales de 2026, seis meses antes de las elecciones, que también elegirá un nuevo secretario general. La actuación de Revilla en las primarias ha generado todo tipo de dimes y diretes, como cabía esperar, aunque él ha tratado de que se le reconociera una conducta estrictamente neutral. Una vez sustanciada la interna, Revilla se ha deshecho en elogios sobre el valor político y la capacidad de trabajo de Paula Fernández, y también sobre la limpieza del proceso, y cabe esperar una actitud de apoyo y colaboración en el incierto periodo que se avecina. Seguramente, Revilla ya no está para ganar más batallas en la política, pero es ya mayor y muy listo para no perderlas.
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