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En lo primero en que estuvieron de acuerdo Paula Fernández y Pablo Diestro es en que no se enredarían en un debate a lo largo ... de la campaña que les enfrenta por la sucesión de Miguel Ángel Revilla como candidato autonómico del PRC en las elecciones de 2027. Seguramente opera en ellos el recuerdo reciente del cara a cara televisado que Pablo Zuloaga y Pedro Casares protagonizaron en las primarias del PSOE cántabro, con una virulencia dialéctica y unas descalificaciones tan groseras que a los ojos de los militantes y de la opinión pública aparecieron ambos como perdedores.
Quizá es que en el regionalismo han sabido escarmentar en cabeza ajena, que no quieren hacerse tanto daño como en el PP y en el PSOE se empeñaron en sus internas de 2017, y que en el caso socialista mantiene la división hasta el día de hoy. Las condiciones de las primarias en el PRC eran/son especialmente delicadas para que surja el conflicto: nada menos que cuatro precandidatos, dos de los cuales, Javier López Estrada y Guillermo Blanco, quedaron fuera luego de un proceso de avales muy controvertido por estar reservado a los notables que forman la dirección del partido, y una campaña muy larga que propicia la tensión. Sin embargo, a falta de una semana para que tenga lugar la votación decisiva la pugna se mantiene en un tono civilizado, aunque eso no impida todo tipo de especulaciones sobre las maniobras de las familias implicadas o la delicada posición del jefe histórico del regionalismo, Miguel Ángel Revilla.
Entre los dirigentes y militantes del PRC, y entre los asesores externos que ayudan al partido a enfrentar el doble desafío de encontrar y promocionar al sucesor del eterno candidato Revilla y de llegar a las urnas de 2027 con la fortaleza suficiente para lograr un buen resultado que le devuelva al poder autonómico en un Gobierno de coalición –al día de hoy se percibe más factible con el PP que con el PSOE– y así se garantice su supervivencia política, se impone la idea de que ya resulta muy urgente consagrar al protagonista del cartel electoral.
Bueno, pues ya era hora. Lo que hemos visto en dos años es un rosario a ritmo lento de asambleas, comisiones, trámites y dimes y diretes improductivos y dilatorios sobre el futuro del partido que han consumido la mitad de la legislatura. Del no hay ninguna prisa, que decía Revilla, al que nos coge el toro, que es la preocupación de estos tiempos. 'Cantabria está esperando al PRC', suele decir estos días Paula Fernández, un poco para reforzar la confianza en las siglas propias y también como crítica a la gestión del Gobierno del PP.
La elección del candidato electoral deja todavía pendiente el modelo orgánico del PRC. Nadie en el partido se hubiera atrevido a insinuarle a Revilla hace diez, o cinco, o sólo tres años, que tendría que elegir entre ocupar el cartel electoral o quedarse solo como secretario general de la formación después de asumir las dos funciones sin discusión durante cuatro décadas. Pero el fiasco en las urnas de 2023 ha puesto en cuestión ese hiperliderazgo. La bicefalia se abre camino en la dirigencia con más o menos claridad, a la espera de lo que finalmente establezcan al respecto los nuevos estatutos del PRC. La nebulosa orgánica se percibe también en los dos contendientes, Fernández y Diestro, y en otros referentes regionalistas se detecta más rotundidad, como en el caso de Javier López Marcano, claramente partidario de la bicefalia, la fórmula implantada por el PNV. Los tiempos políticos y vitales de Marcano no son ya los del candidato electoral, aunque pueden serlo todavía para ser el secretario general en 2026.
Pero antes habrá que resolver la identidad de quién pedirá el voto en las urnas autonómicas. A estas alturas ya ni se habla de la posibilidad de acuerdo entre los dos postulantes, así que habrá que esperar a la votación del 4 de mayo. Los cálculos de participación, muy abiertos, están entre 2.000 y 3.000 de los 7.800 militantes del censo actualizado.
Si el regionalismo se parece a la ejecutiva que lo representa y dirige, Paula Fernández será la holgada vencedora de las primarias como lo fue en la captación de avales previa. Hasta sus adversarios la reconocen que ha manejado con maestría el proceso desde la secretaría de organización que ocupa. Pero si gana Pablo Diestro, si le enmienda la plana a la cúpula del partido con los votos de la militancia de base, si es elegido el candidato que apoyan los afiliados y no quieren los dirigentes, el PRC va a tener un serio problema.
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