Secciones
Servicios
Destacamos
¿Quién no ha fantaseado alguna vez sobre tener todo el tiempo del mundo para hacer lo que le dé la gana (en casa) o ... no hacer nada? Pues ahora lo tenemos y...?
Me estoy acordando estos días de un cuento de Julio Cortázar titulado 'El autopista del sur'. En este relato se produce un atasco. Pero en vez de terminar en unos minutos, se prolonga durante días. Los que están parados empiezan a compartir vivencias, luchas, la muerte, y se crean ciertos vínculos afectivos que harían pensar al lector que efectivamente, han cambiado a los protagonistas por el hecho de compartir dicha experiencia. Pero cuando por fin se desatasca la autovía, cada uno se sube a su coche y se va, ni siquiera intercambian datos personales ni nada por el estilo.
Cabría pensar, y se está diciendo mucho que esto nos va a cambiar, que vamos a ser mejores, valorar las cosas más, ir más despacio, dar importancia a las cosas que realmente lo tienen, sonreír ante el milagro de estar vivos. Es mi sincero deseo que esto sea así pero no puedo evitar pellizcarme y bajar mis expectativas a algo más pequeño: lo que puedo hacer yo en mi pequeño entorno empezando por uno mismo. En realidad mi punto de vista no varía mucho de antes de la pandemia; siempre he considerado la vida como un regalo y he tenido la suerte de conocer a mucha gente variada, de trabajar en distintos ámbitos, de vivir en diferentes países y el tesoro de valorar las cosas pequeñas. Haríamos bien en aprovechar estas circunstancias para realmente mirarnos en el espejo, mirar alrededor y preguntarnos si estamos dando lo mejor de nosotros mismos. No es fácil, pero la alternativa es seguir siendo «como siempre». En otras palabras, los buenos seguirán siendo buenos y las canallas seguirán siendo canallas; o como en el cuento de Cortázar que seguiremos nuestros caminos sin mirar hacia atrás.
He oído y leído de todo estos días y me he planteado racionar la información. Sobre todo lo que leo en las redes sociales, ya que cada vez confunden más, a mí por lo menos. Dijo T.S. Eliot que el ser humano no puede aguantar mucha verdad. Quizás sea cierto, pero por lo menos estaría bien saber qué es verdad para ver si se aguanta o no. Al final la última y más cruel verdad lo sabemos todos y es precisamente el miedo a la muerte, que nos hace intentar aferrarnos a este frágil momento, acumular cosas, anestesiarnos, creernos importantes, pisar a los demás para conseguir nuestros propios fines… Es entendible, insisto, pero hay otras formas de andar por el mundo y ahora es un buen momento para empezar antes de volver a subirnos a nuestras vidas cotidianas después del atasco.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.