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Leía datos de las consecuencias de la pandemia a un nivel mundial. Las mujeres vuelven a ser grandes perjudicadas del drama, como casi de ... todos los dramas que vivimos, solo por el hecho de ser mujeres. Los periodos de confinamiento han aumentado la violencia machista en un 20% en los hogares; y, si, obviamente, le añadimos la variable económica, las niñas y adolescentes africanas están entre las mujeres que más lo están sufriendo.
Volver a casa, un lugar inseguro en muchos casos, con el cierre de los centros escolares no ha sido un feliz desenlace para muchas de ellas. Esto ha conllevado un incremento de las violaciones, embarazos no deseados e incluso un aumento de los matrimonios infantiles en aquellos países del continente que lo permiten. Niñas que debieran encontrar su refugio en los hogares que las vieron nacer, conviven a diario con sus violadores; mujeres encerradas con sus maltratadores sin posibilidad de escape y sin justicia o consuelo alguno.
En todas las grandes revoluciones que hemos vivido como humanidad, la seguridad de las mujeres siempre se ha visto vulnerada. O bien por dejadez con la causa, por considerarla siempre secundaria, o bien por ignorarla e, incluso, negarla de modo evidente. Violaciones en periodos de guerra, violencia diferenciada, luchas obreras que no contemplaban la cuestión feminista; hasta llegar a un periodo actual en el cual la lucha se centra en la visibilidad puesto que gran parte de la sociedad lo considera superado. Así, casi no se hace necesario hablar de violencia machista en determinadas generaciones o reivindicar el feminismo por considerar que la equidad legal se traslada a la igualdad real. Es innegablemente difícil luchar contra ese tupido velo que cubre de corrección el lenguaje y que divide a quienes nos preocupamos, y ocupamos, de su vigilancia y cuidado.
Es rotundamente complicado no caer en la demagogia de comparar situaciones actuales con las de antaño o con las de otros lugares del mundo menos afortunados para las mujeres. Pero, no nos engañemos, las mujeres no hemos caído «en el lado bueno de la vida» vivamos donde vivamos.
Si preguntas a tu alrededor, pocas son las afortunadas que no se han sentido incómodas sin saber exactamente qué estaba pasando; que no han padecido algún tipo de menosprecio o violencia y, casi ninguna, la que no ha sentido miedo a la hora de volver a casa. Un año más se acerca el 25 de noviembre y, un año más, vemos la necesidad de seguir luchando.
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