Un libro para viajar a las cunas de la civilización
Hay libros que uno debe leer antes de iniciar un viaje. 'Dioses, tumbas y sabios', de C.W. Ceram, es un clásico imprescindible para quien tenga previsto viajar a Egipto o Mesopotamia, las dos cunas de la civilización universal
iñigo fernández
Sábado, 17 de octubre 2015, 21:07
Hay libros que uno debe leer antes de iniciar un viaje. No hablo de guías turísticas, sino de libros. Por ese motivo he dedicado las últimas semanas a la lectura de una especie de iniciación a la arqueología titulada 'Dioses, tumbas y sabios', de C.W. Ceram, un clásico imprescindible para quien tenga previsto viajar a Egipto o Mesopotamia, las dos cunas de la civilización universal.
'Dioses, tumbas y sabios' no pretende mostrar cuáles son las técnicas arqueologícas en vigor ni tampoco en qué líneas de investigación trabajan los arqeólogos. No. Lo que persigue es contar un puñado de historias acerca de los primeros arqueólogos y sus primeros descubrimientos: cómo sacaron a la luz lo que llevaba siglos o milenios enterrado.
Ahí se narra la historia de Howard Carter, por ejemplo, que el 16 de febrero de 1923 abrió la tumba del faraón Tutankamon. Estos días el tema ha recuperado actualidad, pues se cree que dentro de ella pudieron producirse nuevos enterramientos en cámaras laterales todavía ocultas. Del tesoro de Tutankamón no queda nada en el Valle de los Reyes -existen allí tumbas mucho más interesantes-, pero puede contemplarse íntegramente en el Museo Egipcio de El Cairo. Junto con la colección de momias antiguas, es lo más valioso y sobrecogedor del museo. Sólo la visita al Museo Egipcio justifica un viaje a El Cairo.
C.W. Ceram habla también del papel de la expedición militar napoleónica a Egipto en 1798, que despertó el interés por le egiptología en todo Occidente; del descubrimiento y posterior desciframiento de la Piedra de Rosseta, que hoy puede verse en el Brittish Museum de Londres; del hallazgo de Chichen Izá y otras pirámides de las culturas maya y azteca, en México y Guatemala; de las ruinas de Pompeyo y Herculano, en Italia; del descubrimiento de los restos de la antigua Troya y del tesoro de Príamo... Todas ellas son historias admirables, hermosísimas y muy bien contadas por C.W. Ceram.
Pero quizá la más conmovedora sea aquella que narra el hallazgo de los restos arqueológicos de las antiguas culturas mesopotámicas: sumeria, babilónica, asiria, persa... Fue en Mesopotamia donde surgió la agricultura y donde, por vez primera, el hombre se hizo sedentario. Allí aparecieron las culturas más antiguas, pero todo aquello permaneció oculto hasta hace poco más de cien años. Cómo se descubrió es lo que explica C.W. Ceram como si se tratara de un cuento.
Hay un capítulo que no me resistó a comentar: el relativo al descubrimiento del Código de Haummrabi. Ver en el Louvre (París) la estela en la que fue grabado resulta sumamente emocionante, pero redescubrir ahora todo su significado, gracias a C.W. Ceram, multiplica aquella emoción. Para que el fuerte no perjudique al débil, para atender a los huérfanos y a las viudas, en Babilonia..., dice su exposición de motivos. Estableció una relación de justicia entre las personas... ¡Hace ya cuatro mil años!. Hammurabi es el primer gran legislador de la historia, dice C.W. Ceram.
Cuando, llevados por los arqueólogos, nos remontamos siguiendo estas huellas hasta el país de los dos ríos, del Diluvio y de los primeros reyes, percibimos el pulso de los milenios. Si vemos que durante cinco milenios ha pervivido el mismo concepto de lo bueno y de lo malo, podemos decir que los milenios pasaron como un sólo día.
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