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Bosé renacido, sin trampa ni cartón
En la Campa, tanta expectación como era de prever, tras casi una década desde la última visita del artista
«Tirar pa'lante hasta que el corazón aguante, sin que me importe nada de nadie»; así arrancó su concierto en La Magdalena un Miguel ... Bosé con clara voluntad de reivindicarse tras ocho años de silencio. O, al menos, de demostrar que el Bosé-personaje de los tiempos de pandemia, el de las opiniones controvertidas y la voz sombría nunca debería eclipsar al Bosé-artista que anticipó la nueva ola y firmó buena parte de la banda sonora de este país durante el último medio siglo.
En la Campa, tanta expectación como era de prever, tras casi una década desde la última visita del artista. O más, porque a la hora de apertura la cola llegaba hasta Reina Victoria. Entre la telonera –una Lucía Gago que estuvo espléndida en lo vocal, aunque solo ante un cuarto del aforo– y el cabeza de cartel, hora y media larga que da para mucho; sobre todo, para maliciar las preguntas estrella: ¿cómo estará la voz del cantante? ¿Será verdad eso del playback? Si lo que esperan de esta crónica es resolver la incógnita, no van a tener que esperar más: canta él. De hecho, en la prueba de sonido estuvo pletórico. Vozarrón, vamos. Otra cosa es cuánto le aguanta la voz, que rebasando la hora y media de actuación se notaba ya muy afectada. Pero nada de mover los labios. Curiosamente, sus problemas vocales eran mayores al hablar, pero sus canciones y su timbre resultaban reconocibles; eso sí, con algún arreglo en las notas más altas, y tal vez podría haberse ahorrado alguna pieza más exigente, pero claro, ¿quién renuncia a 'Si tú no vuelves', número uno en Spotify?
En fin, resuelta ya la curiosidad, por delante quedaba un espectáculo de esos que refrendan a un artista. Porque, con independencia de que te gusten más o menos sus canciones, el montaje resulta deslumbrante y la profesionalidad de Bosé queda patente desde la primera nota. Hasta consiguió superar un inoportuno ataque de tos sin perder un compás. Es lo que tiene rodearse de un equipo impecable, claro. Cinco músicos y tres coristas le arropan en todo momento, y a veces incluso literalmente.
Una banda que aparece de blanco ibicenco, acompasada a la perfección no solo con la música y el baile sino también con la estética del artista: los tres coristas parecen una recreación del Bosé de los ochenta. Y es que todo, hasta el más mínimo detalle, parece medido y meticulosamente planificado y ensayado. Desde los micrófonos a juego con el vestuario –Bosé, con levita y trajes holgados de lino (y, por cierto, sin zapatos, actuó en calcetines), fue pasando del blanco al rojo y terminó de amarillo, pero es que hasta el pie de micro iba conjuntado– hasta discursos tan medidos como el que dedicó a la paz mundial –y que concluyó con un «no sigo, que me caliento»–, pasando por una mano que se escapa a la bragueta cuando canta «qué valiente» en ese ajuste de cuentas familiar que es 'El hijo del capitán Trueno'. Nada es casualidad, como tampoco los pases de toreo de salón que se marcaría más adelante.
Sin embargo, el protagonista no era Bosé –que debió de irse con el ego por las nubes tras la lluvia incesante de piropos– sino un repertorio en el que más de una docena de temas fueron celebrados como auténticos clásicos; canciones imposibles de ignorar y que, te gusten o no, acabas coreando porque forman parte del imaginario colectivo. Así, te puedes sorprender canturreando «yo le doy bambú» o «nadie como tú me sabe hacer… café», aunque las más celebradas serían 'Como un lobo', 'Morena mía', una 'Sevilla' que sonó más vanguardista que nunca y con una escenografía impactante, y el inmortal 'Amante bandido', en una versión especial que arrancaba mucho más rockera y terminaba bailona. Para la nostalgia, cayó 'Don Diablo', aunque hubo quien pedía desde el público su 'Super-supermán'. No hubo suerte. Aunque Bosé sí que pareció Super-Bosé, muy medido y comedido en las presentaciones y centrado en lo 'Importante', sacar brillo a unas canciones que el paso de los años, o las décadas, no ha conseguido marchitar.
Dos horas y media más tarde, Bosé lucía una sonrisa amplia; esa noche despedía la gira española con un éxito rotundo, y en agradecimiento dedicó a Santander el bis, 'Por ti', para despedirse con un «Hasta siempre, hasta no sé cuándo, hasta pronto», que augura una vuelta definitiva a la carretera del artista.
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