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Una señora pasea por el camino peatonal del parque de La Remonta. Adriana De las Cuevas
Un parque demasiado «natural»

Un parque demasiado «natural»

Santander ·

Vecinos y visitantes se quejan por el «total abandono» de La Remonta

Rodrigo Campos

Santander

Sábado, 18 de agosto 2018, 13:49

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El parque situado en la finca de La Remonta presenta una imagen de «total abandono», lamentan los vecinos de Santander que pasean a menudo por el camino de 900 metros que une las dos puertas de acceso al recinto. Fue inaugurado el 2 de febrero de 2017 como un parque natural en el que convivirían insectos, aves y flora autóctona con los ciclistas, paseantes y corredores, se dijo en su día. Hoy son pocas las personas que acuden a este lugar para pasear y menos las que utilizan las sendas para correr o los que montan en bici por los carriles destinados para ello.

Las plantas han crecido a sus anchas y han invadido las zonas de bancos, de barras de calentamiento y los caminos que discurren en medio de los prados, y el estanque, epicentro de La Remonta, queda escondido entre toda la vegetación. Desde el Ayuntamiento aseguran que ha sido culpa de este «verano atípico en cuanto a lluvia y temperatura» que ha propiciado un crecimiento más rápido de las plantaciones; sin embargo, los usuarios habituales cuentan que lleva ya mucho tiempo en estas condiciones y que «estuvo bien sólo al principio». Entienden que se ha querido crear un ecosistema, pero ha quedado un parque «demasiado natural».

Las plantas, sin segar, invaden las zonas de calentamiento.
Las plantas, sin segar, invaden las zonas de calentamiento. Adriana De las Cuevas

Ha habido quejas por parte de los vecinos, pero no sólo por la altura de las plantas, también por la escasez de bancos, papeleras y fuentes, además de la poca inversión en el espacio. Alexandra, una joven que pasea todos los días a su perro por este parque, manifiesta que siempre tiene que traer «una botella de agua porque sólo hay dos fuentes, una a cada lado del parque y mi perro no llega». Ramón, un abuelo acompañado de sus nietos, echa en falta «un lugar con columpios para los niños» y «bancos para las personas mayores».

Para Jose Alberto, un vecino de la zona que está afincado en Londres, «el parque se encuentra desaprovechado, han puesto una acera y ya; si lo cuidasen podría atraer a más gente para pasar la tarde o jugar con el 'frisbee'». A los que van por primera vez, como Manuel, un vecino de Serdio, les da la impresión de que «está empezado, pero parece que aún lo tienen que terminar». Este tipo de quejas se repite entre las personas que acuden al lugar, pero no todo son críticas; Juan Carlos, por ejemplo, prefiere «las plantas así de altas, más salvaje, para llevar al perro suelto sin problema».

Cableado de una farola sin instalar.
Cableado de una farola sin instalar. Adriana De las Cuevas

El año pasado se abrió en la web Santander CityBrain un concurso en el que los ciudadanos podían proponer iniciativas, que no superasen los 1.500 euros, para invertir en La Remonta, y las mejor valoradas se llevarían a cabo. Las tres ganadoras fueron la instalación de mesas para ping-pong, un aparcamiento para bicicletas particulares y unas placas con frases en los bancos.

Hoy podemos disfrutar de un aparcabicis, pero ni rastro de las mesas de ping-pong o de las inscripciones en los bancos, más allá de alguna que otra pintada que los ha ensuciado. Desde el Consistorio confirman que los proyectos están en proceso de tramitación para la contratación de la logística necesaria, por lo que se acabará realizando en algún momento. Otras propuestas de los vecinos fueron la instalación de un huerto ecológico, barbacoas para fiestas familiares y columpios para los niños con discapacidades.

La Remonta es una finca que fue propiedad del conde de Campogiro y desde 1919 pertenece al Ministerio de Defensa. El año pasado el Ayuntamiento invirtió 482.000 euros para convertir una tercera parte de la finca, diez hectáreas, en un ecosistema urbano con la colaboración de la organización SEO BirdLife y los arquitectos catalanes Enric Batlle y Joan Roig. Cuenta con un camino peatonal, otro para bicis y sendas para running. Permanece abierto de ocho de la mañana a ocho y media de la tarde en invierno y hasta las nueve y media en verano. Después, el recinto se cierra, porque en la finca residen varias familias de militares retirados y hay edificios propiedad de Defensa.

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