«Será una carnicería»

En 1999, Armstrong aún no era Armstrong. Todavía no había ganado ningún Tour. Y empezó a ser quien hoy es en una etapa con trampa. La del Paso de Gois, una carretera de cuatro kilómetros que une el continente con un pequeño islote. Un camino submarino en marea alta. Allí, entre mejillones y algas, se quedaron las opciones de Alex Zulle, que patinó sobre aquel asfalto marino. Armstrong siempre dice que ahí empezó todo. Zulle era su rival y ya no lo fue más. Ganó su primer Tour.

El martes, Armstrong quiere que Contador sea Zulle sobre el pavés. Necesita tumbarle antes de que llegue la montaña. Ha estado estos días ensayando sobre los tramos adoquinados. Disfrutando. Tirando de todo el RadioShack. Hasta haciendo pronósticos: «Va a ser una carnicería». Afila el cuchillo. «Será una etapa crucial. Estoy excitado. Me siento preparado. Voy a intentar ganar de nuevo el Tour, pero no tengo ninguna presión», declaró. Recuerda bien el pavés del Tour 2004, cuando Mayo se ahogó en aquellas piedras. «No hay comparación con aquello. Esta vez hay más tramos, más difíciles y más cercanos a la meta». Destella el filo el cuchillo.