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ÁLVARO SAN MIGUEL
Domingo, 4 de septiembre 2011, 17:07
El parque de vehículos de Cantabria envejece. Cada día salen menos coches de los concesionarios y miles de vehículos -143.435, según la DGT- pasean todavía la antigua matrícula con la 'S' de Santander. El mercado de turismos de primera mano se contrae al ritmo que marca la crisis económica y la desaparición de los sistemas de ayuda estatal -Renove y Prever- desvía a los compradores hacia el mercado de ocasión. Una coyuntura poco favorable para renovar un parque móvil que cuenta, según la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor (Ganvam), con 162.148 automóviles que superan los diez años de antigüedad: el 38% de los que circulan por las carreteras cántabras.
Semejante envejecimiento del parque automovilístico conlleva, en primer lugar, un problema de seguridad para todos los conductores. El corresponsal del RACC (Real Automóvil Club de España) en Cantabria, Andrés Fernández, asegura que «tener tantos vehículos de más de diez años en carretera es un grave problema que antes se atajaba con medidas como el Plan Prever, que otorgaba cierto valor a los turismos viejos, pero ahora los conductores aguantan con el mismo coche sin pensar en el riesgo que supone para su seguridad».
Esto no quiere decir que todos los vehículos que pasan de la década sean un peligro. «Cuando los coches cumplen ocho años hay que volcarse en el mantenimiento», recuerda el miembro del RACC. La ITV (Inspección Técnica de Vehículos) es el primer filtro obligatorio que tiene que pasar un automóvil, pero cuando el coche llega a los diez años y comienza a sufrir achaques hay que llevarlo al taller, «como mínimo, una vez al año para realizar una revisión completa». Si se cumple con el mantenimiento, la mecánica no supone un incremento en el riesgo de sufrir un accidente.
«El problema es que la gente no hace las revisiones a menudo», lamenta Fernández. «La mayoría de los conductores que llevan coches viejos no tienen medios económicos para comprarse otro, y tampoco se gastan mucho en el mantenimiento. Así que se limitan a pasar la ITV, para evitar la multa, y si le encuentran algún fallo lo arreglan. Sin más». Además, no todos los conductores pasan la inspección a tiempo. Según los datos facilitados por la Dirección General de Tráfico, desde el 1 de enero de 2010 se han acumulado 7.031 multas en Cantabria por llevar la ITV caducada.
El RACC identifica como vehículos de ocasión los que no han llegado a los diez años, y desde ese momento, cuando los componentes de seguridad pierden efectividad, se les considera coches viejos. Andrés Fernández señala que los puntos de seguridad más importantes del vehículo son, por este orden, los neumáticos, la suspensión y los frenos. «Y algo que no se revisa nunca, como el sistema de dirección o las luces», subraya. «Así que un automóvil con más de diez años que no tenga una buena puesta a punto representa un peligro en carretera», concluye.
El mercado se estrella
Uno de los grandes perjudicados por la decisión de muchos conductores de apurar al máximo la vida de sus coches es el mercado del automóvil, que en los tres últimos años ha sufrido una caída del 38,6%. Según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2007 se registraron 17.333 matriculaciones de turismos y en 2010 se bajó hasta las 10.657.
A pesar de las mejorías puntuales registradas en la tasa interanual, como el incremento del 22,5% que anunció la Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto) para el pasado mes de agosto, las cifras del presente ejercicio no ofrecen síntomas de recuperación. Así, en los primeros ocho meses de 2011, sólo se han matriculado 5.444 nuevos turismos, según el Instituto Cántabro de Estadística -las cifras del INE sólo llegan hasta el mes de julio-.
«La situación del mercado del automóvil es de sumo desastre», asegura Lorenzo Vidal de la Peña, empresario del sector. «Hemos alcanzado mínimos históricos de ventas». Después de toda una vida dedicado al negocio de la automocíón reconoce que nunca lo había visto tan mal: «Ha habido otras crisis, pero como ésta ninguna, y para asumirla tenemos que plantearnos un cambio de modelo y olvidarnos de los antiguos esquemas que tenemos en la cabeza, tanto los vendedores como los clientes y el Estado».
La caída de las ventas implica un problema estructural para la red de distribución, que está diseñada para dar servicio a un volumen de mercado mucho mayor. Vidal de la Peña subraya que siempre se destaca la crisis que está viviendo la industria dedicada a la fabricación de automóviles y derivados, pero no se atiende tanto a los problemas de los distribuidores que, a la postre, «sostienen al mayor número de trabajadores de todo el sector de la automoción».
La situación actual ha obligado a los concesionarios a ejecutar Expedientes de Regulación de Empleo y a eliminar estructuras porque no sólo ha caído el nivel de las ventas, sino también el número de servicios de postventa. «Precisamente en los talleres es donde más personal tenemos y, aunque el nivel de actividad no ha bajado tanto, también está siendo agobiante».
Para luchar contra el desplome del mercado, los concesionarios han tenido que bajar los precios casi a nivel de costo. «En algunas ocasiones, y con algunos modelos, incluso por debajo», afirma Lorenzo Vidal de la Peña. «Tenemos promociones de todo tipo, que al final siempre suponen un descuento en el precio final, pero hemos alcanzado un límite que ya no podemos rebasar».
Por otra parte, algunos concesionarios no tienen más remedio que recurrir a la automatriculación para cumplir los objetivos de los fabricantes. Esta medida consiste en matricular ellos mismos los coches para alcanzar un mínimo de ventas. Suelen hacerlo con vehículos que tienen poca salida y que después venden a precios rebajados como coches de 'kilómetro cero'. «Es pan para hoy y hambre para mañana; un autoengaño que sólo sirve para inflar las cifras», asegura Vidal de la Peña.
Los concesionarios echan de menos los planes de ayuda estatales como el Renove o el Prever, aunque subrayan que «fueron buenos para todos: fabricantes, distribuidores, clientes y el propio Estado, que recuperó su aportación con creces a través de los impuestos». Y eso sin contar los valores añadidos que generaron en cuanto a consumo y creación de empleo.
El presidente de Ganvam, Juan Antonio Sánchez, asegura que las ventas de vehículos continuarán en caída libre hasta que se pueda recuperar la confianza de los consumidores: «El despegue real de la demanda automovilística no se producirá hasta que los indicadores macroeconómicos arrojen claras muestras de mejora, ya que su evolución está estrechamente ligada a la marcha de la economía y, muy especialmente, a la confianza del consumidor y a la fluidez del crédito, factores decisivos para la reactivación del consumo».
«Hablan de que la recuperación comenzará en 2016, pero, ¿tenemos capacidad para aguantar hasta entonces?», se pregunta Vidal de la Peña. «Es una cuestión de fe. Nos centramos en el día a día y en aguantar como sea, pero para eso hay que haber nacido en este negocio porque cualquier empresario con una perspectiva real cerraría inmediatamente».
Vehículos de ocasión
El estudio 'Vehículo de ocasión y antigüedad del parque' de la compañía especializada Audatex indica que los vehículos con más de diez años son, precisamente, los que mejor están resistiendo la crisis. Una coyuntura que repercute negativamente sobre la seguridad vial, el medio ambiente y la actividad de los talleres, que ven cómo a medida que aumenta la edad de los vehículos se reduce el importe medio de la reparación.
Otro estudio realizado por el Instituto de Estudios de Automoción (IEA) para Ganvam indica que la venta de turismos y todoterrenos de segunda mano en Cantabria ha crecido un 8,1% en los siete primeros meses de 2011, mientras que en el resto de España se ralentizó hasta el 0,9%.
El concesionario que dirige Lorenzo Vidal de la Peña es uno de los que más trabaja el mercado de vehículos de ocasión en Cantabria, pero tampoco son optimistas respecto a su evolución, «aparte de que no genera servicio de postventa». Así, mientras el parque móvil envejece, los nuevos modelos languidecen tras las cristaleras de los concesionarios, viendo cómo sus hermanos mayores recorren las calles sobre sus neumáticos gastados. Ya ni siquiera los mejores modelos son capaces de poner tierra de por medio con una crisis sin parangón.
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