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El grupo de investigación, formado arriba, de izquierda a derecha, por Cristóbal Camarero, Carmen Martínez, Fernando Vallejo, Enrique Vallejo y Esteban Stafford. Debajo, Iván Pérez, Mario Benito, Borja Pérez y Ramón Beivide, al frente.
La UC diseña el  ordenador ecológico

La UC diseña el ordenador ecológico

Investigadores de Ciencias se suman al proyecto Mont-Blanc, para crear supercomputadores de bajo consumo

josé carlos rojo

Miércoles, 5 de noviembre 2014, 10:58

Hace más de una década que la ingeniería de computadores busca soluciones a su mayor rompecabezas: el consumo energético. «No hay un problema más restrictivo que ese a la hora de hacer crecer la potencia de los aparatos», señala el catedrático de Arquitectura y Tecnología de computadores de la UC Ramón Beivide. «La llegada de los portátiles precedió a la venta de una larga lista de dispositivos móviles que obligaron a rentabilizar la energía para poder aprovechar las baterías. Eso ha hecho que esos procesadores pequeños sean cada vez más eficientes. Nosotros queremos sustituir los granes procesadores de los ordenadores convencionales por una red de este otro tipo de microprocesadores más sencillos, pero que trabajando de manera interconectada logran más potencia de cálculo por mucho menos consumo», remarca el experto.

Él es la cabeza más visible del grupo de investigación de la UC embarcado en el proyecto europeo Mont-Blanc, que movilizará 8 millones de euros hasta 2016 para el diseño de una red de interconexión que comunique millones de dispositivos de procesado en un mismo ordenador. Básicamente, se trata de diseñar la supercomputación del futuro. «Para entendernos, un ordenador de sobremesa normal puede consumir 300 vatios, de los que 100 se los lleva solo el procesador. Sin embargo, los microprocesadores que portan nuestros teléfonos móviles, apenas alcanzan el vatio. El objetivo es sustituir un único procesador grande por muchos de estos pequeños. Con muchos menos conectados en red podríamos alcanzar mucho mayor rendimiento y al mismo tiempo reducir de forma drástica el consumo», remarca el docente, que dirige el equipo formado por ingenieros de Telecomunicaciones y de Informática de la UC encargado de diseñar el hardware y software de esta red de interconexión.

«Hay que poner en marcha todos esos dispositivos de forma coordinada, como una orquesta, y lograr que la eficiencia de ese sistema sea compatible con el resto de componentes del supercomputador», remarca. Algo parecido se comercializará en los próximos meses bajo las firmas americanas HP y AMD. «Los americanos han empezado a ponerlo en el mercado con tecnologías de procesadores ARM, la compañía inglesa que está involucrada en este proyecto europeo y que se ocupa de diseñar estos microprocesadores».

El 75% de los teléfonos móviles que se encuentran en el mercado actual cuentan en su interior con tecnología de procesadores ARM, y en algunos casos se están alcanzando consumos que están por debajo de los 0,25 vatios por procesador. «Si pudiésemos poner unos cientos de esos en funcionamiento coordinado, multiplicaríamos exponencialmente la velocidad de cálculo y reduciríamos enormemente el consumo, y con ello la huella de carbono», concretan desde el grupo de investigación en el que figuran docentes y expertos de todas las edades.

Una comparación sencilla

«Para hacernos una idea del problema que tenemos frente a nosotros, si nos fijamos en una instalación como la que el Banco Santander construyó recientemente en Cantabria para el control de datos, en poco más de dos años, la factura energética es igual al coste de todo el material informático instalado», remarca Beivide.

La fabricación de estos microprocesadores, sin embargo, se abarata cada mes debido a la eclosión de dispositivos móviles, desde teléfonos hasta tabletas, que mejoran la eficiencia a una velocidad de vértigo. «Está claro que es algo que le importa mucho al mercado. Si EEUU ya ha puesto a la venta servidores basados en esta tecnología, parece que va a definir los estándares de la supercomputación del futuro», avanza Beivide.

El proyecto Mont-Blanc está coordinado por el Barcelona Supercomputing Center (BSC) y forma un consorcio europeo en el que se encuentran empresas tecnológicas y la Universidad de Bristol y Stuttgart. En su inicio, el proyecto tenía un presupuesto de más de 14 millones de euros, incluyendo los más de 8 millones financiados por la Comisión Europea a través del Séptimo Programa Marco. Dos años más tarde, la misma Comisión Europea ha concedido 8 millones adicionales para prolongar las investigaciones del proyecto hasta septiembre de 2016.

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