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N. BOLADO
Lunes, 6 de diciembre 2010, 15:10
Fue la pesquería más espectacular conseguida jamás en la orilla de los ríos de la región. En la noche festiva del 8 al 9 de diciembre de 1980 dos pescadores jóvenes, vecinos de Cudón, los hermanos Herrera, consiguieron izar a tierra nada menos que 200 kilos de angulas. Habían aprendido las habilidades de su padre, Rufino Herrera, un afamado pescador. El problema vino después, cuando tuvieron que vender el magnífico botín. Compraron una buena cantidad de bolsas, hicieron raciones, y desde primera hora de la mañana vendieron su preciosa mercancía ofreciéndosela a los vecinos y automovilistas, al borde de la carretera, a mitad de precio. Entonces se pagaba el kilo a 750 pesetas (4,50 euros) y ellos lograron comercializarlas a 300 pesetas (1,80 euros).
Anécdotas como ésta quedan en el recuerdo de los pescadores y aficionados gastronómicos a uno de los platos rey de la mesa navideña, no por inalcanzable menos deseado. Acaba de empezar la campaña de pesca de angulas en Cantabria y en la noche de ayer domingo, 5 de diciembre, comenzaban las grandes oportunidades para su captura en las riberas de Cantabria.
Este año la crisis lo tiñe todo. Afecta tanto a los pescadores como a los intermediarios y a los consumidores. A quienes tienen la paciencia de pasar la noches al raso con el candil, el cedazo y el caldero, porque el dinero es más necesario ahora que nunca y el producto se paga bien. A los restaurantes porque el freno en el consumo hace que las famosas 'cazuelitas', 'barquitos' o ensaladas se demanden bastante menos. Y al consumidor porque gastar 70 u 80 euros en 100 gramos, con la que está cayendo, le deja «con la miel en los labios».
Ya nadie habla de kilos
La normativa en la vecina comunidad de Asturias es menos restrictiva, en cuanto a fechas, que la de Cantabria, donde la pesquería de la angula comenzó el pasado miércoles 1 de diciembre, mientras que en el Principado la veda se había levantado el 1 de noviembre. Por eso prácticamente todas las que se llevan consumidas en Cantabria hasta ahora provienen de la autonomía vecina. Allí, como ocurre con el 'campanu', en el caso del salmón, los primeros gramos que se sacaron fueron pagados a 2.319 euros el kilo, muy alejados de los 400 de media que se pagan ahora.
En Cantabria desde el miércoles 1 de diciembre pueden capturar solamente los pescadores profesionales ya que los aficionados y deportivos no podrán hacerlo hasta el 1 de enero. En ambos casos la temporada finalizará el 31 de marzo.
Quienes tienen permiso este mes para capturar unos gramos -ya casi nadie habla de kilos si no es con nostalgia- buscan sus sitios en todas las abras de las rías de Cantabria, además de en Noja y Soto La Marina, y en el resto de las playas, en la modalidad de 'a la ola', consistente en echar el cedazo cuando viene la ola y retirarlo cuando rompe y ver si hay suerte y alguno de los pececillos cae en la trampa. Es más habitual ver las noches de luna nueva la tímida luz de los candiles, cada diez metros (distancia establecida por la Consejería de Biodiversidad como mínima entre puestos) en Mogro, Miengo, Oruña, Puente Arce, en las desembocaduras del río Pas; en Limpias, en la desembocadura del río Asón; en Unquera, en la del río Deva; en Agüera en Guriezo, en la del río Agüera o en Río Cuba, en la desembocadura del río Miera.
Pero hablando de angulas siempre interesa el precio. Los pescadores profesionales las llevan a las rulas o las venden directamente a los distribuidores. En teoría los pescadores deportivos no pueden vender las angulas que pescan, aunque lo cierto es que, como dicen los aficionados, «nadie se pasa la noche en el río para coger unos gramos de angulas y después comérselas», de manera que la captura es una ayuda a la economía familiar.
Uno de los mayores distribuidores de España, y que surte a la mayoría de establecimientos hosteleros de Cantabria, es Javier Sousa, propietario de un restaurante y viveros en Bustio (Asturias). Su padre, Sein, dueño también del restaurante 'El Puerto' en esta localidad, le enseñó su manejo y comercialización y ahora ellos compran prácticamente todo el material a los pescadores.
«Una vez pagados los primeros gramos a precio de capricho» explica, él pagó las angulas vivas, al principio, a 430 euros y actualmente las está pagando a 380 euros, a pie de río, éstas de la marea de noviembre. Ahora está a la espera del resultado que den las mareas que comenzaron ayer domingo, ya que de su resultado dependerá el precio. El pez, al consumidor -bien restaurantes o particulares- se vende ya escogido y cocido lo que pone su precio en justo el doble. Ahora mismo se están vendiendo a 700 euros el kilo, unos 240 euros más baratas que el año pasado en la misma época.
A 0,25 céntimos la angula
La cantidad que hay en un kilo varía dependiendo de la época del año (por el tamaño de las piezas). En las de noviembre 'entran' en un kilo entre 2.800 y 3.000 angulas; en diciembre, unas 3.000; en enero, 3.200 y en febrero y marzo entre 3.500 y 3.700. La media, pues, es de unas 3.000 por kilo. Lo habitual es degustarlas en raciones de 100 gramos, por lo que en una ración, que en estos momentos cuesta entre 70 y 80 euros, 'entran' 300 angulas, lo que da un precio aproximado, en la mesa, de 0,25 céntimos de euros la unidad.
Aunque tanto los distribuidores, como los dueños de restaurantes, reconocen que «la cosa está muy parada» se espera que en los días previos a la Navidad los precios suban de forma considerable aunque todo dependerá de cómo se den las mareas: a menor oferta más precio, y viceversa.
La cotización más alta se sitúa en los dos o tres días antes de la Nochebuena. Javier Sousa recuerda que la cotización récord de angula cocida en venta directa fue en la Navidad de 2008 cuando se vendieron a 1.200 euros el kilo. La Navidad pasada, en 2009, la cotización más alta se quedó en los 950 euros. Este año podrían situarse en el mismo entorno según los expertos. Todo son especulaciones de cara a las fiestas navideñas «porque, de momento, no preguntan por ellas ni por teléfono». Habrá que esperar a fin de este mes para despejar la incógnita.
Y dicen que la angula es cara...
Raúl García López tiene 37 años y a los 16 ya iba a pescarlas con su padre. No ha perdido la afición a pesar de que reconoce que la Consejería de Biodiversidad «está poniendo tantas trabas que yo creo que quieren que los aficionados dejemos de pescar. En Asturias ya están pescando desde el 1 de noviembre». «Las noches de pesca de la angula son muy frías y muy duras porque cuando se produce 'la turbia' es cuando las angulas salen por las orillas». Con el cedazo, sin dejar de rastrear el cauce, el candil para alumbrarse, y el caldero o el perolo esperando la mercancía, el pescador se sitúa en su puesto seis o siete horas antes de que empiece la pleamar, «casi siempre con la compañía del frío y la lluvia» porque se pescan más angulas de noche que de día.
«Cuando hay luna nueva es cuando salen. Hace 17 años, cuando tenía 20, una noche cogí 14 kilos, y al día siguiente, 11 kilos más. Entonces se llevaban a casa auténticas peroladas de angulas. Ahora, si pescas un kilo, eres el rey». Aunque por normativa regional cada pescador puede capturar un máximo de 250 gramos «si entra en el cedazo un kilo, no le vas a tirar de nuevo a la ría».
Esta pesca requiere ciencia y paciencia. «Tienes que estar constantemente pasando el cedazo, y si salen, no paras ni a fumar un cigarro, se te quita hasta el frío», explica. Es éste un deporte o afición que se practica en soledad «y sientes una alegría muy grande cuando las ves en el cedazo. Pescarlas es una tradición que nos están limitando mucho y sientes orgullo cuando le puedes ofrecer a tu familia este manjar». Pero Raúl, al igual que todos los aficionados, tendrá que esperar un mes para apostarse a la orilla de la ría.
El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), ha informado que la población de anguila europea está tan esquilmada que se encuentra fuera de los límites biológicos de seguridad. Por este motivo la Consejería de Biodiversidad establece que la pesca de la angula se realizará con el arte denominado cedazo con un tamaño máximo autorizado de 1,2 metros cuadrados quedando expresamente prohibido el uso de cualquier otro sistema de pesca, incluido el remover los fondos en bajamar.
También estipula que los pescadores deben guardar una distancia mínima de 10 metros entre ellos, en aquellos lugares en que exista ribera o cauce definido y no haya una delimitación de los puestos.
Para poder practicar esta pesca es condición indispensable estar en posesión de una autorización para su ejercicio, que expide la Consejería de Desarrollo Rural a pecadores profesionales y mariscadores y a aficionados.
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