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GONZALO SELLERS
Sábado, 13 de agosto 2011, 15:20
Los cruceros de lujo 'Marina' y 'Seadream I' no sólo dejaron en Santander un puñado de fotografías inusuales de la bahía. Los alrededor de 1.700 turistas -sumando tripulación y pasajeros- que desembarcaron entre el pasado domingo y el lunes supusieron un ingreso para la ciudad de 121.375 euros, según las estimaciones que maneja el Ayuntamiento de Santander. Un impacto económico que durante esas 24 horas se multiplicó con la llegada, casi al mismo tiempo, del ferry Pont-Aven. Tres barcos cuyas esloras sumadas -alrededor de 500 metros- se asemejan a cinco campos de fútbol y que, durante ese día, cambiaron el perfil marítimo de la ciudad.
El 'Marina', un edificio flotante de doce pisos de altura y con los lujos y la comodidad de un hotel de cinco estrellas en su interior, llegó al Puerto antes de lo previsto. La falta de calado no le dejó atracar en San Juan de Luz, la parada previa a Santander en su trayecto entre Verdon-sur-Mer y el puerto británico de Dover, y el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria se vieron obligados a adelantar 24 horas el operativo previsto. Además de abrir excepcionalmente la oficina de turismo de la estación marítima el mismo domingo para dar servicio a los cruceristas, los taxis y los autobuses City Tour tuvieron que reforzar sus servicios.
El Ayuntamiento calcula que los taxis de la parada situada a la salida de la estación marítima hicieron 800 carreras durante el día que el 'Marina' y el 'Seadream I' descansaron en Santander. Con un precio medio de seis euros por cada una, el cálculo arroja una recaudación de de 4.800 euros.
Casi todos desembarcaron
El taxi no fue el único medio utilizado por los turistas australianos, ingleses, suecos y norteamericanos -nacionalidades que monopolizaron las listas de pasaje de los barcos- para conocer Santander. Los autobuses City Tour enseñaron la ciudad a 400 pasajeros. Es decir, sólo con los cruceristas se llenó el 30% de la capacidad de los vehículos.
Lejos de quedarse en el barco para disfrutar de la piscina, los campos de tenis y golf de la cubierta de la última planta, los diez restaurantes o la sala de casino con medio centenar de máquinas recreativas, los pasajeros no se privaron de conocer la ciudad. El Ayuntamiento estima que tan sólo 174 personas no se apearon del crucero. Y el 40% de la tripulación también bajó a tierra firme. En total, 1.700 personas a las que el lunes hubo que añadir casi otras tantas del ferry.
También fue necesario desplazar una patrulla de la Guardia Civil y otra de la Policía Portuaria para que la estación pudiera permanecer abierta la primera noche. Un refuerzo de la vigilancia que se extendió también al lunes, con dos dotaciones de la Policía Nacional y de la Guardia Civil para controlar los accesos a los buques y dos agentes municipales para organizar el tráfico en la zona. El Puerto también tuvo que movilizar a policías para organizar el cruce de pasajeros y automóviles del ferry con los cruceristas.
Sin contar las provisiones
Cuando el 'Marina' abandonó la bahía de Santander el lunes a las 16.00 horas, sus 1.235 pasajeros y 766 tripulantes habían dejado en la ciudad una cantidad cercana a los 112.000 euros, cifra que no incluye los aprovisionamientos de comida y agua que hicieron en los centros comerciales ni las tasas portuarias, entre otros.
A esto hay que sumar los 9.000 euros que supuso la escala del 'Seadream I' y sus 107 pasajeros y 100 tripulantes en su viaje entre Burdeos y Lisboa. Considerado el quinto mejor barco turístico del mundo, según la Guía Berlitz, cuenta casi con un tripulante para atender a cada pasajero. «El servicio es muy personal y casi todo lo que se oferta está incluido en el precio», explicó Johan Dynnes, el capitán noruego del yate.
«Ojalá vengan más»
Los que más notaron la coincidencia de estos dos barcos y el perfil de renta alta de los cruceristas -el precio medio de un billete ronda los 5.000 euros- fueron los restaurantes y bares del centro de la ciudad y los más cercanos al puerto. «Hicieron unos gastos muy superiores a cualquier turista y hemos notado mucho el día que pasaron en Santander», aseguró el presidente de los hosteleros cántabros, Emérito Astuy, para quien es importante la imagen que se lleven de la ciudad «porque luego vuelven». «Este tipo de turismo es buenísimo para Santander, ojalá vengan muchos más», señaló.
Precisamente éste es uno de los objetivos marcados en rojo en la agenda del alcalde, Íñigo de la Serna, quien ha visto en el sector de los cruceros uno de los caminos para «poner a Santander en el mapa mundial», tal y como se comprometió durante su segunda investidura como regidor, el pasado mes de mayo. En junio mantuvo una reunión en Santander con los representantes de las principales navieras norteamericanas y ya hay once cruceros cerrados para el año que viene, sin contar los que vayan surgiendo hasta entonces.
«Estamos haciendo una clarísima apuesta para tratar de internacionalizar Santander mediante, entre otras cosas, los cruceros, ya que generan mucha actividad económica y aumenta la proyección de la capital», explicó De la Serna.
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