Diego pone su primera piedra

El Gobierno y el Ayuntamiento siguen cerrando las heridas que dejaron abiertas en la ciudad los ocho años de desencuentros entre ambas administraciones. Tras el compromiso de aprobar el estatuto de capitalidad y el visto bueno al modelo municipal para ampliar el Parque Científico, ayer le tocó el turno al centro de salud de Nueva Montaña. La instalación que cierra el mapa sanitario de la capital cántabra, con un coste que asciende a 4,2 millones de euros y que dará cobertura médica a más de 8.000 vecinos, comenzará a funcionar el próximo verano. Al menos esa es la estimación del Ejecutivo del presidente, Ignacio Diego, quien de momento puso ayer la primera piedra de su mandato y del edificio acompañado por la consejera de Sanidad, María José Sáenz de Buruaga, y el alcalde, Íñigo de la Serna. Un acto que sirvió a Diego para escenificar su «compromiso» contra los recortes sociales. «Con la construcción de este centro queremos demostrar que no hemos venido a hacer recortes», dijo.

Este proyecto llegó a la mesa de la consejera tras un tortuoso camino burocrático de tres años que ejemplificó las malas relaciones que Ayuntamiento y Ejecutivo mantuvieron durante la pasada legislatura. Los primeros contactos entre las dos administraciones para hablar de esta infraestructura comenzaron pocos meses después de las elecciones de 2007. Fue un primer encuentro en el que las dos partes se mostraron dispuestas a colaborar, en contraste con lo que sucedió después y que obligó a retrasar la construcción del centro de salud una legislatura.

Las primeras diferencias llegaron a comienzos de 2008, una vez que el Consistorio cedió al Gobierno el terreno de 5.000 metros cuadrados, valorado en 300.000 euros, en el que se levantará el edificio. Desde entonces y hasta marzo de 2010 no hubo avances significativos, hasta que el entonces consejero de Sanidad, Luis Truán, aseguró que la construcción comenzaría ese mismo verano una vez redactado el proyecto y adjudicadas las obras. Pero el verano se terminó sin que se moviera una piedra.

Las voces críticas desde el equipo de gobierno del PP del Ayuntamiento no dejaron de sonar en todo ese tiempo, hasta que las quejas empezaron a llegar también desde el otro lado. En febrero de este año, el PSOE municipal acusó al alcalde de «boicotear» las obras al no conceder la licencia de construcción. Justo un día después de que Truán volviese a dar otra fecha para la colocación de la primera piedra. «Será inminente», dijo. La réplica desde el Consistorio sí lo fue: «No se puede conceder la licencia porque el proyecto incumple los parámetros de altura y ocupación».

«Faltaban trámites»

Los primeros acercamientos entre las administraciones para solventar el problema llegaron en la frontera de las pasadas elecciones. El Gobierno arregló las «numerosas deficiencias», según el Ayuntamiento, del documento, y éste concedió la licencia. El último paso dado antes del cambio de color político en el Ejecutivo regional fue adjudicar las obras a la empresa Ascán. Y es en este punto del proceso donde Buruaga decide colocarlo en la lista de prioridades de su agenda. Según aseguró ayer De la Serna, la nueva consejera de Sanidad descubrió que los anteriores responsables «ni siquiera» habían hecho los trámites administrativos con la Confederación Hidrográfica del Cantábrico para comenzar a construir este centro de salud en Santander.

Diego destacó ayer que este edificio demuestra «la vitalidad y el dinamismo» del actual Ejecutivo cántabro después de tres años de «retrasos injustificados» y «mentiras» del Gobierno PRC-PSOE sobre esta infraestructura.

El presidente regional reivindicó el «compromiso» adquirido con este centro de salud, que será, al igual que su Gobierno, «accesible, abierto y transparente» para los ciudadanos.