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Ingleses cántabros en ‘shock’

Residentes en la región desde hace años, comparten la consternación por el ‘Brexit’

José Carlos Rojo

Sábado, 25 de junio 2016, 17:53

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De fondo, nadie creía realmente en el Brexit. El referendo para abandonar la unión se dibujaba en los medios como una maniobra política del ya ex primer ministro David Cameron para salvar su liderazgo en el partido conservador. En definitiva, un trámite que quedaría en nada. La sorpresa llegó el pasado jueves después de que cerca de un 52% del pueblo británico votara por rescindir el contrato con Europa después de 43 años de permanencia. El escenario se torna incierto para la política, la economía y lo que es más importante, para las personas. Cuatro británicos residentes en Cantabria analizan su consternación, su indignación y los temores que les despierta el nuevo escenario. «Un día triste», «Tremendo, alucinante», «Un gran desastre». Los calificativos surgen tras el shock pero en una reflexión más reposada aparecen las razones que explican la debacle que según los expertos traerá consecuencias imprevisibles.

Los cuatro, con lazos estrechos de familiares y de amigos que siguen viviendo en la isla, mantienen el pulso de la realidad de un país que siempre tuvo un pie dentro de la UE y otro fuera. Con un pueblo que abogó por aprovechar las ventajas de un mercado único pero que siempre mostró descontento por la fiscalización de las políticas internas.

La crisis económica, el gran revulsivo que resucita los populismos en medio mundo, ha alimentado el fantasma de la inmigración. «Es el triunfo de la gente decente, el día de la independencia», proclamó minutos después de conocer el resultado del plebiscito el líder del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), Nigel Farage.

El voto por la fragmentación, sustentado en mayor medida por las clases obreras y las zonas rurales, más castigadas por la situación económica y aturdidas por la avalancha migratoria que compite por los puestos de trabajo, han pesado más que la opción de permanencia defendida de las grandes ciudades. En Cantabria, estos españoles de adopción protestan por la norma que los impidió participar en el refrendo por superar los 15 años de estancia en el extranjero y lamentan que su estatus vuelva a ser el anterior al Tratado de Maastricht de 1992, que estableció el derecho de las personas a circular y residir libremente dentro de la Unión Europea. «Tendremos que volvernos locos otra vez con los papeleos infinitos», temen. «¿Qué van a hacer ahora, firmar cientos de acuerdos para regular cada cuestión?». Su testimonio es el de ciudadanos desencantados con su pueblo, con un país con el que ya no se identifican y por el que sienten lástima.

"He perdido el orgullo británico"

Alison Boyden - Empresaria

Cuando las palabras surgen de la indignación, desaparecen los pelos en la lengua: «Basta con mirar las estadísticas. Los menores de 50 años han votado a favor de quedarse. Los mayores de esa edad, y sobre todo los pensionistas, abogan por irse. Precisamente esos que continúan viviendo en la Historia rancia de un país que tuvo imperio, que venció en dos guerras mundiales y que son más reacios al cambio y a la globalización. A esos se les ha engañado con una gran mentira», protestó la empresaria Alison Boyden, propietaria de una granja de alpacas en Vega de Pas. «Cameron ha salido por patas y el líder del partido independentista Nigel Farage engañó a la gente diciendo que Europa consumía unos 350 millones semanales que de otro modo podrían quedarse en Reino Unido para sustentar el sistema de pensiones y de Seguridad Social. Pues bien, no ha tardado en desdecirse y en alegar que sus palabras se malinterpretaron».

Boyden llegó a Cantabria en 1981 y hoy se siente más española que nunca. «Después de más de 30 años aquí no había pensado solicitar la nacionalidad hasta hoy. Precisamente es un día para no sentirse orgullosa de ser británica». Sobre todo si se entiende por británico a ese ciudadano tipo «que lee las fotos de tabloides como The Sun, y que no tiene capacidad de informarse para votar con criterio», condenó.

"Ha habido fanatismo y xenofobia"

Daniel Connell - Profesor de inglés

«Es un día muy triste», confesó ayer Daniel Connell. Residente en Cantabria desde 1984 y profesor de inglés en Los Corrales de Buelna, celebró «el poder seguir sintiéndome ciudadano europeo». Le quedan los últimos flecos para adquirir la nacionalidad española, que solicitó hace ya meses. «Inglaterra vuelve a ser una isla y me alegro de estar al otro lado del muro», zanjó, consternado. Tachó de «irresponsables» a los medios sensacionalistas del país, «como The Sun y otros tabloides, que han manipulado la información para convencer a la gente a base de fanatismos y xenofobia, sobre todo a los más desfavorecidos, haciéndoles creer que Europa es la responsable».

Culpa de la decisión a ese pasado inglés, «basado en la falsa creencia de supremacía cultural, cercana de hecho al concepto de Commonwealth, ese bienestar común que lleva a muchos a creer que los ingleses pueden vivir cómodamente solos, al margen del mundo». Lamentablemente es pesimista con el futuro: «Han decidido eso, pues bien, ahora se van a dar cuenta de las consecuencias». Para algunos ya son palpables. «Tengo un hijo trabajando en un doctorado en Bruselas. Conoce a compañeros que trabajan en la Comisión y ya les han avisado que no van a poder ascender en el escalafón funcionarial debido a este problema».

«Todo esto es un gran desastre»

Judith Clifton - Profesora universitaria

«Escocia quiere quedarse, Gales quiere irse, Londres también aboga por la permanencia. No sé, todo esto es un desconcierto tremendo, un gran desastre». La noticia del Brexit amargó el desayuno del viernes a la profesora de la Universidad de Cantabria Judith Clifton. Para una mente analítica como la suya, acostumbrada a la docencia científica en la Facultad de Económicas desde hace más de 15 años, la decisión de escisión de la UE no se sustenta en ningún razonamiento lógico: «Es un voto completamente emocional fortalecido por el sector poblacional más mayor y con menor nivel educativo. En España se está sufriendo mucho la crisis, pero allí también. La frustración ha conducido a una reacción contra Europa, un ente que está ahí y al que se le pueden echar las culpas».

«Ahora puede venir la victoria de Donald Trump en EEUU, del Frente Nacional en Francia y yo me pregunto... ¿Hacia qué mund vamos?», teme, aún indignada por su descarte en el plebiscito. «No tiene sentido que por llevar más de 15 años fuera del país no me hayan permitido votar. Sí puedo hacerlo para decidir quien va a ser primer Ministro. Es ilógico». «Han sido muchos años de menospreciar el problema social que generaba la inmigración, de pasar por alto las diferencias culturales y ahora ha explotado».

«Será como volver a los ochenta»

David Harrison - Profesor

David Harrison lo ve como un retroceso. «Para muchas cosas será como volver a los ochenta. Tendremos que volver a pedir permisos de trabajo, de residencia y todo ese tipo de cosas». Profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en el Gobierno de Cantabria o la Fundación Botín, suma más de 20 años de residencia en España.

«La relación de Reino Unido con Europa siempre ha sido un poco tensa. Sucedió ya con el ingreso de 1973. Después se hizo el referendo del 1975 para corroborar la decisión». «Siempre se ha pensado que lo bueno del mercado común interesaba pero lo malo de las políticas comunes y la moneda unitaria podía no ser tan beneficioso y lo cierto es que aún lo pienso y no creo lo que ha pasado. Es tremendo, alucinante».

Su pensamiento de futuro es más práctico que político: «¿Qué sucederá con los españoles que están trabajando allí;con los ingleses que están aquí? ¿Cómo afectará al turismo, a las cotizaciones sociales o a la Seguridad Social? Habrá negociaciones muy largas que se prolongarán durante mucho tiempo para establecer cuales son las nuevas reglas del juego». En definitiva, «se trata de un palo muy grande que va a volver a poner obstáculos donde se habían quitado».

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