32.000 cántabros viven en zonas con riesgo de sufrir inundaciones por las riadas
Los puntos afectados por las crecidas de la pasada semana coinciden de forma milimétrica con los destacados en el estudio del Ministerio Los desbordamientos del Saja y del Besaya afectan a un mayor número de personas. El Nansa y el Miera son los ríos con menos tramos críticos
DANIEL MARTÍNEZ
Domingo, 3 de febrero 2019, 07:48
En una de las primeras casas que te encuentras en el pueblo de Villanueva (Mazcuerras) según entras por el puente de Virgen de la Peña ... hay un muro con una curiosa inscripción. «Hasta aquí llegó el agua del Saja el 16 de junio de 2010». El propietario deberá ahora poner otro listón a la altura de la ventana para señalar la nueva marca que batió el río la pasada semana. Era una tónica habitual cuando se hablaba con las decenas de familias que se vieron afectadas por las inundaciones que se cebaron con Cantabria: casi en todos los casos, los padres y abuelos recordaban ocasiones pasadas en las que, como ocurrió entre el 23 y 24 de enero, el Pas, el Besaya o el Deva se habían salido de su cauce y habían anegado fincas, granjas, industrias y viviendas. «Hace cosa de diez años ya nos pasó algo similar», «Es la tercer vez que nos pasa desde que hicimos la reforma», «Hemos tenido otras, pero ninguna como esta»...
Quizás estas últimas riadas fueran especialmente violentas -el otro mensaje que se repetía es que las autoridades ponen trabas para limpiar los ríos y algunos creen que esto pudo agravar el episodio-, pero ni en Villanueva de la Peña, ni en Los Corrales de Buelna, ni en Santa Olalla (Molledo) les pilla de nuevas tener que achicar agua o ver cómo la naturaleza se lleva por delante a parte de su ganado y provoca daños en caminos y carreteras. Que las inundaciones son periódicas lo confirma la historia. Que seguirán siéndolo, los estudios científicos. Según el más riguroso y detallado de todos los que se han elaborado en España, el del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables del Ministerio para la Transición Ecológica, 32.000 cántabros viven en un lugar de riesgo. Y lo más curioso de todo -o más bien al contrario- es que coinciden casi de forma milimétrica con las que ahora más están reclamando al pago de los daños Consorcio de Compensación de Seguros.
Es decir, que la limpieza de los ríos no fue un factor determinante. El margen del ser humano para evitar las inundaciones es limitado, aunque sí puede reducir sus consecuencias con una ordenación del territorio más adecuada, evitando asentarse en zonas de riesgo elevado. «A la naturaleza no se la gana nunca y los ríos tienden a volver a su cauce natural», apunta Manuel Antonio López de la Calzada, arquitecto de Los Corrales de Buelna. Las paredes de su despacho en la casa consistorial están presididas por los mapas de riesgo de inundaciones de la localidad con todos los arroyos y torrentes que desembocan en las pedanías bien destacados. Y casi la totalidad de los edificios están en la zona coloreada. De hecho, casi el 100% del municipio, como también ocurre en Cabezón de la Sal, es inundable.
El cambio climático hará que las inundaciones sean cada vez más frecuentes e intensas
El técnico señala que ahora, con la legislación actual, sería impensable levantar cualquier inmueble en estas áreas. Lo que ocurre es que los desarrollos urbanísticos e industriales del siglo XX no tenían en cuenta este parámetro. También olvidaron que, tradicionalmente, las poblaciones se habían asentado en zonas cercanas a los ríos, pero «no en la parte más baja del valle, sino en media ladera». «El Besaya tenía otro trayecto. Pasaba por la mitad del pueblo y fue la industria de las trefilerías la que hizo verdaderas obras de ingeniería para aprovechar el agua y transformar su fuerza en energía eléctrica. Estos días el Besaya ha recordado por donde iba», detalla López de la Calzada.
Nuevas normativas
Francisco González, director general de Urbanismo del Gobierno de Cantabria, confirma que son los propios planes generales de ordenación urbana de los municipios los que hoy impiden hacer una casa en lugares inundables y cuenta que es imposible su aprobación sin el visto bueno de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC).
Eso implica que «ahora mismo no se puede construir en zonas de riesgo de riadas, aunque históricamente sí se ha hecho». Hasta 2015, la regla general era prohibir edificar dentro de la zona de servidumbre de un río, que ocupa 100 metros desde el cauce habitual. Ahora, las normas son incluso más estrictas.
Los 32.000 afectados no incluyen a los potenciales damnificados por el mar, el 10% de la población
Precisamente, de los 274 kilómetros de tramo de río con más riesgo de inundación, una parte muy importante, que además es la que afecta a más parte de la población, está en el Besaya. En la zona de Las Fraguas, en Arenas de Iguña, en Molledo... Más afectado incluso está su río hermano, el Saja. Desde Fresneda (Cabuérniga) hasta Barcenaciones (Reocín), todo la ribera es altamente inundable. Eso no quiere decir que todas las poblaciones estén igualmente afectadas. Por ejemplo, muchas fincas de Valle y Terán están en lugares peligrosos, pero no el casco urbano. En cambio, Sopeña o Caranceja no tienen la misma suerte. La realidad lo confirmó hace diez días.
Ese 6% de cántabros que vive en zonas inundables se refiere al tercero de los tres escenarios que plantea el Ministerio de Transición Ecológica, que es también el menos probable. Según los expertos, la posibilidad de que ocurra anualmente es de 1 entre 500. O lo que es lo mismo, que tiende a ocurrir una vez cada cinco siglos. Pero se da. De esas 32.000 personas, 17.400 están en zonas con riesgo medio de inundaciones (una vez cada 50 años), y de ellas 12.000 en riesgo muy elevado (una vez cada diez). Pero el cambio climático está dejando obsoletos estos estudios. «En los últimos cuatro años se ha reproducido tres veces un escenario (el intermedio) que teóricamente tendría darse una vez cada medio siglo», apunta Roberto González, de la organización SEO/BirdLife. Esto hace pensar que cada vez serán más frecuentes las inundaciones. Este análisis es el mismo que realiza la Confederación: «En 2018 los daños de este tipo en Europa han sido de 7.000 millones de euros. En 2028 serán de más de 20.000». El cambio climático es la principal (si no única) causa.
Si el Saja y el Besaya están en un extremo, el Nansa y el Miera están en el contrario. Estos dos son los que tienen menos kilómetros inundables. Antonio Lucio, director general de Medio Rural, pone sobre la mesa los motivos. En el caso del Nansa, además de su morfología, se explica porque es el único gran río de Cantabria en el que hay embalses para la producción de electricidad, lo que da cierto margen para regular el caudal. Y en el Miera, la distancia entre el nacimiento y la desembocadura es relativamente corta y discurre por un valle muy pronunciado en el que los únicos puntos donde se encuentra con llanura es Liérganes y La Cavada. Justo donde el mapa de riesgo del Ministerio se colorea. El Deva tiene tres tramos críticos, otros tres tiene el Pas, en Liendo los problemas vienen por el gran número de pequeños arroyos que se juntan en el municipio y otro puñado de afluentes también pueden hacer de las suyas en una decena de pueblos.
Hasta 2015 la norma decía que no se podía construir a 100 metros de los ríos. Hoy la norma es más restrictiva
Pero, ¿qué criterios se utilizan para definir una zona como inundable o no? Varios. La CHC detalla que se tienen en cuenta la cartografía y topografía del terreno, las mediciones de caudales y lluvias, los reconocimientos sobre el terreno y, también, la hemeroteca.
Un ejemplo, el Pas. Los archivos dicen que en los últimos tres siglos han sido muchas las crecidas con resultado trágico que se han dado en este río, lo que vuelve a confirmar que las inundaciones no son una excepción histórica. En el valle de Toranzo, los sucesos de 1730, 1736 y 1737 dejaron al menos 150 muertos y un centenar de edificios destruidos entre casas, molinos, ferrerías y templos. Desde entonces se han documentado 20 de hitos de distinta gravedad.
A esas 32.000 personas -el impacto económico sería de cientos de millones- hay que sumar las afectadas por las inundaciones puntuales producidas por el aumento del nivel del mar. Son el 10% de la población. Y un estudio del Instituto de Hidráulica de Cantabria (IH) estima que en 2040 estará permanentemente inundado por agua salada territorios en los que ahora vive el 3% de la población regional.
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