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Rafael Molina, técnico de telecomunicaciones, en Santander, junto a su furgoneta tras atender a domicilio una incidencia Roberto Ruiz
Rafael Molina - Técnico de telecomunicaciones

«Muchas averías son por la saturación de la red»

En primera línea ·

Debido al teletrabajo, el uso de la línea es mayor y los problemas surgen porque «funciona con lentitud». No es un fallo y se solucionará cuando vuelva la normalidad

Laura Fonquernie

Santander

Miércoles, 29 de abril 2020, 07:20

Si algo permite romper o, al menos, sobrellevar mejor la distancia obligada que mantiene a familias y amigos separados desde hace más de cuarenta días son las telecomunicaciones. Las videollamadas han sustituido a las citas en los bares y a las comidas familiares, y lo harán hasta que la normalidad vuelva a la calle. Por supuesto también son la clave detrás del tan utilizado término del teletrabajo, la alternativa para muchas empresas de afrontar el estado de alarma. Sin olvidar el hecho de que se encargan de parte del entretenimiento, como la televisión, tan importante ahora para llenar las horas del día. De modo que un fallo en la red, un rúter que no funciona u otras tantas incidencias en el wifi pueden dejar a un vecino más aislado o aburrido que nunca.

Por eso, entre los trabajos esenciales que no han parado su actividad se encuentra la asistencia a domicilio de los técnicos de telecomunicaciones. Rafael Molina lleva 33 años en el sector, los cuatro últimos trabajando para Zener. Estos días, como siempre, recorre cada esquina de la región solucionando averías en hogares y empresas. Aunque, dada la situación actual, ahora casi todas sus salidas se centran en atender a particulares.

Mientras la sociedad se encierra en sus casas para no contagiarse, a Molina le toca llamar a la puerta y entrar en hogares ajenos, algo que ahora «llevamos mejor, pero al principio no fue bien». Trabajar era más complicado. Además de la distancia y medidas de protección, la incertidumbre y el miedo al coronavirus les mantenía en vilo. «Las primeras semanas fue todo bastante duro», reconoce el técnico. A pesar de adoptar todas las precauciones y atender con mascarillas y guantes, la «lluvia de información» tensaba su tarea e incluso la hacía incómoda. Rafael Molina admite que el estrés en cierto punto fue tal que «cogí vacaciones, pero luego volví».

«Las primeras semanas fueron bastante duras y cogí vacaciones. Estaba muy estresado. Ahora ya lo llevamos mejor»

«Una clienta nos pidió que en vez de entrar en su casa dejáramos el recambio fuera. Luego le dimos las indicaciones por teléfono»

Y es que, al igual que él, «la gente también tenía miedo» y se juntaba la necesidad de la asistencia de un técnico y la preocupación de que entrase alguien en casa. A estas alturas ya «casi todo el mundo lleva mascarillas», indica Molina. Podría hasta decirse que «nos hemos acostumbrado» a ella. Y él mismo nota cómo en su trabajo se respira más tranquilidad y el miedo «va bajando» conforme la situación se estabiliza.

Sin duda, el Covid-19 lo ha cambiado todo, incluso los avisos de averías que reciben estas semanas. «Con todo el mundo en casa, teletrabajando y las clases por internet, el principal problema es el de saturación de la red», explica el técnico. Es decir, «ha cambiado el tipo de incidencia». Ahora mucha gente llama por problemas con la rapidez de la línea o con el acceso a internet. Y casi todas las salidas están relacionadas con que «la línea funciona con lentitud». Ocurre que no se trata de ninguna avería como tal, no hay nada estropeado.

A veces la red falla porque ahora hay más gente utilizándola a la vez. Pero el cliente no lo sabe, y llama. Es más, si no fuera por este hecho, el volumen de trabajo sería la mitad. ¿Y cuál es la solución? Paciencia. «Les explicamos la situación», comenta Molina. Los técnicos intentan aclararles que es un problema derivado de las circunstancias excepcionales de estos meses. Una vez abran las empresas y la gente vuelva a trabajar en lugar de en casa o termine la universidad, las líneas funcionarán con normalidad.

Limpiar las suelas con lejía

En cada visita la preocupación del técnico es doble. Lo era al inicio del estado de alarma y continúa dos meses después. Por un lado está el miedo a contagiarse. Y, por otro, la inquietud de ser él mismo quien transmita el virus a alguno de los clientes. «Hemos vivido con mucho estrés, no sabes quién lo tiene o si puedo ser yo mismo». Por ello extrema las medidas de seguridad: «Cuando entro, me limpio los pies en el felpudo». Eso siempre. Además, en algunas casas colocan dos alfombras en la entrada «una con alcohol, lejía y una toalla» para desinfectar las suelas de los zapatos antes de pasar a solucionar la avería. «A mí me preguntan si no me importa hacerlo, y por supuesto que no. Lo entiendo», explica Molina.

Como el miedo es incontrolable algún cliente incluso ha pedido que, al ser persona de riesgo, no entraran en su casa. «Dijo que nos agradecía si, por favor, podíamos dejar el equipo y no entrar en su vivienda», cuenta Molina. Y así lo hicieron. Se acercaron hasta allí, dejaron la pieza que necesitaba cambiar en la entrada y se marcharon. Luego «llamamos por teléfono» para darle las indicaciones y «asegurarnos de que tenía todo para instalarlo correctamente y sabía hacerlo».

El técnico reconoce que la situación «satura porque no lo hemos vivido nunca». Y agradece a la gente que «está sensibilizada y tienen buena actitud». Mientras ellos arreglan el problema, a veces, surge la conversación y «viene bien porque ves que tienen la misma incertidumbre, tranquiliza saber que estamos en el mismo barco». Y, como es lógico, la preocupación se traslada a su casa donde convive con su mujer y sus hijos. «Cumplimos las medidas de seguridad. A veces casi de forma compulsiva», admite.

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