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«Viviéndolo en mis propias carnes de la forma más dura, este país hace aguas por muchos lados pero aún somo privilegiados de contar con tan alto nivel de servicios de rescate....En mi caso fueron los bomberos de Potes, que se jugaron el tipo para llegar hasta mí lo más rápido posible».
Es parte del mensaje en redes sociales que este martes llegaba hasta el 112 de Cantabria, que respondía a su vez dando las gracias por tan amables palabras. Es otro capítulo del rescate realizado el pasado domingo, ya casi de noche, en el río Deva en pleno Desfiladero de la Hermida.
Este martes, Carlos Cabeza contestaba el teléfono aún desde la cama, esperando a que alguna prueba más determine si tendrán que operarle o no de las lesiones en su pierna. Su voz suena sin mucha fuerza. Cuenta cómo acabó resbalando por la pendiente y la rapidez y entrega del equipo del 112 y del 061 que le sacó del río con una rodilla lesionada, un importante corte en la cabeza y varias magulladuras. Él recuerda un rescate «complicado y peligroso» del que realmente fue consciente al ver las fotos. Y recuerda la entrega y la «humanidad» del equipo, pendiente de él, haciendo paradas para comprobar su estado y palabras de aliento pese a tener que cargar su camilla por el medio del río y subir un fuerte desnivel. «Yo me sentía seguro. No tenía duda de que iba a salir, pero al ver las fotos es más impresionante».
Estamos enormemente agradecidos por las palabras de Charlie, al que deseamos una pronta recuperación desde @112Cantabria y @061Cantabria pic.twitter.com/5IY3uut6H5
— 112 Cantabria (@112Cantabria) 12 de septiembre de 2017
En el Parque de Bomberos de Tama estaban orgullosos de su trabajo. «Nos da satisfacción ver el trabajo bien hecho, pero palabras como las de Carlos son nuestra recompensa», dice Miguel Rodríguez, jefe del parque.
Carlos Cabeza tiene 36 años y es un senderista experimentado. «Llevo muchos años en la montaña». El domingo dejó su coche en el Desfiladero, cerca de Lebeña e inició una ruta que le llevó hasta el Macizo de Ándara. Subió siguiendo rutas del Camino Lebaniego pero para regresar optó por una vía más directa guiado por un mapa del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que recoge la existencia de un camino. Al principio todo iba bien pero el camino comenzó a desaparecer. Se acercaba el final de la tarde y la única salida que veía era dirigirse al cauce del río. «Intentando bajar resbalé. Quedé inmovilizado. Di muchas vueltas y golpes al caer. Me sangraba la cabeza y no me podía mover», explica, «donde fui a parar ya no había salida». La situación se complicó.
Carlos Cabeza logró coger su móvil de la mochila, avisar al 112 y pasarles su localización. Eran cerca de las 9 de la noche y la luz empezaba a desaparecer. El equipo «llegó muy rápido. Yo sabía que era un rescate difícil, conozco la zona». Por eso encendió la linterna frontal para facilitar su localización y cuando el equipo llegó le curó algunos cortes, le inmovilizó la rodilla y le dio algo para el dolor. Carlos Cabeza recuerda el cuidado con el que llevaron la camilla para evitar que se mojara o se dañara, recuerda que tenían que parar para tomar fuerzas y que el sanitario le ayudó a mandar un mensaje de voz a su hermana para tranquilizar a su familia. «Estaba ingresado en Torrelavega y haciendo recopilación de lo que había pasado, lo más impactante era la capacidad, la seguridad que transmitían y como se preocupaban por mí», apostilla.
Quien sí sabe cómo fue ese rescate es Miguel Rodríguez, jefe del Parque de Bomberos de Tama, quien también tiene palabras de agradecimiento para la implicación de los sanitarios del 061, tres de ellos bajaron hasta el herido con ellos y ayudaran a los 4 bomberos a portear a Carlos. Un médico esperó junto al resto de equipo hasta ver si era necesaria su presencia.
Rodríguez explica que la zona «no era fácil y que ya casi había anochecido». Tuvieron que bajar un talud de unos 40 metros de roca suelta y luego subirlo con la camilla, ayudados por unas poleas, y tuvieron que caminar varios metros por dentro del río. El jefe de los bomberos destaca la importancia de que el herido les facilitara su localización y recuerda que si no se tiene una aplicación específica para ello desde el WhatsApp se puede hacer. Por ciento, ya anunció que avisarán al IGN de para que corrija en sus mapas ese camino que ya no existe.
Carlos Cabezá aún tiene su coche aparcado junto al desfiladero. Volverá a por el y no dejará la montaña, en la que hasta ahora no había tenido nunca un susto grave, más allá de algún esguince.
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