Botellones dentro de discotecas, la nueva fórmula del ocio nocturno

La iniciativa no es nueva. A esta conocida discoteca de la capital cántabra, situada en la calle Ataúlfo Argenta número 45, se le ocurrió el verano pasado justo después del fin del primer estado de alarma. Ahora, tras el término del segundo y una vez reabierta, decidió celebrar la clausura del curso escolar de sus clientes y las pruebas de acceso a la universidad, la EBAU, con una serie de fiestas en su local rebautizado como botellódromo.

«Todo surgió el verano pasado, cuando nos obligaron a tener mesas y que nadie bailara. Fue una manera de que la gente pudiera seguir estando en la discoteca y que no bebiera alcohol por la calle», afirma Fran Bustillo, portavoz de Kudéta. «Ellos traen su bebida y nosotros les facilitamos en el acceso un vaso por persona y una cubitera por mesa», relata. «A las dos menos cuarto de la madrugada, encendemos las luces y ellos mismos depositan los residuos en unos cubos de basura que tenemos habilitados. Entonces es cuando deciden si se quedan hasta el cierre, por lo que ya no pueden consumir sus bebidas. Si salen, esas mesas se limpian, desinfectan y se ponen a la venta para la gente que viene a segunda hora», añade.

«Lo que no entendemos son las críticas», insiste. «Hay que adaptarse a los tiempos actuales, no podemos ofrecer siempre lo mismo. Movemos un sector que dispone de menos dinero, al estar compuesto por gente universitaria de entre 18 y 25 años, y nos hemos tenido que adaptar», subraya Bustillo.

«Cumplimos con todos los requisitos que marca el protocolo covid para el ocio nocturno: control del aforo, desinfección, la gente siempre sentada en torno a mesas, no está permitido el baile...», insiste el portavoz de Kudéta.

«Lo que a nosotros nos genera esta fórmula es ambiente, porque si lo analizas desde el punto de vista económico no es tan rentable. Pero ese público que viene ahora puede que sea el que regrese cuando el escenario sea completamente diferente, una vez superada la pandemia», concluye Bustillo.

La iniciativa de esta discoteca santanderina no ha sido acogida con agrado por parte de los representantes del sector. «No nos gusta la idea. Queremos hostelería de la buena: con bebidas y licores que estén controlados por nosotros y que sean servidos por nuestros camareros profesionales», explica a este periódico Ángel Cuevas.

El presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria se muestra muy crítico con este tipo de iniciativas. «Esto de meter garrafón en las discotecas es horroroso. No es hostelería», dijo. «Lo único que hace es degenerar al sector por completo», añade. Cuevas está preocupado, sobre todo, después de todos los esfuerzos y la «lucha legal» que han mantenido durante este tiempo con Sanidad para poder reabrir sus negocios. «Esto nos perjudica, sin duda, nos resta. No nos viene bien», asevera.

«Nos gustaría concienciar a los empresarios que apuestan por estas fórmulas para que las corten y se den cuenta que de que es mejor hacer caja de otra manera», subraya.