Cantabria se anima en el inicio de las vacaciones
Los municipios más turísticos reciben a visitantes y segundos residentes, y la hostelería se reactiva Hoteles y casas rurales alcanzan el 60 y el 80% de ocupación y se confirman como un destino poscovid La afluencia de extranjeros es aún anecdótica, pero ya empieza a haber reservas para agosto
Los turistas ya llenan las calles de la región. Sonríen en los hoteles y en los establecimientos rurales, en los bares y en las cafeterías, ... y en los restaurantes los comedores comienzan a colgar el cartel de completo a la hora de comer o cenar. Cantabria se ha activado en el inicio de las vacaciones. Con datos positivos y optimistas en los porcentajes de ocupación en hoteles y casas rurales en este primer y soleado fin de semana (un 70% de media), que permiten afirmar que «el verano se puede salvar». Del trasiego de visitantes -turistas nacionales y segundos residentes- dieron buena fe las carreteras: retenciones en la A-8 en el límite entre Cantabria y Castro Urdiales, en los carriles en sentido Santander, y también en la A-67, en el nudo de Torrelavega. Esta imagen, repetida el viernes, deja una cosa clara, ha comenzado el gran éxodo de visitantes rumbo a Cantabria y con ello la reactivación del sector turístico.
La comunidad autónoma recibe cada verano la visita de miles de turistas (dos millones en el balance final del año, con crucial porcentaje en julio, agosto y septiembre), que marcan este destino en el itinerario de sus vacaciones. Este año, con la crisis sanitaria del coronavirus y tras los meses de confinamiento, había muchas dudas sobre cómo avanzaría la temporada estival en Cantabria donde el peso del turismo supone el 11% del PIB regional y el 14% del empleo. Con las playas y las terrazas llenas durante el primer fin de semana de julio y el último de junio, las sensaciones son buenas. Los hosteleros ya notan la presencia de visitantes y se muestran positivos de cara a poder aprovechar el verano y reactivar el sector después del parón de estos meses.
Quienes vienen tienen, en general, dos características fundamentales. Por dibujar un perfil: son visitantes nacionales y con segunda residencia en algún municipio cántabro.
Los turistas españoles representan estadísticamente el 80% de las personas que pasean por Cantabria. Tal es la afluencia de gente que algunos de los ayuntamientos costeros multiplican su población durante los meses de verano, como Noja, donde más de un 90% de las viviendas son segundas residencias. Por eso la villa pasa de los 2.500 habitantes censados a 80.000 en verano. Y eso, este año, se nota más que nunca. Ahora que se ha reforzado el turismo de proximidad y parece que la gente opta por conocer su entorno cercano en lugar de hacer grandes desplazamientos.
En el restaurante Astuy, en Isla, vaya si lo percibieron. Colgaron el cartel de lleno el viernes. Ese mismo día vendieron casi 20 kilos de langosta. Para el sábado, antes si quiera de empezar con el servicio, ya tenían reservados 25 más. «Tenemos (ayer) 210 personas reservadas y daremos alguna comida más», contaba su director, Emérito Astuy. Con tanta gente, el que decidió ir a comer y no tenía reserva tuvo que armarse de «paciencia y esperar» a que se pudieran «doblar mesas», añade. ¿Y a quién sirvieron? «Gente de todas partes. Muchos madrileños». También destaca la presencia de vecinos del País Vasco y de Castilla y León.
Por eso, lo anecdótico del viernes fue que tuvieron «una mesa con franceses y otra con ingleses». «Eso sí fue raro», comenta entre risas Astuy. Y es que la presencia de turistas internacionales es muy baja. Los extranjeros que visitan Cantabria son, en su mayoría, de Reino Unido, un 16% y de Francia, un 14%. De momento, las reservas de este público están a la baja y, aunque ya hay llamadas para agosto, probablemente este año, con la crisis del covid-19, sumada a la situación generada a raíz del Brexit, su presencia sea escasa.
Sin habitaciones libres
Con el tiempo a favor, el lleno de ayer fue general. No eran ni las 10.00 horas y en San Vicente de la Barquera ya estaban a tope. En Suances era casi imposible encontrar una mesa libre en alguna de las terrazas del paseo de la Marina Española. Por no hablar de las colas en las heladerías. Gente paseando en cada esquina y la playa, hasta la bandera. Y así estuvieron la mayoría de los arenales de Cantabria. En Castro hubo incluso que colgar el cartel de aforo completo en la de Brazomar. «Hoy (por ayer) hay mucho turista de Cantabria y del País Vasco. No hemos percibido el visitante extranjero que solemos tener», resumía su alcaldesa, Susana Herrán. Un municipio que el «año pasado creció el sector un 4%» y que en este se «conforma con mantener el turismo nacional», apunta la concejala de Turismo, Rosa Palacio. Con «optimismo» pero con «realismo» analiza el director del Hotel Las Rocas, Leonardo Cagigal, este primer fin de semana. El gerente recuerda que este año «no es comparable a nada». Arrancan julio con un 40% de ocupación, cuando otros años el porcentaje era de un 75%.
En el restaurante Cañadío de Santander, para aprovechar las mesas, han organizado dos turnos de comidas y dos de cenas. Cartel de todo completo colgado desde el jueves. Por supuesto, ayer fue imposible sentarse. «El fin de semana está a tope», dice Teresa Monteoliva, copropietaria del Grupo Cañadío. ¿Y parte de su clientela? Los madrileños, que «han venido en cuanto han podido». En términos generales, los hoteles arrancan el mes con un porcentaje de ocupación que gira en torno a un 60% y esperan poder hablar de una cifra más alta cuando el verano termine. Javier Collado, propietario del restaurante La Dársena, en Suances, dice que, en el hotel, «no tenemos ni una habitación libre para este fin de semana». Ayer, completos, y el viernes, también. Los clientes de «siempre ya están aquí». Los usuarios asiduos no han dudado en recoger sus bártulos y plantarse en la región. Con este inicio, la perspectiva es que el mes de julio sea como el cualquier otro año. Y en el restaurante están igual -sin olvidar que todavía hay restricciones y limitaciones de aforo- «estamos a tope, tenemos todas las mesas reservadas», señala Collado.
Alargar la temporada
Hablar del lleno del fin de semana es mirar directamente a Laredo. La fortuna que tiene el municipio es la extensión de su playa, que permite mantener las distancias sin problemas de aforo. Y ayer estaba a rebosar. El fin de semana está siendo «muy fuerte», cuenta Mónica González, propietaria del bar El Túnel y del Asador Son de Mar, en Laredo. Los días entre semana han sido «algo flojos». Pero sabe de sobra que este mes «empieza a cambiar el panorama». Lo vio ayer y a partir de ahora comenzará a verse más gente.
Los campings empiezan algo más flojos, con una ocupación de, aproximadamente, un 50 o un 60%.
Hay un tipo alojamiento que comienza el mes con una perspectiva aún mejor: el rural, que cuenta con un nivel de ocupación superior al 80%. Los paradores y las viviendas unifamiliares se han presentado como la alternativa turística más elegida tras la pandemia del covid-19. Ganan los destinos que son al aire libre, están en medio de la naturaleza, y permiten pasar las vacaciones con la familia o amigos, pero sin necesidad de toparse con más gente. En donde también insisten muchos establecimientos es en que el número de reservas cambia de una semana a otra, este año hay muchas el mismo día. Eso dificulta hacer previsiones. «Antes la gente lo tenía todo atado con antelación», explica Ruth Cervilla, directora del Hotel Chiqui. Allí arrancan con un 50% de ocupación. La primera quincena de agosto es, por ahora, una de las «más ocupadas, ya tengo problemas de disponibilidad», dice la directora. Sin embargo la del 10 de julio, que normalmente «trabaja muy bien», está floja. Los días que coincidirían con la Semana Grande de la capital cántabra suelen estar «a tope», pero no este año. Aún así, el verano pinta esperanzador.
Después de un fin de semana con las calles llenas, la previsión es optimista y el objetivo de muchos ayuntamientos pasa por intentar «prolongar el verano todo lo que podamos y pensar en septiembre y octubre», señala Miriam Díaz, concejala de Turismo de Santander. En esos meses será importante «seguir haciendo promoción para recuperar parte de las perdidas», explica Díaz. José Antonio Pérez, el propietario del restaurante El Filipinas, en Comillas, después del éxito de ayer, cree que «vamos a notar más gente que nunca durante los meses de septiembre, octubre y noviembre». El optimismo es tal que asegura que «este año llenamos hasta diciembre».
Precisamente en Comillas ayer se notaba el movimiento en cada esquina. «La playa está con el aforo completo y las terrazas de los restaurantes llenas», contaba su alcaldesa, Teresa Noceda, mientras paseaba por el centro. «Hay muchísima gente». La percepción era de estar todo ocupado y ver coches a tutiplén. Quienes tienen segunda residencia ya están allí, «y se nota por la gran cantidad de vehículos que circulan por el centro de la villa, sobre todo los viernes», señalaba Pedro Velarde, concejal de Turismo. En resumen, «todo el mundo está deseando venir a Comillas». Tanto, que arrancaron el mes completos y les durará la ocupación una semanas: «la totalidad de los alojamientos en alquiler están reservados de aquí a la segunda quincena de agosto», aporta Velarde, quien asegura que hay gente que está llamando para reservar y se está encontrando «con que ya no hay plazas disponibles».
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