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Guillermo de la Dehesa (Madrid, 1941) es admirador de la belleza. Por ello, al iniciar esta entrevista, lo primero que pide al fotógrafo y a ... esta redactora es que contemplemos el jardín. «Está precioso, ¿verdad?», asevera, más que pregunta. También ama lo bello que implica todo aquello que sea arte. Podría pasarse horas hablando de artistas y de sus obras. Pero el orgullo aparece en su rostro, sin pudor, cuando hace cuentas de los años que lleva casado con su mujer, Michèle Barbé. «58», dice, sonriendo. Para este destacado economista y empresario, que entre otros cargos ha sido consejero delegado del Banco Pastor, miembro del European Advisory Board de Coca Cola, consejero independiente de Campofrío y asesor internacional de Goldman Sachs, la cultura sigue siendo una de sus grandes pasiones. Lo demostró como presidente del patronato del Reina Sofía. Ahora «soy patrono raso, al igual que del Prado», afirma entre risas. Por todo ello, hoy le será entregado el XXIV Premio de Honor de la Asociación Plaza Porticada. «No tengo palabras suficientes de agradecimiento. Es un orgullo», asegura.
–La Asociación Plaza Porticada le entrega su XXIV Premio de Honor, entre otras razones, por el talante «integrador y emprendedor» que le convirtió en una figura de consenso y conciliación durante la transición. ¿No echa de menos estas cualidades entre nuestros políticos?
–Por supuesto. Recuerdo los primeros años de la democracia. Voté a Adolfo Suárez, pero también a Felipe González. Creía en ellos. Eran otros debates, otros perfiles. Lo que ocurre ahora no lo entiendo. No puedo comprender que se pacte con Bildu.
–El fin de la Asociación Plaza Porticada es la promoción y divulgación de la cultura de Cantabria, así como la conservación de su patrimonio. ¿Han sabido los cántabros dar el valor que merecen a estos dos aspectos?
–Por supuesto, aunque aún queda mucho por hacer. Nuestro patrimonio es nuestra historia y no nos podemos despistar. Tenemos verdaderos tesoros, como el arte rupestre, que se podrían dar aún más a conocer. Fíjate en los franceses. En esto nos sacan mucha delantera.
–Usted era el presidente del Patronato del Reina Sofía cuando se iniciaron las negociaciones para la creación de una sede asociada en Cantabria, con los fondos del Archivo Lafuente. Ahora, por fin se hará realidad. ¿Qué supone para usted, de manera personal?
–¡Pues un gran orgullo! Un profundo orgullo. Cantabria se merece tener esta sede y, junto al Centro Botín, esa manzana va a ser un privilegio para todo aquel que le guste o le inspire el arte. Bilbao despegó con el Guggenheim. Ahora puede ser nuestra oportunidad de formar parte de este itinerario cultural europeo de primer nivel.
–Las primeras ediciones del Festival Internacional de Santander tuvieron lugar en la plaza Porticada de Santander. ¿Cómo eran esas veladas?
–Las recuerdo con mucho cariño. El Festival tenía entonces un aforo mucho más reducido. Éramos como una gran familia. Todos nos conocíamos y la relación con las artistas también era más estrecha. No miento si digo que me dio algo de pena el cambio al Palacio de Festivales, pero si queríamos ofrecer calidad, no había más remedio. La acústica, amplitud y variedad de posibilidades que aporta el Palacio de Festivales era impensable en la Plaza Porticada.
–Han sido muchos los veranos que se ha pasado escribiendo en El Diario Montañés sobre la economía de Cantabria. ¿Ha tomado la región el rumbo que debe?
–En este momento, Cantabria está en el camino que debe. Se habla mucho de apostar por la industrialización de determinadas comarcas, pero, sin duda, el futuro sigue estando en el turismo. No pasará tanto tiempo hasta que en el sur sea insoportable pasar los veranos, debido a las altas temperaturas. Ya lo hemos empezado a notar este verano. Es algo que yo llevo diciendo tiempo. Ahora, lo que hay que ser es listos y debemos de ponernos las pilas, ya que al lado tenemos al País Vasco, Asturias y Galicia, que son y serán nuestras fuertes competidoras. Debemos saber distinguirnos y ofrecer un turismo de calidad.
–Entre sus escritos, ¿hay algo más que artículos económicos? ¿Le gusta escribir sobre otro género?
–No. Solo escribo de economía, que es de lo que de verdad sé.
–Recientemente usted y su mujer han donado a la biblioteca del Instituto de Empresa (IE) su colección de libros de arte y economía. ¿Por qué eligieron esta institución?
–Decidimos donar 20.000 libros al IE al mudarnos de casa. Todas estas obras debían tener como destino un lugar en el que fortalecer el conocimiento y el aprendizaje. Para nosotros no había sitio más idóneo que el IE, con una reputación internacional envidiable.
–¿Cómo eran sus veranos en Cantabria cuando era joven?
–Maravillosos. Mis padres tenían una casa en Laredo, al lado de la playa, una de las más increíbles del mundo. Pasábamos allí los días y allí conocí a mi mujer, Michèle, y donde ahora disfrutan mis nietos.
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