«Teníamos dos horas libres al día, y si nos pasábamos, había multa de 100 euros»
Cinco testigos que trabajaron en los locales de alterne declaran en el juicio contra la banda que supuestamente prostituyó a 137 mujeres
«Trabajábamos las 24 horas del día, si podíamos. Vivíamos y dormíamos en las mismas habitaciones que se utilizaban para el servicio y teníamos ... dos horas libres al día en que podíamos salir al exterior. Si nos pasábamos, nos ponían una multa de hasta 100 euros». Fue el testimonio más duro de los cinco escuchados ayer en la quinta sesión del juicio contra once personas acusadas de integrar una organización dedicada a la explotación sexual de 137 mujeres extranjeras -procedentes del este de Europa, Sudamérica y norte de África- en diferentes clubes de Aragón y Alicante.
El más crudo oído ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria porque no todas las testigos llamadas a declarar trabajaron en los mismos clubes que supuestamente integraban la trama, y ninguno de esos locales se regía por las mismas normas. Pues mientras en unos las condiciones eran más exigentes y controladoras, como es el caso, en otros había mayor libertad para entrar, salir y cobrar a sus clientes la cantidad de dinero que cada una creyera oportuna.
En total, 14 mujeres estaban citadas ayer a declarar, bien de forma presencial en el salón de actos de Las Salesas, o bien de manera telemática, a través de videoconferencia; pero sólo lo hicieron cinco. Dos de ellas desde Alicante, otra desde Valencia, una más desde Albacete y la última desde Zaragoza. Otras muchas están en paradero desconocido, o bien hace tiempo que fueron expulsadas a sus países.
800 euros semanales
«Vine a España sin papeles y me dijeron que tenía que trabajar hasta pagar 12.000 euros de deuda. Así que trabajaba para poder pagarlo», prosiguió esta mujer, que habló fuera del foco de la cámara web por tratarse de una testigo protegida. «Cuando vine no sabía en qué condiciones iba a estar». Cuenta que llegó a ganar hasta 800 euros semanales, «mucho más de lo que podía ganar trabajando en la limpieza», explicó. «Hice mucho dinero sobre todo con ciertos hombres, como el que ahora es mi actual marido, porque iba mucho».
«Nos obligaban, a veces, a consumir cocaína con los clientes, que son los que más consumían», confesó sobre unos hechos que apuntan al jefe de la supuesta trama, para el que la fiscal solicita un total de 555 años de cárcel y 3,1 millones de multa; y a sus dos hijos, para los que pide 411 años y cerca de un millón de euros de multa, y que el pasado lunes, en la primera sesión de este juicio, negaron los cargos.
Las chicas pagaban 50 euros al día por una habitación en el hostal, que incluía desayuno, comida y cena. «Luego poníamos cinco euros cada vez que subíamos con un hombre. Era el precio que tenían las sábanas limpias y el preservativo», añadió otra de las mujeres que testificó ayer en Santander.
Entre esas cinco hubo perfiles bien diferentes: «A mí nadie me obligó a ir a trabajar a aquel lugar. Yo fui libremente y no vivía en esas habitaciones. Iba los días que quería, que era de viernes a domingo, pagaba mi habitación, y el resto era dinero que me quedaba para mí», relató otra. Cuestionada por la Fiscalía y la defensa sobre la obligación de permanecer en el club y de prestar servicios en uno y otro sentido fue tajante: «Yo llegué a trabajar cuando quise y lo dejé cuando quise. No me sentí obligada a hacer nada», respondió. Y es que existió mucha diferencia en las condiciones en que se encontraban unas y otras, según el local.
Pago en efectivo
Muchos de los clientes pagaban con tarjeta. Lo contó otra de las testigos, que en 2010, tiempo al que se remontan los hechos juzgados, trabajaba como recepcionista y cajera en alguno de esos clubes. «Muchos clientes pagaban con la tarjeta. Yo les preguntaba cuánto iban a pagar y les hacía firmar la cantidad», explica. «Había chicas que les pedían lo mínimo, que podía ser 50 euros, pero otras cobraban más, y era un dinero que era para ellas», asegura.
Explicó también que la casa pagaba a las trabajadoras en efectivo, y que «en algunas noches en que había muchos clientes y se ganaba mucho dinero, no había efectivo suficiente para pagar a todas, y lo que se hacía era pagarlo los días posteriores. Dos, tres o hasta cuatro días más tarde; pero siempre se pagaba». También explicó que más de una chica solicitó a la casa que le guardaran el dinero, «cosa que hacíamos sin problemas».
El juicio continuará este próximo lunes con la declaración de más testigos requeridos por la Fiscalía.
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