Los mayores de 65 años triplicarán el número de jóvenes en Cantabria en quince años
La evolución demográfica por la baja natalidad, la longevidad y la migración hará que la región pierda casi 35.000 habitantes, pero también abrirá una oportunidad económicafruto del envejecimiento
Marta San Miguel
Santander
Lunes, 15 de julio 2019, 07:33
Todo envejece, salvo frases como esta: «Hay que añadir más vida a los años, no sólo años a la vida». La cita se la atribuyen ... a Abraham Lincoln, como si fuera posible en 1860 anticipar el reto demográfico al que se enfrenta la sociedad actual. Si el presidente de Estados Unidos aludía en su arenga a una forma de conciencia; a un cambio social envuelto en el concepto de libertad que acabó provocando la abolición de la esclavitud, hoy en día esa frase tiene otra forma de vigencia, otro sesgo; el del estado de bienestar obligado a repensar sus recursos, de cumplirse las previsiones a las que apuntan los datos del INE: el número de mayores de 65 años triplicará en Cantabria al de jóvenes de aquí a 15 años.
El envejecimiento es un hecho, cualquier indicador al que uno se asome advierte de que la población se hace cada vez más mayor, como el hecho de que el 20% de la población tiene en la actualidad 65 años o más, frente al 14% de jóvenes. Hay riesgos en esta balanza, por ejemplo, que se ponga en peligro el reemplazo generacional, el cambio en las políticas económicas que traerá consigo atender a una población más dependiente. De eso nos avisan las proyecciones, sin embargo, todavía hay tiempo de que la advertencia se convierta en ventaja; ¿hasta qué punto esa tercera y cuarta edad puede verse como una oportunidad social, no sólo un segmento demandante, sino todo lo contrario? ¿Cuánta vida se le puede aportar a los años que la modernidad nos 'regala'?
El debate se abre en cuanto los principales indicadores demográficos del Icane y el INE plantean la perspectiva que hay para Cantabria, de aquí a 2031. Según la Estrategia frente al Reto Demográfico de Cantabria, elaborado por expertos de la Universidad de Cantabria a petición del Gobierno de Cantabria durante la pasada legislatura, de aquí al año 2031 sólo crecerá el segmento comprendido por los mayores de 65 años (+ 37.618 personas), pero no así los otros dos segmentos: los menores de quince años (-23.493) y la población adulta (-48.480) seguirán bajando, hasta el punto de que la comunidad perderá más de 35.000 habitantes y se alejará progresivamente de la «mítica cifra de los 600.000 habitantes». En definitiva, seremos menos y más mayores.
La esperanza de vida se incrementa en la región a un ritmo de 2,4 años por década
«Si actualmente contamos con unas 150 personas mayores de 65 años por cada 100 personas de menos de 15, en el año 2031, la región tendrá unos 275 mayores por cada 100 jóvenes (en el escenario estacionario-optimista) o, incluso, 286 mayores por cada 100 jóvenes, en el pesimista)», recoge esta Estrategia, que divide en capítulos la realidad social, económica y de bienestar a la que se asoma la región, dentro de un fenómeno global como es el envejecimiento de las sociedad modernas.
El estudio persigue clarificar «cuál será el comportamiento del envejecimiento por la base de la pirámide y por la cúspide, aspectos que tendrán que ser cuidadosamente abordados en la formulación e implementación de los ejes estratégicos», de ahí que el extenso documento no sólo aborda el reto demográfico desde la perspectiva del riesgo que supone el frenazo de la natalidad, el vaciamiento rural o la desigualdad entre territorios, sino que busca convertir la nueva realidad social en una oportunidad. ¿Cómo? Planteando un análisis y diagnóstico geodemográfico del envejecimiento en Cantabria, como base para el avance de propuestas que el Gobierno regional se plantea en relación a este fenómeno». Lo explica el geodemógrafo de la UC, Pedro Reques, quien diferencia entre perspectiva y proyección: «Las proyecciones de población son exactas y precisas, son 'Demometría' pura, pero los escenarios son o pueden ser cambiantes. Nunca debemos considerar una presión demográfica como una perspectiva demográfica, y las proyecciones que consideramos con datos del INE, Icane o las propias que hemos elaborado tienen más de perspectivas que de previsiones».
'Economía plateada'
En la actualidad, el 20% de la población cuenta con 65 o más años, siendo la proporción de jóvenes inferior al 14%. Ello deriva en tasas de dependencia importantes (superiores al 50%, esto es, por cada persona con edad dependiente hay solo dos en edad activa). ¿Qué se está haciendo para que esos mayores de 65 sean elementos generadores de valor para la sociedad y a su vez desarrollen la segunda parte de su vida con calidad? «Está apareciendo en la literatura anglosajona, en Francia, Italia, y ya en España, el concepto de 'Silver economy' o 'Economía plateada', aludiendo a la oportunidad que supone en el momento actual y en el futuro inmediato las personas con el cabello color de ese metal en relación al mercado en su más amplio y desarrollado sentido», explica Reques.
«Sectores como la vivienda, el transporte, la industria alimentaria, los seguros, la robótica, la salud y sanidad, las comunicaciones, internet, el deportes, el ocio o el turismo se están ya adaptando a este proceso de envejecimiento. El grupo de población con 50 y más años es muy importante en cuanto a consumo, tanto en cantidad como en variedad de productos. En relación a los mismos, los gobiernos y los actores de la industria diseñan, imaginan y desarrollan nuevas políticas y productos que den respuesta a las necesidades de envejecimiento demográfico, hechos que pueden suponer una nueva y creciente ventana de oportunidad de crecimiento y empleo».
Países como Francia o Italia hablan de la nueva 'Economía plateada' como una oportunidad
En ese sentido, añadir 'vida a los años' «encierra una filosofía nueva de enfrentar el envejecimiento, que debe venir más de mano de las personas que de los gobiernos», explica Reques. «Los mayores de la década inminente de los veinte y de los treinta seremos muy diferentes de los de la generación anterior: seremos más numerosos (somos los mayores del 'baby boom' de los 60), gozaremos de más salud, tendremos mas y mejor formación, seremos más críticos, más activos; seremos más sociales, más participativos y además tendremos más poder adquisitivo que la anterior generación».
Cinco retos
¿Cuáles son entonces los retos a los que nos enfrentamos como sociedad? A la vista del horizonte que se presenta, los expertos hablan de cinco retos. El primero es de orden sanitario, ya que se debe afrontar el creciente número de personas con enfermedades crónicas en hospitales, «diseñados para enfermos agudos y no tanto para aquejados de cronicidad». El segundo reto es de orden social, y en él proponen abordar la «dependencia de larga duración» con recursos económicos y asistenciales.
El tercero es de orden psicológico y por ello proponen «fomentar el envejecimiento activo», algo en lo que España es referencia internacional por ejemplo con los viajes a través del Imserso o las universidades para mayores o programas Senior como los de la UC, de ahí que Reques apunte la diferencia sustancial que supone el contexto ya que, en 2030, «los mayores serán una generación mucho más formada, más sofisticada, más saludable y más exigente». El cuarto reto es de orden demográfico porque se «ha de alcanzar una esperanza de vida más alta, pero libre de discapacidad». Finalmente, el quinto reto es económico para que se «aseguren unas jubilaciones sostenibles, eficientes y equitativas».
Hay oportunidad en el envejecimiento, sin embargo, ¿qué riesgos contempla? La situación prevista para Cantabria por el INE en un horizonte relativamente cercano desde el punto de vista demográfico, como es 2031, «nos llevaría a una estructura claramente más envejecida, tanto por la base como por la cúspide de la pirámide». Qué supone esto, que se retraiga la denominada 'generación soporte', es decir, la generación más activa de la que dependen tanto las actividades productivas como las reproductivas, y que si en el momento actual se muestra como un grupo numeroso y de notable potencial, «es previsible que en los próximos quince años corresponda a una muesca en nuestro perfil demográfico entre los 30 y los 49 años».
¿Hasta qué punto corremos el riesgo de quedarnos sin esa 'generación soporte'? El geodemógrafo matiza esa posibilidad: «No, no nos quedaremos sin generación soporte, pero sin duda aparecerá más debilitada que en la generación anterior, ya que todavía estamos aprovechándonos en España, y también en Cantabria, de la última ventana de oportunidad ligada a la misma, aunque no sea en todas las áreas o territorios por igual», dice. Y en ese sentido, la migración será la variable que más ponga en juego ese frágil equilibrio: «De las tres variables demográficas que se consideren en las proyecciones de población, la natalidad, mortalidad y las migraciones, tal vez la menos previsible es la de las migraciones», explica el catedrático. «Actualmente, las grandes áreas metropolitanas son receptoras netas de una buena parte de la inmigración de estas edades y la Geodemografía, el estudio de las desigualdades de la población en el territorio, nunca va a tener más importancia que ahora» para asomarse al contexto que está por venir, dados los actuales parámetros demográficos.
«Hay que añadir vida a los años y no sólo años a la vida»
La región se asoma a una pérdida de población de casi 35.000 personas, y se aleja progresivamente de la mítica cifra de los 600.00 habitantes, según los cálculos que los expertos ponen sobre la mesa atendiendo el comportamiento demográfico de la región. ¿Qué supone esto?Pedro Reques, catedrático de Geografía Humana y director del Departamento de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad de Cantabria, apunta a que cualquiera que sea el escenario que elijamos (optimista, pesimista o de tendencia), tal como plantean en la Estrategia de Envejecimiento del Gobierno regional, y tomando el escenario de tendencia como eje, fruto de la baja natalidad, la mortalidad levemente reciente por el propio envejecimiento de la región y escaso eco de las migraciones, «son necesarias respuestas laborales, económicas y políticas», dice.
«El envejecimiento demográfico no debe ser considerado un problema ni una amenaza, sino un éxito: la esperanza de vida se incrementa en nuestro país 2,5 años por década (2,4 en la región)», explica. Ante la tesitura de que de aquí a quince años (horizonte 2031) el número de mayores de 65 años va a triplicar el número de jóvenes en la región si se mantienen los actuales parámetros demográficos, la sociedad demandará cambios para «añadir vida a los años y no solamente años a la vida», dice, ya que ante la situación demográfica envejecida, el problema es «no haber aprovechado la favorable situación demográfica actual por la crisis, la precariedad laboral y el mercado laboral». Quizá sea el momento de empezar el cambio en previsión a un futuro que no tardará en llegar.
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