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El periodo de alerta por incendios forestales termina con 360 menos que el año pasado

El número de hectáreas quemadas se reduce un 77% gracias a unas condiciones meteorológicas más favorables

Álvaro Machín

Santander

Lunes, 7 de mayo 2018, 07:09

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El periodo de máxima alerta terminó hace una semana. El fuego, en Cantabria, tiene sus fechas predilectas. Para hacerse una idea, de los 752 incendios forestales que hubo en la región el pasado año, 701 quemaron terreno en el primer cuatrimestre. Y, especialmente, en marzo y abril. Ahí se concentran. Por eso, la comparativa de cifras entre el 1 de enero y el 30 de abril en dos periodos es la determinante, la que permite sacar conclusiones. «Este año, las condiciones meteorológicas nos han ayudado», reconoce Antonio Lucio, director general de Medio Natural en la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación. Los datos dicen que 2018 ha sido más tranquilo. En 120 días, 360 incendios menos que el pasado año. Y lo que es más importante, una diferencia de 8.500 hectáreas.

«El peor momento fue a mediados de abril, pero no fue especialmente grave comparado con 2017», analiza Lucio, que deja claro que el factor meteorológico es la clave del asunto. «Hay que tener en cuenta -añade- que la mayoría de los incendios tiene al hombre detrás, ya sea porque son provocados o como consecuencia de una negligencia. Si se dan las condiciones de viento sur para que se propaguen, el que quiere prender aprovecha esas condiciones». Y en este primer cuarto de año ha llovido mucho.

Vídeo. Cuadrillas y ténicos del Gobierno de Cantabria luchando el 20 de abril para controlar el fuego en el monte Serradores. Fernando Moreno

Lucio, como director general, encabeza -desde el punto de vista de la gestión- el operativo para combatir los incendios forestales. Por debajo en el organigrama, en el área organizativa, está el jefe de servicio de Montes. Además de ellos, a día de hoy, hay otras 351 personas dedicadas a luchar contra el fuego en Cantabria. La plantilla con la misión directa de combatir los incendios forestales en la región.

Siguiendo el esquema, diez personas se reparten en turnos para ocupar el puesto de técnico de guardia. Son ingenieros de montes o ingenieros técnico forestales. A ellos corresponde la responsabilidad directa de la toma de decisiones inmediatas. Desplazar medios, mover cuadrillas, avisar a otros organismos para solicitar apoyo si es necesario... El contingente que trabaja desde la propia Consejería se completa con seis emisoristas, claves para la comunicación directa con los escenarios de las llamas desde la Dirección General (y para dar avisos). El resto de personal trabaja sobre el terreno.

Hay 117 guardas (técnicos auxiliares del medio natural). Juegan el papel de «directores de extinción» y están repartidos por todo el mapa de la comunidad autónoma, que se divide en trece comarcas forestales. Para cubrir el territorio en estas últimas semanas de alerta ha habido 31 cuadrillas, con una plantilla de 218 personas (un capataz por cuadrilla y el resto, operarios). Los que luchan directamente frente a las llamas «con paletadas, cortafuegos, armando zonas de seguridad...». La Dirección General dispone, entre el material, con catorce autobombas repartidas por la región.

Ese es el esquema básico (obviamente teniendo en cuenta turnos, libranzas y relevos -porque los fuegos se prolongan-). Pero puede crecer. Es el técnico de guardia, en contacto con los que trabajan en los montes, el que decide si es necesario apoyo.

A los primeros a los que se llama si hace falta es a los bomberos del 112. Ellos actúan -según explican desde este organismo- en incendios forestales si hay requerimientos importantes de agua o si hay población en riesgo. En Cantabria hay seis parques autonómicos. En Valdáliga, Reinosa, Tama y Villacarriedo trabajan quince bomberos y un jefe de parque. En Laredo y Los Corrales son veinte (además del jefe). Dentro del 112 está incluido también el helicóptero del Gobierno de Cantabria. «Actúa en incendios en lugares de difícil acceso a pie y en los que existe riesgo para las personas». La plantilla del helicóptero está compuesta por quince personas entre pilotos y copilotos, técnicos de rescate, médicos y operadores de grúa). Cada vez que el vehículo sale lleva una tripulación de cinco personas.

«El servicio de Montes valora las necesidades. Se acude a su requerimiento», insisten en el 112. Y lo mismo ocurre con el BRIF (Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales), del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, que tiene base en Ruente desde el año 2006. Acuden en la época de mayor riesgo como apoyo. Este año, del 22 de febrero al 7 de mayo (este lunes). «Son equipos altamente especializados cuyo personal recibe una formación y entrenamiento continuados», explican desde el Ministerio. Son brigadas helitransportadas (cuentan con un helicóptero) y dos equipos -en turno rotativo- formados por un técnico jefe de brigada, un capataz jefe de cuadrilla y siete especialistas. El operativo se completa con un preparador físico, dos técnicos de base y dos emisoristas. Hasta finales de abril, según los datos que facilitan, han realizado 17 intervenciones.

El Ministerio matiza que su despliegue en la región no se limita a los que están en la base. «Se dispone de aeronaves de gran capacidad durante todo el año para cubrir las solicitudes de apoyo». Vienen -las aeronaves y otros grupos de refuerzo- si hacen falta. De hecho, en esta campaña han actuado en Cantabria medios de la base de Tabuyo del Monte (León).

En resumen -y con todos los matices (turnos, posibilidad de contar con más apoyos...)-, si uno suma los números 'gruesos', un plantel de casi quinientas personas han formado parte del contingente en los días de alerta. Y deben ser más. En el acuerdo firmado entre administración y sindicatos en octubre de 2016 se fijó como objetivo cubrir toda la plantilla prevista en la Dirección General. Serían 162 guardas (frente a los 117 actuales) y 259 operarios (contando aquí a los capataces -ahora son 218-). «Se pasaría de 31 cuadrillas a 37», explica Lucio, teniendo en cuenta, además, que la composición tipo por cuadrilla es de un capataz y seis operarios (ahora no están todas cubiertas). La plantilla crecerá en seis personas «en este mes, calculamos» y otros siete asumirán puestos que hasta ahora eran interinos. Además, «un ingeniero se incorporó el año pasado y otro este mes». «El horizonte para completar el acuerdo -añade- es el año 2019, pero ahora dependemos de la convocatoria de oferta de empleo público».

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