Las 'playas' de río se llenan de bañistas, aunque sin aumento de incidencias
Los cauces y pozos son más que nunca un reclamo para los turistas estos días de calor, unos espacios que comparten con los vecinos
La propagación del coronavirus es ajena a la agenda turística y al cierre de las piscinas. Los principales ríos de la región han visto ... sus cuencas, cascadas y remansos de paz invadidos por la especie humana. A los del pueblo de siempre se han sumado los de fuera y, en algunos casos, se han visto escenas veraniegas que poco tienen que ver con otras épocas. A pesar de la invasión, el 112 asegura que las intervenciones y rescates están siendo similares a la era anterior al covid.
La cuenca baja del Pas y Liébana son las dos únicas zonas donde se han registrado incidentes graves, pero no peores o en mayor número que antes de la pandemia. Los deportes de aventura o la pesca son, otros años, los protagonistas de los rescates en los ríos para los servicios de emergencia y lo siguen siendo ahora mismo. Eso no ha variado apenas. No obstante, pasado ya el ecuador del verano, lo cierto es que las pozas, los lagos y algún que otro lugar turístico con cascada incluida se han convertido en un reclamo de primer orden para los sedientos de aventuras y también para los autóctonos, al haber dado cerrojazo a las piscinas municipales. Eso sí, todo ello ha provocado algunas escenas de masificación en ciertos espacios que han obligado a los regidores a tomar medidas, pero en ningún caso a cerrar las cuencas sobre las que no tienen legislación aplicable.
Es el caso del Camarao en Villapresente, donde el alcalde de Reocín, Pablo Diestro, se vio abocado a cerrar el parque que antecede a la cuenca por «las fiestas» y la aglomeración de personas. Hoy en día, los chavales siguen accediendo al río, pero en menos cantidad y se ha reducido la afluencia. «Todo está más tranquilo», afirma un vecino.
El Pozo negro de Rubalcaba trae de cabeza al regidor de Liérganes, Santiago Rego. Es un sitio complicado, donde antaño ha habido accidentes y va mucha gente, tanto que se ha tenido que llamar en alguna ocasión a la Guardia Civil para controlar el aforo. El hombre pez de Liérganes también ha visto como en las tardes calurosas turistas y jóvenes vecinos se bañan en la poza del falso puente romano.
El Churrón de Borleña siempre estuvo de moda por su belleza salvaje, pero la regidora de Corvera de Toranzo, Mónica Quevedo, reconoce que este año un poco más. Ello ha provocado que el Ayuntamiento, durante los fines de semana, destine allí a efectivos de Protección Civil para limitar el acceso del tráfico rodado a este monumento natural. «Algunos quieren llegar hasta la cascada en coche», explica.
No obstante, y a pesar de que el río sigue sin generar dificultades estadísticas, los alcaldes insisten en que el peligro sigue latente por el desconocimiento del medio, las corrientes o las zonas estancadas e insalubres, y la ausencia de vigilancia. Es el caso de los pozos de Valcaba en Pámanes, antiguo acuífero minero donde está prohibido el baño. Sin embargo, la sed de agua de este final de verano hace que los imprudentes se aventuren a vivir sensaciones frescas. Mientras tanto, los consistorios cruzan los dedos, porque tampoco pueden poner puertas al campo.
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