Sol, calor... y la caja llena: Noja, Laredo, Isla y Suances disparan su población en verano
Con la llegada del verano la población de las zonas turísticas se dispara y los negocios multiplican sus cifras. Aumentos de personal, más producción y muchos más clientes. El Diario Montañés repasa los cambios más significativos de este fenómeno
Foro Cagigas Carnicería Gagigas, Isla
«En verano cambia el pueblo, cambia el negocio y cambia todo»
Cerca de cincuenta años lleva abierta la carnicería Cagigas en la avenida Juan Hormaechea Cazón de Isla. Foro Cagigas o 'Fori' –como lo conocen los vecinos del pueblo– ya acumula «entre treinta y treinta y cinco años» detrás del mostrador. Aconseja y corta pieza a pieza con una habilidad y cercanía que solo da la práctica. Todo tipo de carnes, embutido, productos típicos de Cantabria y hasta chocolate es todo lo que vende. Después de casi medio siglo ejerciendo, su carnicería se ha convertido en uno de los puntos de encuentro de la zona.
Tanto es así que una clienta presente en el establecimiento durante la visita de El Diario Montañés y expectante al ver que entrevistaban a su carnicero de confianza preguntó: «¿Esto cuándo sale?, ¿este fin de semana o el siguiente?». Las ganas de leer unas líneas en el periódico sobre la familia Cagigas eran palpables.
«Cambia el pueblo, cambia el negocio y cambia todo», dice Foro tras comparar el resto de los meses del año con la temporada fuerte de verano. «Pasamos de ser un pueblo con muy poca gente en invierno a que a medida que avanza el verano, cada vez seamos más». Hasta tal punto de que «hay gente que viene en verano y cuando vuelve en invierno piensa que se ha equivocado de lugar», ejemplifica Foro mientras se ríe de su comentario con los clientes.
El caso de Isla es un claro ejemplo de los destinos de temporada que hay en Cantabria. Aquellas zonas que durante gran parte del año apenas tienen habitantes y cuando se alcanza la época estival su ocupación se dispara. Isla tiene censadas unas 1.400 personas durante el invierno y en verano son 17.000.
A diferencia de la mayoría de los negocios del municipio esta carnicería se mantiene abierta durante todo el año. Eso sí, Foro asegura que «no tiene nada que ver la venta de verano con la de invierno». Reconoce que en verano vende mucho más.
Muchos comercios, según apunta Foro, cierran «por falta de gente, no porque no quieran trabajar».
Rosa y Teresa García Moda infantil Caracola, Laredo
«No es el volumen de gente que venga, sino el gasto que hagan»
Rosa y Teresa García son hermanas y propietarias de la tienda de ropa infantil Caracola, en Laredo –a menos de diez minutos andando del paseo marítimo–. Llevan al frente del negocio más de quince años. «Somos hermanas y estamos aquí codo con codo», apunta Rosa con una sonrisa en su rostro. Gesto que la nace cuando comienza a hablar de aquello que, de tanto hacer, se ha convertido en su pasión.
«Durante el invierno nos movemos con la gente del pueblo y los de alrededor, los que vienen de otros municipios. Pero en verano viene mucha gente. De Bilbao, de Madrid… muchos tienen pisos y suelen venir a Laredo en Semana Santa y verano», cuenta, a sabiendas del incremento de población que se da en el Ayuntamiento. Pasan de los 10.000 habitantes que se registran en invierno, a los 100.000 de verano. La cifra se multiplica por 10. Y en la tienda se nota, y mucho.
El esfuerzo que hacen es grande: «No cerramos nunca, solemos coger cuatro días de descanso en septiembre u octubre, pero el resto del año estamos las dos y trabajamos seis días a la semana, solo descansamos los domingos».
Y es que para Rosa lo más importante «no es el volumen de gente que venga, sino el gasto que hagan». Explica que la prioridad de los clientes en los últimos años ha cambiado mucho: «Ahora es más ocio, ir a comer por ahí o pasar el día fuera de casa que venir a comprar». Aunque reconoce que el número de gente es muchísimo mayor durante el periodo estival y que tienen «un movimiento de ventas más concentrado. Hay más gente y por ello, más público».
Con eso de las ventas «más concentradas» se refiere a que la cifra de compradores que hay en verano es similar a la que consigue durante el resto del año, pero en un número de meses más reducido.
A fin de cuentas: «El pedido de la campaña veraniega es algo mayor, pero el invierno es más largo y alcanzamos el mismo número de ventas». Con la llegada de julio empieza la época más dura de su trabajo, pero Rosa y Teresa están preparadas.
Lucía Viadero Panadería Je-Lu, Noja
«De 2.700 personas en inviernoa más de 80.000 en verano»
Treinta y tres años han pasado desde que los padres de Lucía Viadero levantasen por primera vez la persiana de la panadería Je-Lu. Desde 1992 llevan dando servicio a locales y turistas en Noja. Bizcochos, pasteles y una gran variedad de panes es lo que ofrecen en sus dos locales. El más antiguo casi frente a la playa de Ris y el último, abierto en 2012, situado en la prolongación Avenida Santander, al lado de la plaza de la Villa.
En el recorrido que ha realizado El Diario Montañés en busca de conocer el cambio que viven los comercios de los municipios más turísticos de Cantabria cuando se acerca el verano, la pregunta más importante es sencilla: ¿cómo cambia el negocio durante el resto del año con respecto a verano?. La respuesta de Lucía Viadero, directa: «Los demás meses es un comercio minoritario, atendemos a unas 2.700 personas que están censadas y viven en Noja, luego pasamos a dar servicio a más de 80.000 que puede haber en plena temporada».
La población pasa a ser treinta veces mayor a la habitual. Se transforma de un lugar casi fantasma a una urbe superpoblada. Y es por este motivo, que muchos otros comercios de la zona durante la temporada baja cierran. La gran mayoría. Pero la Panadería Je-Lu no. «Tenemos abierto todo el año», explica Lucía.
Es durante los meses de noviembre y marzo cuando varios de los establecimientos de la zona entran en letargo. Hibernan, como las tortugas. Y luego, vuelta a la acción. «La temporada de verano empieza con San Juan y lo más fuerte llega desde el quince de julio hasta finales de agosto. Estamos a tope de trabajo y de gente», afirma. «Durante estos meses aumentamos bastante el personal, tenemos que contratar gente y la producción también se eleva, tenemos más volumen». Eso sí, tampoco todo iban a ser buenas noticias, Viadero admite que como en verano es cuando abren la mayoría de los negocios, «la competencia aumenta y la clientela se reparte». Sin quejarse en exceso porque aún así es su mejor época.
Patricia Pedrajo Alimentación Conchi, Suances
«Los tomates de Tagle sonun éxito todos los veranos»
Situada casi a la orilla de la playa de la Concha, durante el verano Patricia Pedrajo asegura que vende el triple que en el resto del año. El incremento de gente que recorre las calles de Suances en época estival es tan grande que tiene que contratar dos empleadas más. Después, solo trabaja ella. Su disponibilidad horaria (los demás negocios de la zona solo abren en verano) y la gran cantidad de productos que ofrece, convierten su tienda en un seguro para los vecinos. Se trata de un ultramarinos de toda la vida. «Si necesitas pilas tienen pilas, además de frutas y verduras venden carne, yogures, de todo», señala un cliente habitual.
Hace treinta y cinco años que Conchi, su tía y quien da el nombre al local, abrió por primera vez esta tienda de alimentación –cinco años menos de los que lleva Patricia– y desde aquel entonces «todo lo que vendemos es de temporada y viene de España». De hecho, ejemplifica: «Vendemos fresas, pero solo cuando es su tiempo, después no tenemos».
Durante el grueso del año en Suances son 9.000 habitantes y en junio, julio y agosto, la cifra se multiplica hasta los 30.000. «Somos el triple de gente en el mismo espacio», apunta. En estos meses, reconoce que «vendemos más fruta de verano que las típicas manzanas, peras y plátanos». Pero no le cabe duda de que «los tomates de Tagle son un éxito todos los veranos». Cuenta que se los traen de un invernadero de la zona y que disponen de ellos hasta enero. «Están muy buenos», admite, pese a ser ella misma quien los vende. Madrileños y vallisoletanos son dos de los principales compradores de estos tomates. Se los llevan en cajas de cinco kilos.
Sus productos son de calidad y muchos están cultivados en huertas de Cantabria. Lechugas, calabacines, pepinos y judías les llegan a la tienda provenientes de «vecinos, amigos y de mi padre». Detalla que su padre siembra los pepinos durante el resto del año y cuando llegan los meses de calor se los lleva a la tienda para vender. Una fórmula familiar que asegura el éxito.
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