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Hosteleros apilando los muebles de sus terrazas y calles más vacías de lo normal.

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Hosteleros apilando los muebles de sus terrazas y calles más vacías de lo normal. Celedonio Martínez

El toque de queda vacía las calles en una noche de domingo más desierta que nunca

Los bares bajan la persiana y la capital se queda muda, sin gente en el centro ni coches yendo a ningún lado

Mariña Álvarez

Santander

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Lunes, 26 de octubre 2020

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No destaca Santander por ser una ciudad especialmente bulliciosa los domingos por la noche, al contrario, pero ayer el estreno del toque de queda silenció todo atisbo de vida en la capital. Antes de las once de la noche, los hosteleros apilaban mesas y sillas de sus terrazas. Después, a medianoche, la ciudad enmudeció. Ni gente caminando ni coches yendo a ninguna parte. De doce de la noche a seis de la mañana, todos en casa.

Lo ocurrido el domingo por la noche será un reflejo de lo que se verá a partir de hoy cada día en toda la región. Cantabria entra en estado de alarma, aunque con el horario más tolerante de todo el país (junto con Madrid), al decidir que el toque de queda comience a las doce de la noche. Y en el lado más restrictivo, Cataluña y Castilla y León, que lo adelantan a las diez de la noche. El presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, ha optado por un toque de queda más laxo porque de esa manera se adapta a los horarios de cierre de la hostelería aprobados por el Gobierno cántabro el viernes. De hecho, y siendo el impacto de la pandemia menos grave aquí que en el conjunto de España, Revilla ha descartado nuevas restricciones a no ser que la situación se desmadre.

De todo esto se está hablando desde las diez de la mañana en la XIII Conferencia de Presidentes, encuentro en el que también se aborda el reparto de fondos europeos y el anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado. Es la primera vez que el Gobierno de Pedro Sánchez y los presidentes de las autonomías se ven las caras desde que este domingo el Ejecutivo central decretara al estado de alarma en todo el país tras pedírselo once Comunidades.

Ya no queda ni el eco de las protestas de los trabajadores de hostelería y del ocio nocturno, el sábado por la noche en el centro de Santander, encendiendo velas frente a la sede del Gobierno regional, enarbolando carteles de 'se vende', iluminando la negra noche con las linternas de los teléfonos móviles. El toque de queda deja atrás una reivindicación unánime del sector en toda España, cuando lo que se pretende es combatir una pandemia, en una lucha que se presenta larga. Aunque el estado de alarma tiene una duración de 15 días, la intención es que pueda prolongarse durante los próximos seis meses, hasta el 9 de mayo. Se teme que en territorios como Cantabria, con menor impacto del virus que en otras comunidades, la situación empeore como está ocurriendo en el resto del país. La región lleva dos semanas en las que el número de contagios por Covid-19 no ha dado tregua. Ahora, con el nuevo estado de alarma las comunidades autónomas cuentan con la herramienta legal para poder limitar la movilidad o reducir los contactos para lograr frenar al virus.

En esta ocasión, las prohibiciones vendrán determinadas por las comunidades y tendrán una duración mucho más flexible, dependiendo de la evolución de la enfermedad en cada territorio. En el caso de Cantabria, a partir de las doce de la noche solo estará permitido moverse para cumplir obligaciones laborales, regresar al domicilio o el cuidado de mayores, entre otras circunstancias. A partir del 9 de noviembre, cuando vencen los primeros 15 días del estado de alarma, cada gobierno regional decidirá si mantiene la prohibición, la modifica o la suprime. Si cancelan el toque de queda, podría volver a aplicarlo pasadas unas semanas o meses, hasta el 9 de mayo.

La norma recupera la posibilidad de prohibir los movimientos de una comunidad, salvo para ir a trabajar, cuestiones sanitarias y otras obligaciones que sí permitirían cambiar de provincia. Pero a diferencia del confinamiento de primavera, ahora cada gobierno regional aprobará esta medida para todo su territorio o bien podrá aplicar «un confinamiento inferior» en una parte de una región. En este aspecto, Cantabria no va a aplicar ninguna limitación de movimiento «porque no hay ningún motivo para el cierre». Esto podrá cambiar si la situación empeora. Aquellos que quieran moverse tendrán que tener en cuenta los posibles cierres que se produzcan en aquellas comunidades a las que se quieran desplazar.

También son las comunidades autónomas las que deciden cómo restringir los horarios de locales comerciales, hostelería y otros espacios. En Cantabria, de momento, sólo se han limitado los horarios de bares y restaurantes, que a las once de la noche tendrán que estar completamente cerrados y que no podrán recibir clientes desde las diez. Tampoco se podrá hacer uso de la barra y los aforos se reducirán un 30%.

Además, en Cantabria la permanencia de grupos de personas en espacios públicos y privados se reduce a un número de máximo de 6 personas (antes el tope era de 10), salvo que se trate de convivientes..

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