Escapista o visionaria

Metáforas poéticas, reflexiones apocalípticas, redenciones, advertencias sobre las nuevas tecnologías se han sucedido en estos años con desigual atractivo pero apuntando interesantes direcciones. El aniversario del, en su día, celebrado filme de los hermanos/as Wachowski merece esta revisión dada la identidad mixta de la ficción: lenguaje filosófico con tintes milenaristas y finalistas; juego de dimensiones; acción coreográfica; alta velocidad y realidad virtual en una cosmogonía y ecosistema propios pero habitado por referencias mitológicas, símbolos y citas que salpican el bucle de tiempo y espacio en el que se desenvuelven estas criaturas.

Escapista o visionaria, probablemente ambas, la película, más citada que venerada, logra vista hoy mantener su personalidad visual. De tal modo que 'Matrix' es una superproducción futurista, una vuelta de tuerca sofisticada a la ciencia ficción y un seductor cromo cibernético en el que artes marciales, saltos en el tiempo, referencias cósmicas y mundos virtuales se abrazan y desatan con idéntica sensación de inmersión. Como trilogía –'The Matrix Reloaded' y 'The Matrix Revolutions'– fue adquiriendo una textura más fría y una complejidad superficial de enredo de videojuego, dejando atrás ese aura metafórico que permite numerosas lecturas e interpretaciones.

Al fin y al cabo 'Matrix' es una Alicia que duda cruzar los espejos entre dos siglos, entre dos mundos, entre dos estados. Un sofisticado programa informático, la realidad virtual, los universos creados por las máquinas y los humanos poco conscientes de su orfandad.

Carne de cañon místico-filosófica y pseudo religiosa para poblar las redes de interpretaciones disparatadas y sectas varias, lo cierto es que el filme logra innovar en lo técnico y posa en la estética fin de siglo (1999) una cierta sombra de futuros enigmas cibernéticos, robóticos y virtuales. Pero fuera de esos márgenes de interacción y discurso, 'Matrix' es un entretenimiento operístico que combina a la perfección la grandilocuencia trascendente de un cine que busca nuevos espacios y los nichos de la cultura popular.

El evangelio según Neo habita aún entre nosotros. Uno augura que el cineasta Denis Villeneuve, como demuestran sus pasos hasta el presente, está destinado a generar un acontecimiento distópico que nos obligue a reflexionar y seguir creyendo en el cine como una ventana a la que asomarnos.